En su libro recién publicado, este historiador estadounidense, especializado en la historia italiana, aporta sus investigaciones sobre el comportamiento del pontífice con el Tercer Reich
La aparición de ‘El papa en guerra’ (Ático de los Libros, 2024) vuelve a poner de actualidad el controvertido papel de Pío XII en la Segunda Guerra Mundial. ¿Se distinguió el pontífice por su silencio cobarde o actuó en la sombra a favor de los más débiles?
El autor, David I. Kertzer, es un profundo conocedor del periodo y uno de los representantes más ilustres de lo que podríamos denominar “línea crítica”. En uno de sus libros anteriores, Los papas contra los judíos (Plaza & Janés, 2002) señalaba que el antisemitismo católico había contribuido a la legitimación del Holocausto. Ahora, en su nuevo trabajo, afirma que Pío XII, aunque no fue simpatizante de Hitler, no puede ser considerado inocente. Durante el conflicto se preocupó de defender a la Iglesia como institución y en ese sentido tuvo éxito. Lo que no hizo, según Kertzer, fue defender unos valores cristianos que hubieran exigido una toma de postura nítida contra la opresión.
El papa no solo no condenó las matanzas de judíos, de las que estaba perfectamente al tanto a través de diversos informes. Tampoco levantó la voz contra la invasión de un país católico como Polonia en 1939. Su actuación, en este sentido, se diferencia radicalmente de la del papa Francisco, que ha condenado la actual agresión rusa contra Ucrania. Para comprender al papa Pacelli necesitamos situarnos en el contexto de la época. Entonces parecía posible una Europa bajo el dominio de los regímenes totalitarios. Desde el punto de vista vaticano, Hitler y Mussolini constituían un mal menor respecto al auténtico peligro: el comunismo soviético.
Kertzer, a través de una amplia investigación documental, nos aporta las claves de la diplomacia romana. La polémica, sin embargo, sigue vigente. La apertura de los archivos vaticanos no ha terminado con las profundas discrepancias entre los que impugnan el comportamiento del pontífice, con distintos matices, y quienes le defienden contra viento y marea sin admitir la menor crítica.
-Pío XII es una figura controvertida. Según sus defensores, permaneció en silencio frente al Holocausto porque pensaba que denuncia pública agravaría las cosas. ¿Es creíble esta justificación?
-No. Si la idea es que el papa pensó que al hablar se arriesgaba a hacer que Hitler tuviera más ganas de asesinar a todos los judíos de Europa de las que ya tenía, la proposición es absurda. Lo que le preocupaba era que denunciar los intentos nazis de exterminar a los judíos de Europa hiciera que Hitler se enfadara más con la Iglesia católica. En ese sentido, que el papa hablara podría empeorar las cosas.
-Se acostumbra a contraponer el carácter fuerte de Pío XI con el de Pío XII, más timorato. ¿Hubiera sido distinta la historia de la Segunda Guerra Mundial si el primero hubiera vivido algunos años más en lugar de morir en 1939?
-La historia contrafactual es siempre un asunto arriesgado. De hecho, mientras que en sus últimos años y meses Pío XI estaba cada vez más enfadado con Mussolini por su cercanía con Hitler, y más dispuesto a criticar a Hitler por la persecución de la Iglesia en el Tercer Reich, los prelados que lo rodeaban fueron capaces de hacer que no hablara en público. Entre estos prelados se encontraba, por supuesto, su secretario de Estado, Eugenio Pacelli, que pronto se convertiría en papa.
Dicho esto, Mussolini se enfrentaba al reto de conseguir que los italianos secundaran su decisión de junio de 1940 de unirse a la guerra en el bando de Hitler, y si el pontífice lo hubiera denunciado y hubiese pedido al episcopado italiano que se uniera a esta denuncia, la participación de Italia en la guerra bien podría haber sido diferente.
-Se dice que Pío XII no condenó a Hitler para no ponerse en contra a los católicos alemanes. Si esto es así, significa que temía que esas personas actuaran antes como alemanes que como católicos. ¿No implica eso que la Iglesia, a la hora de la verdad, posee menos influencia espiritual de la que se le atribuye?
