El futuro y el pasado son contemporáneos, proclamaba Eduardo Chillida en su discurso de investidura como Académico Honorario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Es decir: responsabilidad y posibilidad. De lo hecho y el porvenir.
Hoy, 01.11.2011, el primer día de la segunda década del tercer mileno empieza con el desconcierto del año nuevo, suena una marcha radical, un epitafio cultural: se anuncia el cierre de Chillida Leku. La tristeza ocupará durante un tiempo la presencia de personas y tal vez el silenciosos diálogo que deje este vacío, que tiene más dimensión que la cuantitativa, nos llene de remordimiento, obligue a reflexionar culturalmente y en definitiva a abrir un tiempo nuevo conceptual y museístico.
Este lugar, en torno al baserri Zabalaga convertido desde el 16 de setiembre de 2000 en museo por deseo del gran escultor vasco Eduardo Chillida (1924-2002) es básicamente una intervención escultórica en la naturaleza de un paraje singular de Hernani. Chillida cuando conoce Zabalgana en 1983 se plantea una gran utopía, de griego oú (no) y tópos (lugar), el hecho que todavía no existe, el sitio que se transformará en lugar. Y se expresa cuando afirma,” Un día soñé una utopía: encontrar un espacio donde pudieran descansar mis esculturas y que la gente caminara entre ellas como por un bosque.”
Allí, la naturaleza circundante se hace comprensiva e incorpora las esculturas como algo consustancial a un paisaje evolutivo donde con el paso del tiempo, las esculturas que también envejecen, podrá decirse que están incluidas en el lugar, no implantadas. Así surge Chillida Leku un espacio expositivo como síntesis del trabajo de un gran artista vasco a lo largo de medio siglo que ya tuvo un reconocimiento universal con el Gran Premio Internacional de Escultura de la Biennale di Venezia en 1958.
Es significativo que la, quizá, más importante creación cultural de esta década tenga que cerrarse al final de la misma. El riesgo económico de los museos de autor a pesar de la relevancia del artista, la calidad de la obra expuesta y la belleza del espacio museístico tiene varios significados. Uno, muy preocupante es el escaso interés de una, desgraciadamente, mayoría de nuestro pueblo vasco por su propia cultura y de la que los museos son un exponente de su desarrollo cívico, progreso intelectual y riqueza creativa. La cultura es una inversión que no puede tener una consideración con un mera dimensión dineraria.
Ya en los momentos de mayor pujanza del museo se pensaba en una posible ampliación del actual recinto de 13 hectáreas situado en Hernani incorporando las 37,5 de los terrenos de la colindante yeguada militar de Lore Toki como cesión del Ayuntamiento de Donostia, aunque aún no transferidos. Quizá contemplando esta probabilidad se encuentre la solución a la grave crisis económica y cultural presente.
En esta nueva área se podría construir un edificio ajustado, rotundamente integrado en la naturaleza circundante en sintonía con Chillida Leku manteniendo su configuración actual. Dedicado, con visión de país y carácter de museo nacional, como colección propia permanente a la escultura vasca moderna y contemporánea con espacios internos y externos capaces de mostrar exposiciones temporales de obra ajena y otros fenómenos artísticos interrelacionados junto con algunas dependencias más que deberían estudiarse. Es preciso también exponer la obra de otros importantes escultores vascos como Aizkorbe, Anda, Aranberri, Arrizabalaga, Badiola, Garraza, Ibarrola, Irazu, Jauregi, Lasa, Larrea, Lertxundi, Mendiburu (+), Mendizabal, Moraza, Oteiza, Salazar, Zugasti, y otros más que lamento no recordar.
¿No es quizá esta la oportunidad de plantearse la musealización de la obra del trascendental movimiento creativo artístico que supuso la aparición en 1966, como inicio de una nueva era cultural de una Escuela Vasca y un Instituto de Investigaciones Estéticas, con los grupos Gaur en Gipuzkoa, Emen en Bizkaia, Orain en Araba y Denok en Nafarroa?
¿O por qué no pensar en todas aquellas intenciones de las que tan demagógicamente se ha hablado para inoportunamente instalar en Urdaibai un indefinido centro artístico creativo situando aquí en una ampliación un centro de investigación artístico en relación incluso con Arteleku?
La gestión del nuevo museo, fusión de dos recintos, de iniciativa mixta pública y privada y quizá compartiendo la propiedad patrimonial podría ser una fundación y en la práctica además de un director artístico, incluso con una funcionalidad similar al Bibat (dos en uno) de Gasteiz, un sólo ingreso para acceder a dos museos diferentes, el de Naipes y el Arqueológico. En esta figuración ambos espacios escultóricos serían diversos y complementarios. Besarkada, recordemos la concordia del feliz abrazo de Oteiza y Chillida.
Asimismo, hay que considerar el futuro inmediato de Euskal Herria si podemos superar los nocivos efectos de la nefasta mentalidad provincialista, ante la ineludible, inminente y tardía fusión de las cajas de ahorro vascas, con la imperiosa necesidad de una mayor dedicación a la obra socio cultural más allá de algunas exposiciones para cubrir las apariencias y ciertos cargos. Esta nueva potencia económica debería contemplar en sus estatutos y como referencia real e irrenunciable el fomentar las Bellas Artes especialmente las vascas, quizá tomando como referencia CaixaForum de Barcelona e incluso Caixa Catalunya.
La pretensión de la familia Chillida de recaudar dinero vendiendo a través de la casa de subastas Sotheby´s doce esculturas de gran tamaño, algunas de la colección personal, es decir de la más íntima o querida revela algo comprensible y doblemente grave: un severo problema financiero y como consecuencia la disgregación de una colección que precisamente se fue reuniendo años atrás, no vendiendo más, con el propósito de constituir el soñado museo con un buen contenido. Entre ellas está la escultura “Consejo al espacio XVII”.
