“Navarra será lo que los navarros y navarras quieran ser”
Ha tenido que llegar la declaración de alto el fuego permanente de ETA del pasado 22 de marzo para que Navarra, mejor dicho Nafarroa Garaia, adquiera un protagonismo inusitado en las declaraciones de la clase política y por ende en los medios de comunicación, tanto de nuestro país como españoles. Y en muchas de las intervenciones se ha insistido en que «Navarra no será moneda de cambio», y en casi todas se ha añadido la coletilla de que «Navarra será lo que los navarros y navarras quieran ser», matiz arriba o abajo. Resulta enormemente curioso, por no decir chocante, que quienes más han insistido en la españolidad de Navarra, en la negación de la conquista castellana y en la “voluntaria entrega”, salgan ahora con un proceder rayano en el histerismo, preocupadísimos por el futuro de una comunidad foral que han estado gobernando con una prepotencia insultante en los últimos años. Si tan seguros están de sus tesis ¿a qué viene tanto nerviosismo?
Herederos fieles de quienes no hacen tantos años protagonizaron una auténtica “limpieza ideológica” contra todos aquellos que eran rojos, nacionalistas o simplemente estaban enemistados por cuestiones menores, pretenden ahora dar lecciones de democracia y de respeto a no se sabe muy bien que principios fundamentales del navarrismo que deben guardar en alguna hornacina catedralicia. Decir que Navarra será lo que sus habitantes decidan es una frase de Pero Grullo, lo estridente sería decir que Navarra será lo que decidan los madrileños, los onubenses o los murcianos. Hasta ahí podíamos llegar. No se trata pues de sentar cátedra con enunciados pomposos, sino de disponer los instrumentos políticos concretos para que, más temprano que tarde, los ciudadanos navarros, desde Urdazubi a Cortes, se pronuncien en libertad sobre su futuro.
En cuanto a la frase tan manida de “moneda de cambio” habrá que añadir que Gipuzkoa tampoco será moneda de cambio, ni lo será Zuberoa, ni tan siquiera Araba. Lo que denota esta fijación enfermiza de UPN y de su berlusconiano presidente, Miguel Sanz, es que está reconociendo, dándole la vuelta a sus peregrinos argumentos, que Euskal Herria se extiende desde Lanestosa hasta Uztarrotz, desde Baiona a La Puebla de Labarka. Porque me dirán sino a que viene lo de la moneda de cambio. ¿Acaso dice tras el alto el fuego el presidente de Extremadura que su comunidad no será moneda de cambio, acaso lo dice el presidente de Castilla La Mancha o el del Principado de Asturias? Evidentemente que no, porque saben que la cuestión a dilucidar en el próximo futuro es cómo nos organizamos políticamente quienes vivimos en las tierras de Vasconia, de Euskal Herria, en definitiva, de Nafarroa Osoa.
Y a que esa decisión no coincida con sus parámetros políticos es a lo que temen los dirigentes de UPN y CDN, el presidente de la patronal Navarra CEN y algunos responsables del PSN y de la UGT de Navarra. Porque lo verdaderamente escandaloso es que hayan construido un entramado institucional basado en un llamado “Amejoramiento foral” que ha evitado como al demonio la consulta libre y directa a la ciudadanía. Tras la muerte del dictador Franco no se consultó a los ciudadanos del Estado español para que pudieran decidir entre la restauración monárquica o la III República y en el caso de Nafarroa Garaia tampoco se les consultó sobre la posibilidad de adoptar un sistema seudoforal, como el que hoy sufren, o construir una comunidad conjuntamente con los territorios hermanos de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa.
Decía hace ya casi 26 años Telesforo Monzón que «Nafarroa no tiene por qué venir a ninguna parte, ni incorporarse a nada, ni sumarse a nadie. A Nafarroa le corresponde estar y ser (Egon eta Izan). Nafarroa es Nafarroa». UPN y sus entornos se ponen enfermos ante la mera posibilidad de que la disposición transitoria cuarta de su sacrosanta Constitución se pueda poner en marcha y pretenden ahora eliminarla de un plumazo. Que la eliminen si les place, y que, de paso, eliminen la Constitución entera. No queremos que Navarra sea moneda de cambio ni de la paz ni de la guerra, no queremos que se integre en una comunidad autonómica estrecha y fracasada, queremos, como Monzón, que sea ella misma, porque «Nafarroa comienza en las playas del Cantábrico, que es el mar de Nafarroa». Y por supuesto que queremos y respetamos la decisión de los navarros y las navarras, porque Nafarroa será lo que ellos y ellas quieran ser. Y en esa solemne decisión tomarán parte los navarros de Angelu y los de Atharratze, los de Valdegobia y los de Trebiñu, los de Armintza y los de Orozko, los de Ataun y los de Irun y, en primera línea, por supuesto, los de Corella y Lerin, los de Doneztebe y Zangotza. Tal vez no lo hagan el mismo día y con la misma papeleta, pero lo harán, vaya que si lo harán. Y mientras ese momento llega, y teniendo en cuenta que a alguien se le ha ocurrido, con evidente éxito, que nuestro símbolo nacional, al menos en las carreteras, sea una ovejita latxa, a ir agrupando ovejitas, una a una, poco a poco pero con determinación, y sin que el sueño de una Navarra libre y soberana nos haga dormirnos en los laureles y dejar de contar. Es el momento de trabajar por el país más que nunca, reuniendo ovejitas, que los lobos, por lo que hemos podido ver estas semanas, siguen al acecho. ?