-¿Quién asesinó a seis millones de judíos durante la guerra? En su mayoría fueron hombres que se consideraban cristianos, por supuesto protestantes y católicos. En 2020 el episcopado católico alemán emitió una disculpa por el hecho de que durante toda la guerra y el Holocausto la Iglesia católica de Alemania instó a todos los buenos católicos a luchar por el Tercer Reich y nunca protestó por el asesinato en curso de los judíos de Europa. El clero italiano, cuyo primado era el propio papa como obispo de Roma, dijo igualmente a los italianos que su deber como buenos católicos era responder a la llamada a luchar por la causa del Eje.
Ni el Vaticano ni la Iglesia italiana han reconocido su responsabilidad, a diferencia de los alemanes. Cuando el clero alemán protestó contra el programa nazi de eutanasia, el programa fue suspendido públicamente. Así que, aunque por supuesto la Iglesia no controlaba todos los acontecimientos, sí ejercía una influencia sustancial en estas sociedades.
-Se ha escrito que la mala imagen de Pío XII, como cómplice de los totalitarismos, obedece a una intoxicación informativa orquestada por los servicios secretos de la Unión Soviética. ¿Esto es cierto o nos encontramos ante una teoría de la conspiración?
-La controversia pública sobre el silencio del papa durante el Holocausto tiene su origen en la obra El vicario (1963), del dramaturgo alemán Rolf Hochhuth. Los apologistas de Pío XII han intentado desacreditar a Hochhuth alegando que era una especie de agente soviético, pero los investigadores han dejado claro que este no era el caso. No creo que las críticas a Pío XII puedan vincularse a la propaganda soviética o comunista.
-En 1940 parecía muy probable que los fascismos fueran a ganar la guerra. ¿De qué manera influyó esta perspectiva en el comportamiento del papa?
-De hecho, esto desempeñó un papel importante. Cuando el ejército alemán se abrió camino hacia París con tanta facilidad en la primavera de 1940, expulsando a los británicos del continente, y parecía improbable que Estados Unidos se uniera a la guerra, a muchos les daba la sensación de que Hitler pronto dominaría el continente europeo. El papa pensó que su responsabilidad era proteger la institución eclesiástica, por lo que estaba ansioso por hacer lo posible para mantenerse en términos amistosos con el gobierno alemán. Por supuesto, esto no significa que sintiera simpatía por Hitler. No era así.
-Los defensores de Pío XII citan testimonios de personalidades judías en su favor. ¿Qué opinión le merecen estos testimonios? ¿Defendió el papa a los judíos o solo a los que se habían convertido al catolicismo?
-Después de la guerra, el principal problema para muchos dirigentes judíos era recabar apoyos para la creación de Israel. El Vaticano se consideraba un posible obstáculo, dada su larga oposición a la creación de un Estado judío, por lo que muchos dirigentes judíos hicieron todo lo posible por tratar de convencerlo. Eso, por cierto, sigue siendo un factor hoy en día en las relaciones con el Vaticano. También se da el caso de que muchos judíos que sobrevivieron a la guerra recibieron ayuda de instituciones católicas locales y de familias católicas laicas, y a menudo estaban deseosos de expresar su agradecimiento.
En cuanto a la cuestión de la protección de los judíos bautizados, cobra el mayor dramatismo en los días posteriores a la redada nazi del 16 de octubre de 1943 contra 1.259 judíos de Roma, cuando las víctimas fueron retenidas durante dos días fuera de los muros de la Ciudad del Vaticano antes de ser deportadas a Auschwitz. Ahora sabemos por los archivos recién abiertos que el Vaticano hizo llegar rápidamente al embajador alemán ante la Santa Sede listas de judíos bautizados que habían sido detenidos, y en muchos casos consiguió que fueran liberados.
-¿Qué peso tuvo, durante la Segunda Guerra Mundial, el antisemitismo católico?
-El antisemitismo cristiano hizo posible el Holocausto. No solo la Iglesia católica, sino también otras confesiones, habían demonizado durante siglos a los judíos como peligrosos para una sociedad cristiana sana, y esto tuvo una gran influencia en las actitudes de la población de Europa, abrumadoramente cristiana. Fue sobre esto sobre lo que Hitler y sus compatriotas pudieron construir el Holocausto. Por supuesto, esto no significa que la Iglesia respaldara nunca el asesinato de judíos, que no lo hizo, pero durante mucho tiempo sostuvo que los gobiernos no debían conceder a los judíos los mismos derechos que a los cristianos y alimentó la hostilidad popular hacia los judíos de Europa.
