Hay un papel impresionante de Simone Weil que se publicó en 1950 en el número 26 de ‘La Table Ronde’ y que lleva por título “Nota sobre la supresión general de los partidos políticos”. Son veinte páginas, pero llenas de inteligencia y humanidad. La gran filósofa francesa, el único gran espíritu de nuestro tiempo según Albert Camus, ataca con una dureza espectacular el daño que el partidismo hace a la democracia y a la libertad de las personas.
Weil afirma que el partidismo obliga a una auténtica “dimisión del espíritu” que hace que los militantes se rijan no por el deseo de la verdad sino por la conformidad con las órdenes. ¿Y qué es lo que esta mujer tan especial, voluntaria de la Columna Durruti en España y resistente contra el nazismo en Francia, recomienda hacer? Lo cuenta con una parábola: “Si puede huir de las manos de esa gente que le amenaza con el látigo, huya. Y si puede evitar caer entre sus manos, evítelo”. El panfleto de la señora Weil, y digo panfleto en el sentido más elevado del término, termina con una declaración inapelable: “La operación de tomar partido ha sustituido a la operación de pensar”.
Yo no acostumbro a llevar sombrero, pero si lo llevara, hoy me lo debería quitar ante la enorme lección de dignidad que el electorado independentista ha dado a los partidos. Esto que ha hecho tanta gente de abstenerse, de no someterse más al chantaje, es una de las cosas más difíciles que ese país podía hacer. Y la ha hecho. Y ha vuelto a demostrar hasta qué punto el Primero de Octubre fue un terremoto que nos cambió la vida. El Primero de Octubre nos enseñó que nosotros teníamos el poder de cambiarlo todo y aquella enseñanza ha parido un país nuevo, con gente que se comporta diferentemente y que siempre encuentra la forma de sacar la cabeza y dejar claro que si ellos se rinden nosotros no.
Los datos, a este respecto, no dejan ninguna sombra de duda. El electorado independentista ha dicho basta y ha castigado duramente a los partidos políticos por su egoísmo, por su soberbia, por su sectarismo, por haber antepuesto la lucha por la hegemonía a la libertad del país y por haberse creído, en definitiva, que con el marketing y el control de los medios podrían hacernos olvidar.
La bofetada, como era previsible, ha sido especialmente dura con Esquerra Republicana, el partido que más ha hecho para destruir todo lo que significó el Primero de Octubre. Pero también el partido que más decisiones contrarias al sentido común ha adoptado, atrapado en el caudillismo delirante de Oriol Junqueras, que es el gran perdedor de esta noche.
Junts, evidentemente, tiene en la gran victoria de Xavier Trias en Barcelona un bálsamo que lo cura todo. La sensación ciudadana en la capital, muy extendida, era que había que echar a Ada Colau y Trias lo ha sabido hacer y lo ha hecho bien. Pero Junts no debería perder de vista que es precisamente en sus feudos donde la abstención es mayor.
En cuanto a la CUP, y en espera de los pactos que pueda haber en Girona, es evidente que no ha conectado tampoco con su electorado tradicional. Los tres partidos independentistas, pues, deben reconsiderar en serio qué hacen y cómo lo hacen. Y deben entender que buena parte del país ha cambiado para siempre y ya no les dejará hacer lo que quieran. Ninguna elección desde el Primero de Octubre es una elección más. La de esta noche tampoco.
Mientras, en el País Valenciano y las Islas la peor pesadilla se ha hecho realidad y el PP y Vox han logrado la mayoría de las instituciones. La subida de la derecha extrema y de la extrema derecha –también en el Principado, ¿eh?– es un fenómeno muy preocupante. En toda Europa hay un ascenso de la extrema derecha, y la culpa, en buena parte, la tiene la creciente desafección entre las clases medias y populares y esta ‘izquierdita caviar’ que ha hecho de la política un negocio.
Para los valencianos, y para los mallorquines, menorquines, ibicencos y formenterenses, sin embargo, se abre ahora un período muy complicado, en el que sufriremos mucho y en el que echaremos de menos lo que algunos hemos denunciado desde hace tiempo. En ocho años no se han hecho cosas tan básicas y necesarias como rebajar el techo electoral al 3% -¡mira que esto sólo habría cambiado cosas!- asegurar el requisito lingüístico o la reciprocidad de las televisiones públicas. Y cuando tú no haces el trabajo tus contrarios se aprovechan de ello.
Tendremos tiempo, estos días, de ir analizando aquí en VilaWeb con todo esto, porque esta noche hemos vivido unos pocos estruendos políticos. De momento, estén atentos mañana a la especial de ‘La tertulia proscrita’ que emitiremos a primera hora de la tarde y a todo el trabajo de análisis, mapas y datos que ya les vamos ofreciendo y que continuaremos ampliando esta noche y por la mañana.
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