Bastarreche, el almirante asesino que tiene una plaza en su honor en Cartagena

Miles de civiles murieron tras un bombardeo naval ordenado por el militar

Rebelion

Málaga. 8 de febrero de 1937, cien mil personas huyen en desbandada de los fascistas, cuyo avance viene precedido del terror que provoca el ataque de los moros, violando y asesinando a mansalva. Un inmenso gentío de hombres mujeres, niños, carros, mulos, burros y ganado, colapsa la estrecha carretera de la costa que lleva hacia Motril.

Paralelo a la costa, los tres cruceros franquistas, Baleares Canarias y Cervera, al mando del vicealmirante Francisco Bastarreche y Díez de Bulnes, acompaña a la inmensa columna de refugiados, haciéndole fuego con la artillería principal, la secundaria, la antiaérea, e incluso haciendo que la marinería abarloada, les haga fuego con sus fusiles.

La distancia de separación con los acantilados hasta los buques es de 300 metros, una distancia de seguridad para que no alcancen a los barcos los rebotes de los grandes proyectiles al impactar contra las rocas.

Según el cuaderno de bitácora del crucero Canarias mandado por el almirante, los buques realizaron alternativamente hasta tres viajes a Algeciras para repostar carburante y munición de artillería y fusilería.

Se calcula entre 3.000 y 5.000 en el número de víctimas civiles del bombardeo naval.

Este tipo de acciones está tipificado en el Código Penal como crímenes de lesa humanidad y según las leyes internacionales, como crímenes de guerra. El máximo responsable de este asesinato masivo de civiles indefensos fue el almirante Bastarreche.

Hoy en Cartagena, Bastarreche tiene una gran plaza que lleva su nombre y una estatua que recuerda a este siniestro personaje.

La Asociación de la Memoria Histórica de Cartagena lleva varios años intentado eliminar el nombre del militar del espacio urbano de la ciudad, sin éxito.

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