Carta a Jorge Fernández-Díaz

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Estimado, o no, Jordi (ups… perdón, Jorge):

Disculpa que te escriba esta carta un poco alterado pero es que, estaba viendo mi serie de televisión favorita, y alguien me ha interrumpido ese momento de placer llamando a la puerta. He dejado el capítulo en el momento más interesante para comprobar quién era y me he topado con dos señoras mayores que me han preguntado si me gustaba la lectura. Al responderles afirmativamente, me han dicho que tenían un libro que me iba a gustar mucho. Cuando he visto la portada, lo he entendido todo. Me he llenado de infinita comprensión porque sé que sus creencias dan sentido a la vida de muchas personas y que, por lo tanto, se merecen un respeto. Con educación, con mucha educación y empatía, les he respondido que estaba encantado de recibirles pero que ayer ya había comprado un kilo de budismo (no han entendido la broma del Doctor House). Pero han insistido. La casualidad ha hecho que en el mueble del recibidor estuviese el libro que me estoy leyendo ahora. No sé si lo conoces. Se trata de “La máquina de follar” de Bukowski. Pues, me han mirado y se han marchado ofendidas. Tras cerrar la puerta, y en un estado de confusión moral, me he sentado de nuevo en el sofá y, ¿sabes lo que he visto? Los títulos de crédito de la serie. Total que, más decepcionado que la calculadora de Albiol contando escaños, me he puesto a navegar por internet y me he topado con tu cara. Estabas excavando algo ante la vigilante mirada de un guardia civil y un obispo. En un segundo término me ha parecido ver al Cid y a los Reyes Católicos pero quizá era un efecto óptico. Si te soy sincero, he pensado que estabais enterrando a alguien en plan “postureo Tarantino” pero sólo se trataban de las obras de un cuartel de la Guardia Civil. Eso sí, me ha llamado mucho la atención el titular de la noticia: “el ministro Fernández Díaz vuelve a condecorar a la Virgen”.

¡Qué obsesión con las vírgenes! Si te unes a Sánchez-Dragó y a Salvador Sostres podréis formar el Trío Andropáusico.

Ahora en serio: creo que en un estado laico como en el que supuestamente vivimos, es muy importante que los poderes y las instituciones mantengan cierta distancia. Que la Iglesia católica es una institución importante, no lo niego. Sin embargo, crear en el imaginario colectivo de una sociedad multicultural y multireligiosa, que hay espacios religiosos que están indefectiblemente unidos al poder, no parece especialmente sensato. Respeto las creencias religiosas que puedas tener en privado (o en público), como creo que se deberían respetar, no sólo el resto de creencias, sino también la ausencia de ellas. Al final, todos dialogamos con la fe (o con la ausencia de ésta) desde nuestra propia libertad. En resumen, que Jorge Fernández-Díaz haga lo que quiera con sus creencias pero que el Ministro de Interior se abstenga en el futuro (ya sé que te queda poco futuro político, afortunadamente) de unir con pegamento la Guardia Civil, la Iglesia y el poder político en una extraña amalgama. Sobre todo porque el aroma a tardofranquismo, al menos a mí, me resulta profundamente desagradable. Supongo que la Santísima Virgen de los Dolores de Archidona es muy importante pero también son importantes los miles de ciudadanos que se mueven por otras creencias. En definitiva, yo pienso como Borges: “creo que es mejor pensar que Dios no acepta sobornos”.

Carta a Jorge Fernández-Díaz #VírgenesCondecoradas