Cinco siglos del Consulado

La misma ría que hoy vertebra la regeneración urbana de Bilbao fue la que cinco siglos atrás impulsó su florecimiento comercial y mercantil. Fluvial fue la vía de progreso para una villa que, situada al abrigo del Cantábrico y gracias a un incipiente intercambio transnacional de materias primas, creció de la mano de navegantes y mercaderes. Para resolver con celeridad los conflictos derivados de su actividad, nació en 1511 el denominado Consulado de Bilbao, cuyo quinto centenario se conmemora en junio. Fue el órgano precursor de la actual Cámara de Comercio, Industria y Navegación de la capital vizcaína.

El Consulado de Bilbao fue el segundo que se constituyó en España, tras el de Burgos. Su labor legislativa no se hizo esperar. Ya en 1520 se redactaron las primeras ordenanzas de seguros para someter a jurisdicción consular las pólizas o contratos, y en 1560 se aprobó el primer código mercantil bilbaíno. Reflejo quizá de la relevancia que alcanzó la villa como puerto de enlace comercial con el Atlántico Norte Europeo. El intercambio con ciudades como Brujas, Nantes o La Rochelle propició la llegada de empresarios y el desarrollo de nuevas actividades, como la fabricación naval o del hierro.

La presencia de mercaderes extranjeros creció de tal modo en el siglo XVII que las ordenanzas consulares de Bilbao tuvieron que regular su actividad para evitar que tomaran las riendas del gobierno del puerto. La preponderancia de los comerciantes fue tal en el propio Consulado que los hasta entonces mayoritarios capitanes y maestres pasaron a un segundo plano. El apogeo no se detuvo en el XVIII, cuando la apertura del nuevo camino de Orduña mejoró la relación comercial con Castilla y favoreció a la villa en su pugna con Santander por la hegemonía del Cantábrico.

La decadencia le llegó a la institución con 300 años, cuando la introducción de la Comandancia de Marina y la Capitanía del Puerto le despojaron de sus atribuciones. Los consulados se extinguieron con la creación del nuevo Tribunal de Comercio y el primer Código de Comercio Español, en 1830. Medio siglo después, en 1886, tomó el relevo la Cámara de Comercio de Bilbao, primera que se constituyó en España para promover la cooperación con el Gobierno central. “Los comerciantes, industriales, navieros y capitanes de mercantes avecindados en la villa” constituyeron el órgano con una suscripción anual de 20 pesetas por asociado.

En los 125 años de historia que ya suma, la Cámara de Comercio ha sabido recoger el testigo del Consulado para convertirse en referente de empresas e instituciones gracias a su implicación en el desarrollo de un territorio que, más allá de la villa, ha ampliado sus fronteras a las localidades limítrofes que conforman el llamado Bilbao metropolitano. Además de llevar el puerto a la desembocadura de la ría para impulsar su crecimiento, el organismo ha destacado también por la defensa de otras infraestructuras como el aeropuerto. Primero, al apostar por la continuidad de la antigua terminal de Sondika cuando corría peligro de tener que cerrar sus puertas y ahora por impulsar nuevos destinos desde Loiu.

La Cámara mantiene una estrecha participación en una feria de muestras que, reconvertida en BEC, se trasladó en 2004 a Barakaldo, y ha sabido completar su oferta con la educación. En primer lugar, con la iniciativa para que Bilbao contara con una universidad comercial, la de Deusto, que abrió en 1916, y después con su escuela de idiomas y centro de formación universitaria, que a día de hoy se mantienen como referentes para empresas y profesionales. Por la formación y la innovación pasa precisamente el futuro para mantener a la capital vizcaína en el privilegiado lugar económico y comercial que desde hace 500 años le corresponde.

 

Publicado por El País-k argitaratua