Y van tres…
Ya he asistido a tres charlas relacionadas con la Mano de Irulegi, la de la presentación al pueblo del valle de Aranguren, la del Planetario y esta última del 25 de enero en Civivox Iturrama organizada por la asociación cultural y peña sanferminera Pompaelo.
Y creo que no me voy a cansar nunca de saber más de esta Mano, ni me voy a cansar nunca de ver cómo se acercan a este «artefacto arqueológico» diferentes investigadores e instituciones desde diferentes sensibilidades políticas, lingüísticas y sociales.
El título de este coloquio me resultó curioso, “Sorioneku: La Navarra del siglo I (aC y dC) y los antiguos vascones”.
A mi humilde entender, este título desvincula y separa a «La Navarra del Siglo I (aC y dC)» de «los antiguos vascones», como si fueran gentes ajenas a Navarra, como si fueran dos entes totalmente diferenciados, sin que tuvieran nada que ver.
Si a este coloquio se le hubiera titulado: “Sorioneku: los antiguos vascones que habitaban Navarra en el siglo I (aC y dC)”, ¿estarían faltando a la verdad?
Después de las estupendas y eruditas intervenciones de la profesora María Jesús Peréx y de la doctora María García-Barberena, que nos contextualizaron perfectamente el territorio navarro de aquellos años, le llegó el turno al catedrático de la Universidad de Navarra Javier Andreu, y este, antes de comenzar con su charla, nos expuso dos cuestiones previas.
La primera cosa que nos dijo era que la Universidad de Navarra era un espacio de total libertad de pensamiento y expresión, sin que nada ni nadie obligara a nadie sobre lo que tenían que decir u opinar, ni como lo tenía que transmitir.
Me llamó la atención este comentario previo, ya que no sé muy bien a que venía. Y, dándole una vuelta, he llegado a la intuición de que quizá alguna mano (no la de Irulegi…) haya podido descolgar un teléfono y haber llamado a la UN para que rebajen la «vasquidad» de la Mano y cuestionen las conclusiones de Velaza y Gorrochategui.
Esto que yo intuyo, ¿podría ser…? Si esto fuera cierto, agradecer inmensamente al Sr. Andreu su integridad a prueba de llamadas telefónicas de «manos interesadas».
La segunda cuestión que nos comentó fue que los que habían venido a este coloquio a escuchar «algo diferente» a lo que habían expuesto los profesores Gorrochategui y Velaza en el Planetario de Pamplona ya podían dejar la sala y marcharse, porque los ponentes de este coloquio asumían, sin lugar a dudas, lo que estos dos colegas habían expuesto en coloquios y charlas anteriores.
Entrados en materia, y durante toda su exposición, mi sensación (insisto en que es mi sensación) fue de la de un «sí, pero no»…
El catedrático Andreu nos dijo que la Mano sí estaba escrita en «vascónico», pero no podemos decir que todos los habitantes de ese territorio (parecido al de la Navarra de hoy) supieran o hablaran ese «vascónico».
Nos dijo que sí que hay varios artefactos epigráficos en lengua vascónica (el bronce de Aranguren, el maravilloso mosaico de Andelo, la Mano de Irulegi), pero los hay más en lengua Celtíbera (yacimiento de La custodia de Viana, por ejemplo).
Comentó que en esta «pre-Navarra» además del vascónico, se hablaban otros idiomas, como el celtíbero, el íbero…
Nos «amonestó» cariñosamente a los asistentes por no haber ido a ver el increíble bronce del Togado de Pompaelo, recientemente reubicado en el Museo de Navarra. Y tenía razón, el Togado es maravilloso, pero no tiene la transcendencia lingüística, social e identitaria de la Mano. Sí, he dicho identitaria, porque los símbolos, los iconos, los objetos, los lugares, los héroes, las leyendas, los ritos, los castillos, las ruinas, los bailes, las canciones, las lenguas hacen pueblo, cohesionan y engendran tribu.
Y la Mano hace eso, crea identidad.
Eché de menos una referencia explícita aquella impactante y muy visual última dispositiva del profesor Velaza, cuando, acabando su intervención en el Planetario, tras describir las 4 lenguas paleo-hispánicas epigráficas conocidas hasta el momento (Tartésico, Lusitano, Íbero y Celtíbero), pintó en el mapa de la Península Ibérica un hermoso círculo rojo, a la altura de la actual Navarra, para dar la bienvenida al vascónico a este selecto club de las lenguas con escritos en soporte duro.
A mí, esa última diapositiva del profesor Velaza en el Planetario, me impactó.
También eché de menos el compartir explícita y abiertamente las conclusiones que el profesor Gorrotxategi en el Planetario y en Aranguren llegó tras unir las evidencias de la famosa «t» (inexistente en Celtíbero o Íbero), los dos tipos de «r», la traducción de la primera palabra «Sorioneku» y su total similitud con nuestra actual «Zorion», el soporte en bronce, frente al plomo de los íberos, la última palabra de las escritas en la Mano, «eraukon», que siendo un verbo entroncaba perfectamente con la estructura actual de las frases en Euskera.
Fue un «sí, pero no». Esta sensación de «conducir con el freno de mano echado» no la saqué en las otras dos charlas de Velaza y Gorrochategui.
Es curioso, que en las tres charlas que he asistido, en las tres, todos los ponentes han dicho algo parecido a: «la Mano de Irulegi no nos enseña nada nuevo que no supiéramos ya».
… ¿Pero qué «sabíamos» la gente no erudita como yo? ¿Qué el euskara era o que no era de Navarra? ¿Qué era impuesto? ¿Qué nos lo han metido con calzador porque nos quieren anexionar a Euskadi? ¿Qué el euskara no era lengua materna en Navarra o que sí lo era?
Si tiráramos de hemeroteca ahora, tras el descubrimiento y estudio de la Mano de Irulegi, más de uno se sonrojaría de lo que decía sobre el euskara y la cultura vasca en Navarra. Tengo grabada la imagen de un alcalde navarro presumiendo y sacando pecho delante de la anterior presidenta del Gobierno de Navarra de no saber euskara, vanagloriándose de su ignorancia… triste, muy triste.
La Mano de Irulegi ha transcendido las cátedras, las universidades, los laboratorios y se ha convertido en un perfecto «artefacto pedagógico» para que lo que «ya sabían» los científicos e investigadores, llegue al Pueblo sin pasiones, intereses ni miedos.
Y esto que «ya sabían» lo voy a intentar decir, tras escuchar las tres charlas, lo más objetivo posible:
En Navarra se hablaba y escribía en euskara y ahora se sigue hablando y escribiendo en euskara.
Gracias a la Mano, esperemos que a nadie se le ocurra poner una rotonda en el monte Irulegi y sí que se invierta en Lakidain y en el yacimiento.
Y esperemos también que las oposiciones que el Gobierno de Navarra está presentando ante la OEPM contra las solicitudes de narca y propiedad intelectual de particulares que amenazan como buitres a la Mano de Irulegi, se hagan en tiempo y forma suficientes como para que la Mano siga siendo del pueblo.
En caso contrario, sería un craso error por parte de los guardianes de lo público.
* Presidente de la Asociación Cultural Arangurengo Telebista Aranguren Televisión
Naiz