La Bienal de Venecia es una exposición internacional de las artes. Sin embargo, sería más preciso haberla denominado «interestatal», dado que quienes a ella han concurrido lo han hecho en representación de sus respectivos estados. Así ha ocurrido en su larga historia, hasta la actual edición, a la que por primera vez han acudido varios pueblos sin estado, a saber, Kurdistán, Irlanda y Euskal Herria. No cabe sino felicitarse por esa presencia, debida «al coraje de la administración municipal de Venecia», en palabras del escritor italiano Giovani Giacopuzzi, quien presentó ayer en Donostia el libro «K Planet», una de las aportaciones vascas a la Bienal en curso. Sin embargo, la participación de Irlanda y Euskal Herria, dos naciones europeas sin estado, no se debe a la invitación directa de la Bienal, sino a la de los representantes de Kurdistán, éstos sí, invitados por la exposición, que hizo posible la participación irlandesa y vasca. Los tres pueblos sin estado comparten desde junio, y lo harán hasta setiembre, el pabellón «Kurdistán planet» en la iglesia de San Leonardo de Venecia para desarrollar sus actividades culturales y artísticas, reivindicando la idea que Giacopuzzi subrayó ayer en la presentación de su libro: culturas contaminantes y contaminadas en lugar de culturas dominantes. Y demostrando que la solidaridad entre pueblos no es una palabra vacía.