Sería un enorme despropósito que debe analizarse y creo paralizarse. Una intención en total contradicción, como incluso manifiesta involuntariamente el hijo del artista y portavoz, “Sacar obra a la venta para que vaya a otros mercados, como el de China…La necesidad de que el legado de aita siga moviéndose por el mundo… El estaba muy pendiente del entorno en que iban a estar expuestas su obras” ¿Cómo se garantiza qué en lugar de estar en museos importantes no las compren acaudalados empresarios o mandatarios de algún corrupto paraíso fiscal sin más criterio que la inversión o el esnobismo y acaben delante de una urbanización, una petrolera o una rotonda; es decir en un “no lugar”. Es preocupante este apresurado planteamiento mercantil que desprecia, desaconseja el sentido del espacio y trata la obra de Chillida como mercancía incontrolada para exportar no importa dónde.
Ante estas circunstancias de dispersión de la obra es preciso, quizá imprescindible, que por la dignidad cultural de Euskal Herria y ante la pérdida de un importantísimo patrimonio escultórico, se incoe expediente para la declaración de Bien Cultural Calificado de, al menos inicialmente, dichas doce obras. Así se podría ejercer el derecho de tanteo o retracto por Eusko Jaurlaritza y si somos tan indiferentes ante nuestro propio arte, de oficio el Ministerio de Cultura del Estado.
De la misma manera que el Guggenheim Bilbao tiene importantes apoyos de Empresas Benefactoras y Patronos Estratégicos, es preciso implicar también a todas ellas y otras grandes empresas en el patronazgo de museos verdaderamente vascos. Incluso pensando sólo en las radicadas en Gipuzkoa aun siendo cooperativas, como CAF, Irizar, Ikusi, Orona, MCC, o de ámbito nacional Euskaltel, Eroski, Petronor, Iberdrola, Gamesa, etc. podrían además de por prestigio propio y el favorable tratamiento fiscal, como misión de salvación adquirirlas y cederlas en depósito en un museo ampliado.
¿Cómo es posible que estas compañías sigan apoyando sin reproche alguno a una institución cultural, en realidad a un notabilísimo edificio que sirve o contiene un museo, sometido y sumiso a los intereses de la Guggenheim Foundatión de New York sin un director artístico y con una nefasta gestión económica consentida consistente en una estafa de dinero público y unas enormes pérdidas por aventuras mercantiles ante la sorprendente indiferencia del director de la sucursal de Bilbao? Todo ello ante la permisividad de las instituciones implicadas en el patronato del museo, el Gobierno vascongado y Diputación. ¿Es razonable en cambio que dichas empresas sean indiferentes ante uno de los museos verdaderamente vasco?
También puede, y en parte debe, aplicarse la Ley 7/1990, de Patrimonio Cultural Vasco que dispone en su artículo 106.1 “Las Administraciones de la Comunidad Autónoma del País Vasco y de sus territorios históricos reservarán, en el presupuesto de las obras públicas de importe superior a cincuenta millones financiadas total o parcialmente por aquéllas, una partida equivalente, como mínimo, al uno por ciento del importe de las mismas, con el fin de invertirlo en la conservación, fomento de la creatividad artística, puesta en valor y difusión de los bienes protegidos por esta ley.” Con a particularidad de que en Gipuzkoa, la Norma Foral de 1984 (BOPG 08.06.1984) obliga a que se destine el 2% . C como obra de referencia pudiera ser la Autopista del Urumea.
¿Qué clase de país estamos construyendo sí se producen percances de esta naturaleza? Chillida Leku es una afortunada y muy conocida expresión universal de la cultura del hierro que muestra un rasgo singular de la capacidad creativa y la identidad del pueblo vasco. Es no sólo un museo, algo más, un modo de ser, un espacio espiritual, en suma: un patrimonio cultural vasco
Es preciso recordar como antaño se creó, aunque en otra jurisdicción cultural de Euskal Herrial, la pionera intervención artística en un paraje natural realizada entre 1956 y 1959 según proyecto de Jorge Oteiza y el arquitecto Luis Vallet en el monte Agiña de Lesaka, con una estela de piedra y la pequeña capilla constituyendo el bellísimo homenaje a Aita Donostia (1886-1956).
¿Cuando se reconocerá este recinto museístico, tal como prevé la citada Ley en su artículo 2.2 c) “Espacio cultural, entendiéndose por tal el constituido por lugares, actividades, creaciones, creencias, tradiciones o acontecimientos del pasado vinculados a formas relevantes de la expresión de la cultura y modos de vida del pueblo vasco.”
Es asimismo un serio problema laboral, regida por un ERE, la situación de las 23 personas empleadas en las diversas actividades del museo a las que debo resaltar, por la amabilidad y facilidades dadas en cuantas ocasiones he acudido acompañando a grupos de destacadas personalidades culturales forasteras un sincero agradecimiento. Y también cuando he solicitado información documental facilitándola rápida y gratuitamente al contrario de otros museos y archivos de nuestro país que dificultan y venden la información.
Hay un día en el año nuevo de cierto simbolismo para la esperanza y el principio de una época diferente consecuencia de una inteligente decisión y culta respuesta, el 21 de marzo en el inicio de la primavera.
A Eduardo Chillida por soñar en este lugar, su ilusión y la inversión realizada y a todos los que han colaborado en estos diez años a consolidar esta gesta cultural, a pesar del colapso sufrido, el profundo agradecimiento que seguro comparten miles de personas en la humanidad.
Como decía su admirado filósofo alemán Martin Heidegger (1889-1976) en su obra Die Kunst und der Raum (El arte y el espacio) “Las cosas no sólo pertenecen al lugar son el lugar”