Bastan cinco minutos para concluir que la falta de convicción de López como lehendakari es escandalosa. El dirigente del PSE-PSOE no se cree su papel, y estamos en septiembre, y sigue apareciendo en público como un mero portavoz de su partido. Titubea, duda, carraspea, pierde la cara y, en definitiva, no da ninguna sensación de seguridad cuando aborda los asuntos de su competencia.
Tan sólo en lo relativo al campo “antiterrorista” muestra cierta solvencia, parapetado en el tópico de la “tolerancia cero” y el alejamiento de equilibrios y equidistancias, en una argumentación fotocopiada de las que realiza habitualmente su socio Basagoiti.
López está naufragando, mientras intenta vender paquetes de medidas económicas, planes renove sobre el sector del mueble y otras ocurrencias. Se siente acogotado en su cargo, no es capaz de tomar aire y solamente le salva la falta de punch de la oposición jeltzale, desaparecida en combate y la anulación efectiva, vía represión, de la, en tiempos incómoda, izquierda abertzale.
El lehendakari deja frío hasta a un seguidor de Kaiku y anoche se libró de un K.O. técnico por el elenco de entrevistadoras que le pusieron en frente. Con un par de periodistas de fuste delante, tira la toalla en el segundo asalto.
Todo lo dicho no obsta para que sigamos pensando que tenemos López para rato. Es más, los planes comunicativos de Sabin Etxea, dando por perdida EiTB para años y apostando por los canales privados, no hace sino confirmar esa certeza.