Donostia y la capitalidad europea

MUCHO se ha discutido estas semanas sobre la ciudad que pretende ser capital cultural europea. Algunos piensan en San Sebastián como en la ciudad cosmopolita, liberal, abierta, que vive del turismo, bilingüe, antes del castellano y el francés y ahora del castellano y del inglés, de los congresos profesionales, de la gastronomía, de la elegancia y distinción, promotora de la Casa de Paz y del Parque de la Memoria de las Víctimas.

Para algunos tiene que ser la ciudad del progreso, del metro, de la incineradora, de la pasarela del Mompás y paso obligado del AVE desde Madrid camino de Europa. Una ciudad que así como desde la Edad Media monopolizó en su propio beneficio el puerto de Pasajes al que denominaba puerto de Pasajes de San Sebastián, ahora sueña con el puerto exterior de Pasajes ya que no puede hacer la competencia con el aeropuerto de Hondarribia a los vecinos de Loiu o de Biarritz.

Ahora San Sebastián aspira a ser capital de una euroregión europea en la que se encuentren no solo Euskadi unida a Aquitania sino que en un futuro próximo encabezará también a Navarra y La Rioja.

Con este enfoque se sigue la tradición históricamente secular de una ciudad de San Sebastián que ha sido una ciudad enfrentada a la provincia de Gipuzkoa. Bastaría con recordar la opción política de esta ciudad en la guerra de las Comunidades de principios del siglo XVI, en la Guerra de la Convención de finales del siglo XVIII, en la opción liberal frente al carlismo en el siglo XIX, en la postura tomada tras la guerra civil española y finalmente en la transición a la democracia.

Históricamente San Sebastián se ha distanciado siempre que ha podido de la opción de la provincia a la que ha considerado folklórica, euskaldun, participativa, cooperativista, paritaria en los géneros y respetuosa con el medio ambiente, promotora del juego de la pelota y de las competiciones rurales.

San Sebastián nunca ha sido Donostia como capital de Gipuzkoa ni ha amalgamado su entorno como lo ha hecho Bilbao en el Gran Bilbao creando un Gran San Sebastián. Donostia hasta ahora no ha asumido la capitalidad de un espacio territorial euskaldun que lo veía extraño si no adversario. Quiso siempre tildar de aldeanos críticos a los numerosos personajes que a lo largo de la historia asumieron el movimiento ilustrado, fueron los primeros y principales historiadores de la provincia, redactaron sus Cuadernos Forales, o dirigieron las pretensiones de independencia desde la guerra de la Convención hasta hoy.

Sin embargo Donostia puede aspirar a la capitalidad cultural europea si sabe presentarse como cabeza de una provincia y de un País Vasco o Euskal Herria. No hay que olvidar la singularidad que tiene Donostia sobre las demás ciudades concurrentes precisamente porque presenta una cultura novedosa en Europa, ya que es heredera y representante de un pueblo que hunde sus raíces en el Neolítico y que se expresa, hoy en día, en una lengua única y de las más antiguas de Europa como es el euskera, con lo que estas dos circunstancias connotan culturalmente de excepcionalidad, de novedad y de atracción turística.

Pero tras estas elecciones municipales y forales ha llegado la hora de que San Sebastián sea una Donostia no enfrentada a la provincia, sino colaboradora de las villas guipuzcoanas en el folklore, en la promoción del talento de los guipuzcoanos cooperativistas, en la excelencia de los deportes, en la exuberancia de proyectos y planes que burbujean en la participativa sociedad guipuzcoana.

Donostia tiene que presentarse como capital de un territorio soberanista, progresista y euskaldun. Soberanista en cuanto lidera un pueblo denominado Euskal Herria, progresista en la promoción de la igualdad al estilo de la Casa de las mujeres en Villa Soroa, y euskaldun porque presenta esta lengua al concurso de las lenguas para configurar la Europa de los pueblos.

Capital que quiere instaurar una forma de vida solidaria, participativa y cooperativista. Solidaria con todas las clases sociales autóctonas y emigrantes y no asistencialista, participativa en la toma de decisiones en la política de vivienda pública y de alquiler, cooperativa como fórmula escogida hace lustros de llevar adelante la pequeña y mediana empresa.

Donostia como líder de la normalización social con la vuelta de los presos y exiliados, con la recuperación de los derechos civiles y políticos de todos los ciudadanos, con la atención de todas las víctimas del franquismo, del terrorismo y de la democracia. Donostia como ejemplo práctico de las exigencias del 15-M con el modo ético de gobierno, con la transparencia económica y financiera, con la aprobación de unos presupuestos legales y sociales, y, luego, con la realización de unos proyectos sociales antes que fuegos de artificio para pícaros, paseantes y turistas. Donostia como promotora de una cultura de diálogo y negociación con todos los partidos y grupos de opinión en una consulta popular compartida. Donostia referente de austeridad, transparencia, participación y democracia que pretenderá huir de la corrupción y del amiguismo. En fin, Donostia más que San Sebastián, como capital cultural de Gipuzkoa, como la ciudad de más euskaldunes del mundo, como referente de una cultura propia del pueblo vasco y como polo de atracción de la gastronomía y del turismo en un ámbito europeo.

 

Publicado por Noticias de Gipuzkoa-k argitaratua