-Su libro contiene ejemplos de cómo la prensa del Vaticano procuró no irritar a Hitler. ¿Cómo es posible que la Iglesia fuera tan diplomática con un régimen que mostraba una evidente hostilidad hacia el catolicismo?
-De hecho, en los últimos meses de la vida de Pío XI (murió en febrero de 1939), el diario vaticano L’Osservatore Romano contenía regularmente denuncias contra la Alemania nazi por su persecución de la Iglesia católica. Uno de los primeros actos de Pío XII como papa fue ordenar al diario vaticano que dejara de publicar artículos críticos con el Tercer Reich. En aquella época, al periódico vaticano le resultaba más difícil publicar críticas al régimen fascista italiano, ya que Mussolini protestaba airadamente y los matones fascistas amenazaban a quienes vendían o leían el periódico en las raras ocasiones en que se publicaban tales críticas.
-Más de una vez, en su libro, da la impresión de que el Vaticano actúa con hipocresía. Colabora con el fascismo, pero no quiere que esta ayuda se pregone mucho. ¿Es así?
-Al Vaticano no le preocupaba especialmente que la jerarquía eclesiástica italiana y el clero ofrecieran un fuerte apoyo público a Mussolini y al régimen fascista italiano, sobre todo después de los Acuerdos de Letrán de 1929. Sin embargo, después de la guerra, el Vaticano y las instituciones eclesiásticas italianas intentaron reescribir la historia para enmascarar esta relación. Esto debe considerarse en términos de un “negacionismo” italiano más amplio, donde, por ejemplo, hay decenas de institutos para el estudio de la Resistencia, pero prácticamente ninguno para el estudio del fascismo italiano.
-Para Pío XII, el mal mayor no era el nazismo sino el comunismo. ¿Qué ventaja comparativa podía ver en Hitler con respecto a Stalin?
-Pío XII no era un admirador de Hitler, pero pensaba que la Iglesia podía vivir en una Europa dominada por Hitler y socios como Mussolini. De hecho, la Italia fascista proporcionó un buen ejemplo de cómo la Iglesia podía incluso florecer en regímenes fascistas. No creía que la Iglesia pudiera seguir funcionando en una Europa gobernada por comunistas.
¿Qué novedades aporta la documentación reciente desclasificada, en los archivos vaticanos, respecto a lo que ya sabíamos?
-Hubo quien dijo que no saldría nada nuevo de los archivos recién abiertos porque, en reacción a la polémica sobre el silencio del pontífice durante el Holocausto, el papa Pablo VI hizo que cuatro jesuitas seleccionaran miles de documentos de esos archivos relacionados con la Segunda Guerra Mundial, que publicaron entre 1965 y 1981. Pero lo que hemos descubierto es que hay mucho que no publicaron, y de hecho hay algunas notables supresiones de texto en lo que sí publicaron.
Lo más espectacular, quizá, fue mi descubrimiento, mantenido en secreto por el Vaticano durante más de ocho décadas hasta la aparición de mi libro, de que Hitler y Pío XII mantuvieron negociaciones secretas que comenzaron solo unas semanas después de que Pío XII se convirtiera en papa. Aún más sorprendente fue el descubrimiento de que los archivos vaticanos contenían transcripciones de sus conversaciones (mantenidas en alemán).
-La controversia en torno al pontífice ha dado lugar a un término muy expresivo, “Pius War”, “la guerra de Pío”. ¿Son dos bandos irreductibles, detractores y partidarios, o es posible llegar a algún tipo de consenso?
-Creo que existe un acuerdo general, aunque por supuesto no perfecto, entre los estudiosos serios, pero no es probable que ninguna prueba cambie las opiniones de los apologistas papales. Incluso dentro del Vaticano hay movimientos en favor de revisar el papel de la Iglesia durante la Segunda Guerra Mundial. En una conferencia sobre Pío XII y la guerra celebrada en la universidad pontificia de los jesuitas, la Gregoriana, el año pasado, uno de los archiveros vaticanos más experimentados hizo una presentación que esencialmente demolió el relato apologético del papa valiente. Fue una señal importante, espero, de que el Vaticano llegará algún día a aceptar esta incómoda historia.
LA VANGUARDIA