Aprovechar la oportunidad para no desperdiciar el sueño

Pocas horas, pocos días antes de la sentencia al derecho de autodeterminación de Cataluña, nos volveremos a mirar en el espejo como sociedad, como país, como comunidad que tiene el deber de preparar un futuro mejor para sí misma y para sus hijos. Así como el Primero de Octubre nos puso a prueba y nos ayudó a reconocernos con nuestros derechos y una dignidad granítica, la sentencia a los gobernantes y dirigentes del referéndum nos llama a dar una respuesta que nos haga mejores, más fuertes y más libres.

Y esta es una responsabilidad de todos. De los partidos y de los gobernantes, primero. Pero también de una sociedad que no espera que le digan lo que debe hacer porque ya se ha empoderado y sabe que tiene la custodia de unos derechos civiles, sociales y políticos que tiene todo el derecho de ejercer y hacer respetar. Porque este camino de libertad y de autoafirmación no lo habríamos recorrido si la gente no hubiera tomado conciencia de su fuerza cuando actúa de manera coordinada.

La sentencia a nuestros compañeros y compañeras, juzgados por haber puesto urnas hace dos años, puede marcar un cambio de ciclo. Puede abrir una nueva etapa en la que volvamos a tomar la iniciativa, en la que la represión no nos lleve a quedar acorralados y a políticamente la defensiva. Una nueva etapa en la que volvemos a la dinámica de la confianza que nos ha llevado a los mejores momentos de este proceso emancipador. Una nueva etapa en la que la generosidad y el sentido de país vuelvan a pasar por delante del interés de los partidos y las batallas por hegemonías que sólo servirían para gestionar una autonomía vigilada y miserable.

No podemos seguir pensando en que hay que gestionar esta autonomía permitida, que se nos brinda como una concesión de España. La sentencia debe llevarnos a la recuperación de la dinámica ganadora, la que hace propuestas de futuro, la que debate cómo queremos que sea el Estado que vamos construyendo. No ampliaremos ninguna base pidiendo permiso y esperando que se nos dé. Tan sólo la defensa de la democracia y de la voluntad popular nos puede llevar al crecimiento de una base de consenso aún más amplia. No se darán nunca las condiciones para levantar una República de mujeres y hombres libres si no la empezamos a defender cada día desde nuestras responsabilidades.

Por eso quiero hacer una llamada ahora que vamos a conocer de manera más clara que nunca las limitaciones democráticas del Reino de España. Un llamamiento a los partidos que quieren un futuro libre para Cataluña. Una llamada a no ahorrar el sueño. A mirar el horizonte para tomar las decisiones del presente. Ahora no es momento de pensar en las elecciones que puedan venir. Tenemos que pensar en las futuras generaciones. Es por ellas por las que hay que tomar las decisiones de hoy. La calidad de nuestros sueños de hoy determinará la calidad de vida que tendrán nuestros hijos y nietos. Y, sabiendo cuáles son nuestros sueños, hace falta que ahora nos comprometemos a hacerlos posibles con propuestas concretas que devuelvan la confianza y la fuerza a todos. Debemos hacer la República Catalana sin excusas y sin miedos.

Es muy posible que la sociedad catalana se vuelva a movilizar como nunca para mostrar su rechazo a las sentencias. Llamo también la sociedad catalana a hacer estas movilizaciones como las hemos hecho siempre: con civismo, respeto, de manera pacífica y determinada. No podemos caer en ningún caso en las provocaciones que puedan llegar. Ya se ha visto que los adversarios de la libertad de Cataluña nos querrían violentos y agresivos. Y nosotros sabemos que la única manera de ganar este combate es en pie de paz y con la firmeza de las convicciones democráticas.

Hemos recorrido caminos difíciles últimamente. No hemos retrocedido, pero no hemos avanzado como habría sido necesario. Y ahora es el momento de retomar el camino. Volvamos a la confianza, sin engaños ni espejismos, pero sin renuncias ni pugnas estériles. Lo decía Albert Camus: la libertad no es más que una oportunidad de ser mejores. Aprovechémosla. Seamos libres, porque es la única manera de ganar la libertad. Es decir, la independencia.

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