Cooperativas Mondragón: la Democracia Económica es viable

Erik Olin Wright, destacado sociólogo izquierdista de EU, en la introducción del libro Emancipatory Real Utopias (Utopías reales emancipatorias, de muy próxima aparición) dice que hubo un tiempo en que:

“tanto los críticos como los defensores del capitalismo creyeron que ‘otro mundo era posible’. Generalmente se le llamaba ‘socialismo’. La mayor parte de las personas en el mundo de hoy, especialmente en las regiones desarrolladas, han dejado de creer en esa posibilidad. El capitalismo reina triunfante y el pesimismo ha remplazado el optimismo de la voluntad que Gramsci dijo una vez era esencial para transformar el mundo”.

Así introduce Wright el propósito de su libro: contribuir a reconstruir el sentido de posibilidad del cambio social emancipatorio, investigando las posibilidades reales de instituciones radicalmente diferentes que puedan potencialmente adelantar los propósitos igualitarios históricamente asociados con la idea del socialismo. Para ilustrar de qué se trata todo esto, el autor proporciona cuatro ejemplos de utopías reales: la presupuestación participativa de Porto Alegre, Brasil; Wikipedia; las Cooperativas Mondragón (CM), y el Ingreso Básico Incondicional. Dice que las CM demuestran la falsedad de la sabiduría prevaleciente de que “en una economía de mercado, las empresas cuya propiedad y administración está en manos de los trabajadores sólo son viables si son pequeñas y la fuerza de trabajo es homogénea. Podrán llenar nichos en la economía capitalista, pero no serán capaces de producir bie- nes complejos con tecnología intensiva en capital, para lo cual se requieren relaciones de poder jerárquicas y relaciones de propiedad capitalistas”. Lo marcado en cursivas se puede expresar también diciendo que, según la sabiduría prevaleciente, la democracia económica es incompatible con la producción industrial moderna.

Otro profesor universitario de EU, David Schweickart, que ha dedicado toda su vida intelectual a escribir sobre las alternativas al capitalismo, en After Capitalism (Después del capitalismo: Rowman & Littlefield Publishers, Nueva York, 2002) toma la Democracia Económica (DE) como el elemento central de lo que podrá ser la sociedad poscapitalista. Para Schweickart, la DE tiene tres elementos esenciales, el segundo de los cuales comparte con el capitalismo: 1. control democrático por los trabajadores de todas las empresas productivas; 2. el mercado como mecanismo principal de interacción entre empresas y de éstas con los consumidores; 3. control social de la inversión. Para mostrar la viabilidad del control de los trabajadores, Schweickart se refiere a las cooperativas de madera chapada en el noroeste de EU, a las 20 mil cooperativas de producción que existen en Italia, a las CM que son más productivas y más rentables que las empresas capitalistas, y a otras experiencias. Dice Schweickart que:

No es sorprendente que las empresas autoadministradas por los trabajadores sean eficientes. Puesto que el ingreso de éstos está atado directamente a la salud financiera de la empresa, todos los trabajadores tienen un interés en seleccionar buenos administradores. Puesto que la mala administración no es difícil de detectar para quienes observan de cerca y sienten rápidamente sus efectos, la incompetencia no se tolera por mucho tiempo. Aún más, puesto que los individuos tienen interés de asegurarse que sus compañeros de trabajo trabajen eficazmente y en no aparecer ellos mismos como flojos, se requiere menos supervisión.

El autor presenta la experiencia de las CM como la prueba empírica más cercana de que la DE funciona. Cuenta así la historia de lo que sucedió. En 1943, el cura rojo (José María Arizmendiarrieta) que apenas se salvó de ser ejecutado por Franco durante la guerra civil, consternado porque creía que Dios da a casi todos igual potencial pero ningún joven de clase obrera de Mondragón había llegado a la universidad, fundó en dicho pueblo (del País Vasco español) una escuela para niños de la clase obrera, estructurada para promover la maestría técnica y los valores sociales y espirituales. Once de sus primeros 20 estudiantes lograron graduarse de ingenieros. En 1956 cinco de ellos con otros 18 trabajadores establecieron, a instancias del cura, una cooperativa para fabricar estufas y calentadores. En 1958 se estableció otra cooperativa para fabricar máquinas-herramientas. En 1959, otra vez a instancias de Arizmendiarrieta, se estableció un banco cooperativo (Caja Laboral), lo que resultó ser una innovación decisiva, dice Schweickhart, pues el banco se convirtió en el punto central del sector cooperativo, proveyendo capital y experiencia técnica a las cooperativas que deseaban expandirse y a las que deseaban afiliarse. La Corporación Mondragón (su nombre oficial actual) se expandió más allá del pueblo, narra Schweickhart, y desarrolló una amplia gama de estructuras de apoyo: varias instituciones educativas, entre ellas una universidad técnica (Eskola Politeknoia), institutos de investigación (Ikerlan e Ideko), una organización de seguridad social (Lagun Aro) y una cadena de tiendas para el consumidor (Eroski). Schweickhart valora así el estado actual de CM:

CM es hoy el poder económico dominante en la región vasca de España. Su división de bienes de capital es líder en máquinas herramientas de corte en toda España y en igual situación se encuentra la división que fabrica refrigeradores, lavadoras y lavavajillas. Ikerlan es la única empresa de investigación que cumplió las especificaciones técnicas de la NASA y, por tanto, pudo realizar un proyecto en el trasbordador espacial Columbia en 1993. La Eskola Politeknoia es considerada por muchos como el mejor instituto técnico de España. En pocas palabras, tenemos aquí una corporación comparable en tamaño y en sofisticación tecnológica a una empresa multinacional capitalista, pero que tiene una estructura interna radicalmente diferente. Esta corporación cooperativa, propiedad de los trabajadores y administrada por ellos, es en esencia una federación de cooperativas, cada una propiedad plena de sus trabajadores. Los trabajadores de cada cooperativa eligen, en la asamblea general anual, a su mesa directiva que a su vez nombra a los administradores y elige delegados al Congreso de CM, en el cual se evalúa el plan para las CM que, una vez aprobado, es obligatorio para todas las cooperativas. Éstas en lo individual pueden disolver su contrato de asociación con CM si así lo desean, pero ninguna lo ha hecho nunca, ya que las ventajas de pertenecer superan con mucho las restricciones impuestas a la autonomía de la cooperativa: escalas salariales, diferenciales de ingreso permisibles, porcentajes de las ganancias a ser reinvertidas en la corporación o en la comunidad (p.67).

Más allá de los impresionantes logros de CM (algunas cifras se presentan en la gráfica), importa destacar que en comparación con la economía descalza (para usar una expresión de Manfred Max-Neef) que promueve el Banco Grameen como vía para superar la pobreza más extrema (véanse las entregas del 19 y 26 de marzo), la vía de las Cooperativas Mondragón es una forma radicalmente distinta de superar la pobreza en general (no sólo la extrema) y además transformar el mundo. La experiencia de las CM deja en claro que la economía controlada por los pobres no tiene que ser una economía descalza que sólo produzca en condiciones precarias artículos de baja calidad para pobres. La evaluación más amplia de la experiencia de las CM la dejamos para la próxima entrega.

http://www.jornada.unam.mx/2010/04/02/index.php?section=opinion&article=023o1eco