Las elecciones al Parlamento de Escocia del 3 de mayo de 2007 han comportado una victoria histórica del independentista Scottish National Party (SNP). Si bien la diferencia de escaños ha sido mínima, la SNP se ha impuesto claramente en votos y ganado fuerza de manera homogénea en todas las regiones y en todas las clases sociales. Los laboristas han aguantado sus resultados gracias a una intensa campaña del miedo, anunciando el desastre que supondría la independencia y el fin de las subvenciones del gobierno británico. La poderosa maquinaria Labour, que no perdía unas elecciones desde el 1955, movilizó a última hora a sus bases de los barrios de protección oficial, organizando autocares de desempleados y de jubilados y consiguiendo así un descenso menor del previsto en las encuestas.
El diario más serio de Escocia, The Sunday Herald, recriminaba ayer duramente el catastrofismo en campaña de Tony Blair y del “Borrell escocés” Gordon Brown, “cuyos intentos de aterrar el electorado escocés si votaba al SNP fueron patéticos”. En nuestra casa es curioso que el diario El País destacara, casi más que la victoria del SNP, los problemas de los votos nulos y el retardo en el recuento, obviando que el responsable de este desbarajuste era directamente el gobierno socialista escocés. Un gobierno socialista presidido por el aburrido Jack McConnell, que sólo ha vendido una gestión triste y aburrida y que también, como pasó aquí en las últimas elecciones catalanas, hasta el final de recuento no computó los resultados de las regiones más favorables al SNP, que cambiaron finalmente el resultado, dando así la sensación durante horas que el ganador era el Partido Laborista.
El escocés Adam Smith era hijo de un funcionario de aduanas y escribió en 1793 su conocido libro “La riqueza de las naciones”, posiblemente el libro más influyente escrito nunca sobre economía, del cual hay una excelente versión catalana editada por Ediciones 62 en la colección Clàssics Moderns (más barata que la edición castellana gracias al patrocinio de La Caixa). Smith describe en su libro de finales del siglo XVIII los beneficios de la unión de Escocia con la Inglaterra del 1707: los escoceses podían importar y comer pan blanco y no se debían resignar sólo al pan moreno, a la vez que podían exportar su carne de ternera en Inglaterra. Ciertamente, Escocia se ha beneficiado durante dos siglos y medio de la prosperidad del Imperio Británico al cual pertenecía, disfrutando de un nivel de vida muy superior al de los seculares pobres vecinos nórdicos.
Pero hoy Escocia está muy lejos de la relación idílica que describió Adam Smith. Hoy Noruega le ha pasado por delante gracias al control de los beneficios del petróleo del mar del Norte, beneficios que también se generan en Escocia pero que se apropia el gobierno de Londres. Y hoy también Irlanda supera a Escocia, gracias a que ha sabido captar grandes empresas globales, como por ejemplo Microsoft, practicando una agresiva competencia fiscal con Londres en el impuesto de sociedades: ofreciendo tipos impositivos más bajos y más y mejores desgravaciones fiscales que Londres. Y así en doce años Irlanda ha pasado de tener el PIB por habitante más bajo de la UE al más alto. El SNP quiere seguir el camino de Irlanda cuando exige que la devolution iniciada por Londres hace ocho años incluya el estratégico impuesto de sociedades (un impuesto clave, por cierto, que cayó de nuestro nuevo Estatuto en su paso por Madrid). Y el SNP también quiere seguir el camino de Noruega, dado que la energía eólica tiene un gran potencial en Escocia y ahora se quiere evitar que pase lo mismo que con el petróleo, recaudando directamente los beneficios de esta nueva fuente de energía. Y es que, mientras los seculares países vecinos pobres de Escocia han realizado un salto espectacular en los últimos quince años y figuran hoy entre los más ricos del mundo, la Escocia dependiente del gobierno británico presenta uno de los menores crecimientos económicos de Europa.
Xavier Solano es un joven politólogo catalán que hace años que trabaja al Parlamento de Escocia y que acaba de escribir un libro titulado “El mirall escocès”, que será presentado en Barcelona de aquí a cuatro semanas. Editado por Dèria i La Magrana, el libro es un excelente relato para profundizar en la evolución histórica, económica, social y política reciente de Escocia, que he tenido el placer de prologar. El hecho de haber trabajado como asesor para el SNP, y de haber podido hablar y entrevistar a muchos políticos y economistas locales, convierten el libro de Xavier Solano en el texto de referencia que, sobre Escocia y desde Escocia, pueden inspirar soberanistas de otras naciones sin Estado, especialmente los catalanes de hoy.
Escocia ha escogido la esperanza por encima del miedo”, ha dicho Alex Salmond este martes en el programa de entrevistas de la BBC de Jeremy Paxman (el equivalente por la noche al La nit al dia de Mònica Terribas), a la vez que afirmaba que “cada generación tiene derecho a un referéndum”. Salmond explicó a todos los británicos cómo la soberanía puede comportar más bienestar: “Primero crearemos riqueza para después repartirla”. La SNP se inspira en el modelo irlandés, de ayuda y de apoyo a las empresas vía una baja presión fiscal, y después se inspira en el modelo noruego de un potente Estado de bienestar. Y es por todo ello que este sábado, mientras seguía a en Vilaweb las informaciones de la manifestación de Valencia, el whisky escocés que tomé tenía un gusto más intenso y sabroso que nunca.