Escuché por la radio al señor Rajoy dirigiéndose a los asistentes al encuentro del Círculo de Economía de Sitges. Intentó hacer un chiste sobre trenes que no hacía ninguna gracia. Los asistentes al banquete, sin embargo, le rieron la ocurrencia de manera ostentosa. Observo que las llamadas élites económicas catalanas no han perdido la fea y provinciana costumbre de pretender caer simpáticas a los que vienen de Madrid.
Bueno, el hecho es que el señor Rajoy se mostró un poco más blando. Algunos dicen que insuficientemente. ¿Qué quieren, que cambie el discurso en un día? Yo, la verdad es que empiezo a verle las orejas al lobo. Y con la abdicación del rey aún más. Porque tengo mi predicción, que Dios quiera que no sea cierta. Pero si se animan a leerla se la explico a continuación.
Me temo que el referéndum no lo haremos nunca. El nuestro, quiero decir, el propuesto por la Generalitat. El gobierno español llevará la ley de consultas al Tribunal Constitucional (TC) y ya saben: “Si te he visto, no me acuerdo” -quería utilizar la expresión “¡tal día hará un año!”, pero constato que un año es poco tiempo-. Y es que este tribunal manipulado, magreado y degradado por los partidos políticos es para eso: para poner en la ‘bodeguilla’ -para que se sequen como las longanizas- los temas que no le vienen muy de gusto a Madrid en el cual nuestro “empresariado” le ríe las gracias. Que para eso es este tribunal. No se le conoce a ninguno de sus miembros una especial tendencia a la prisa, salvo al señor Enrique López cuando viaja en moto bebido.
Volvamos al tema. El caso es que llevarán la ley de consultas al TC, una oportunidad que da tiempo suficiente para inventarse un montón de cosas especialmente orientadas a hacernos la pascua. Por ejemplo, propuestas de esas que luego no se cumplen nunca. Ahora el escenario será nuevo. Rey recién salido del horno, verbosidad renovada, sentimentalismo de los pueblos de España… «¡Venga, hombre! ¡Olvidemos el pasado y hagamos ‘tabula rasa’!». Todo muy entrañable. Y los del Puente Aéreo renacerán de sus cenizas. Ahora, sin embargo, tendrán el AVE como patrón -este tren de nombre tan falso-.
En cuanto a los políticos de aquí, en eso colaborará gente diversa. Los Navarro del PSOE y Camacho del PP. Y aliñándolo todo estará el inefable Duran -por cierto, cuando mi hijo nació (tiene veintiseis años), Duran ya llevaba más de cinco años calentando la silla de diputado-. Ya ven: “Lo mejorcito de cada casa”. Parafraseando a Churchill podríamos decir que “nunca tan pocos votos hicieron tanto daño a tantos”. Pero el hecho es que saldrá una propuesta de estética tercera vía con los suficientes kilos de maquillaje como para que mucha gente la encuentre sexi -incluyendo modificación de la Constitución, si es necesario-. El reinado del descendiente de Felipe V quedará blindado por unos cuantos años, como le sucedió a su padre. “La juventud del monarca da estabilidad a España al tiempo que responde a las justas aspiraciones catalanas”, dirá el diario más tópico y bienpensante de la Península (Josep Pla dixit). Y entonces, ¡pataplam!, el gobierno central organizará un referéndum -porque él, si le apetece, puede organizar uno cada fin de semana-.
Todas las llamadas fuerzas vivas (de hecho son moribundas, pero oportunistas) que ahora nos han sorprendido diciendo que quieren una consulta lo apoyarán. Lean lo dicho en Sitges: mientras sea legal… De hecho, da la sensación de que mientras sea dentro de la ley a ellos les da lo mismo. Incluso si nos preguntan si aceptamos que los churros se puedan mojar en chocolate. El posicionamiento será claro y coherente: “¡Nosotros siempre hemos defendido que el pueblo de Cataluña debe ser consultado!” ¡Pues ya está! Y a todo esto sumen una Comisión Europea que trabajará del lado de la reforma pactada (“No seáis negativos y negociad, que esta propuesta es buena y tiene el apoyo de la UE, de lo contrario, ¡a saber qué dictamina si os hacéis independientes!”).
Total, que el pueblo catalán, que tiene tendencia al sentimentalismo (¿no habéis visto cuántas veces lloraba Núñez?) Y, seamos honestos, es más bien cobardote, probablemente votará a favor de la propuesta. Y el presidente Mas, su equipo y los que le hemos dado apoyo quedaremos, a pesar de haber estado en mayoría, como unos tontos que en un momento determinado pensaron que las urnas de la democracia deben estar limpias y no llenas de basura.
¡Mira que si acierto! Bien bien, la vida es sorprendente. Tanto tiempo haciendo campaña por el sí-sí y en un momento determinado tendremos que empezar a hacer campaña por el no-no-y-no.
ARA