Según Nouriel Roubini, otra víctima importante de la crisis económico-financiera actual será Japón, donde el casi nulo crecimiento de la renta o los ingresos reales que allí se conoce, hundirá la demanda interna y serán las exportaciones a China las que mantendrán el poco crecimiento que conozca este insular país asiático. Japón también experimenta un bajo potencial de crecimiento, debido a la falta de reformas estructurales y a los gobiernos débiles e ineficaces —cuatro primeros ministros en cuatro años— que está teniendo, así como al gran volumen monetario que representa su deuda pública, a las tendencias demográficas desfavorables y un yen fuerte que se vuelve una moneda más fuerte incluso durante las épocas de crisis, debido a la aversión al riesgo global que se extiende entre los japoneses.
A juicio del profesor de Economía de la Universidad de Nueva York, Nouriel Roubini, un escenario donde la economía de Estados Unidos disminuye hasta el 1,5%, se estancan Japón y la Eurozona y el crecimiento de China se desacelera por debajo del 8% no podrá implicar una contracción de la economía a nivel mundial, pero, en Estados Unidos se sentirá como si lo fuera. Además, estos golpes adicionales podrían provocar que esta economía global que se muestra tan inestable cayera de nuevo en las fauces de una recesión en toda regla.
Los motivos potenciales de este choque son muy numerosos y no van aislados. Los problemas derivados del riesgo país de la Eurozona podrían empeorar, dando lugar a otra ronda de correcciones a la baja de los precios de los activos, a una mayor aversión al riesgo global, a un aumento de la volatilidad y al contagio financiero. Un círculo vicioso que implicaría la corrección de los precios de los activos y un consiguiente menor crecimiento económico.
Todo ello junto con la aparición de sorpresas negativas que no están actualmente valoradas por los mercados, podría conducirnos a unos nuevos descensos de los precios de los activos y a crecimientos de la economía aún más débiles, cuando no a decrecimientos. Se trataría de una dinámica que conduciría a la economía mundial a una recesión de primera magnitud.
Para Roubini, que no quiere escaparse de los análisis geoestratégicos, tampoco se puede descartar la posibilidad de un conflicto con Irán en los próximos doce meses. Si ello ocurriera, los precios del petróleo podrían subir rápidamente y ponerse por las nubes y, como ocurrió ya en el verano de 2008, ello desencadenaría una segunda y más grave recesión global.
Por último, Nouriel Roubini subraya el hecho preocupante de que los políticos actuales se están quedando sin herramientas económicas. En los países más desarrollados, los políticos, para poder poner en marcha sus planes de ayuda y de rescate, han gastado demasiado dinero y ya les queda muy poco margen de maniobra para poder lanzar nuevos planes de estímulos fiscales. Ello hace que la capacidad de rescate de aquellas instituciones financieras que se considera que son demasiado grandes para que quiebren pero que, a su vez, son también demasiado grandes como para poder ser salvadas, se encuentre rigurosamente limitada.
Así, mientras las esperanzas de los optimistas que esperaban una recuperación rápida de la economía, en forma de ‘V’, se evaporan, cada vez son más los expertos que opinan que, en el mejor de los casos, sería deseable atravesar un largo periodo de recuperación en forma de ‘U’. Sin embargo, la mayoría teme una nueva recaída de la recesión económica en forma de ‘W’.
Por desgracia, aunque no necesariamente, también se piensa que, en la Eurozona y Japón, la recuperación de la depresión económica llegaría a ser tan prolongada en el tiempo y más bien tendría una forma de ‘L’. Por último, también hay quienes, en estas condiciones, consideran que, tras la próxima recaída, vendrán más recaídas y de la recesión entraremos en una larga y profunda depresión económica. Un ejemplo de los que opinan así es el propio premio Nobel Paul Krugman.
Por otra parte, en un mundo donde pesa tanto la incertidumbre, la recuperación de los mercados emergentes más fuertes —la gran esperanza para la economía global— tendrá que sufrir frenazos inevitablemente porque ningún país se encuentra económicamente aislado del resto de los demás países. De hecho, y empezando por el caso de China, el crecimiento de muchas economías de los países emergentes depende, en una gran medida, de los recortes que se produzcan en las economías de los países desarrollados porque ello perjudicará sus exportaciones.
En realidad, es el propio modelo macroeconómico el que no funciona. Intentar salir de la crisis, sin modificar el obsoleto modelo neoliberal, es como intentar salir de una habitación a través de las paredes. ¿Aprenderemos pronto que el camino de salida es la transición hacia una nuevo modelo macroeconómico de índole sostenible? Me temo que no, por tres motivos diferentes.
En primer lugar, porque no somos tan inteligentes como pensamos que somos. En segundo lugar, porque nuestros actuales dirigentes no tienen el nivel suficiente como para enfrentarse a un cambio de modelo económico y, en tercer lugar, porque el poder de los oligopolios y demás rentistas del sistema —contrarios acérrimos a los cambios para no perder sus privilegios— es tan grande que sólo permitirán la transición cuando no haya más remedio y sea ya demasiado tarde. Con todo, siempre hay esperanzas.