Amaiur. Su coraje nos interpela

El castillo de Amaiur (1522), en Baztan, fue el último bastión de la resistencia a la conquista española del Reino de Nafarroa.

Los rebeldes, con su acto de coraje, buscaban que los navarros, sometidos al reino de España, interpelados por su acto de valor, se sublevasen también contra los conquistadores.

He aquí la inolvidable lección que Amaiur nos ha legado: si nosotros hemos sido capaces de plantar cara a los conquistadores del Reino de Nafarroa, nuestro pueblo puede hacerlo también en cualquier momento, porque siempre hay razón para rebelarse contra el opresor.

¿Por qué a pesar de que han transcurrido 500 años de ese acontecimiento, Amaiur perdura en nuestra memoria colectiva? ¿Por qué se ha convertido en una derrota… victoriosa?

Analicemos el proceso subjetivo presente en este proceso. El coraje de los defensores de Amaiur, 500 años después, continúa haciendo una llamada a nuestra subjetividad para romper con la norma del conquistador (salir del sometimiento al superego hispano-galo), salir del estado de angustia (causada por el miedo a las represalias del Estado español y francés) y pasar al coraje para conseguir justicia (una Euskal Herria independiente de los dos estados). Estamos, por tanto, ante una interpelación que sigue y seguirá llamando a nuestra conciencia nacional.

Por eso han sido y siguen siendo un referente para todos los que han luchado y luchan por la independencia de Euskal Herria. Que Euskal Herria puede rebelarse contra la opresión a que está sometida es un hecho que aflora en múltiples acontecimientos a lo largo de la historia: matxinadas, guerras carlistas, MLNV, etcétera. Y es que, como dice Lacan, no hay coraje inútil.

Por significativa, en la medida que enlaza pasado y presente de la conquista del reino de Nafarroa, mencionemos lo relatado por Jorge Oteiza (Agradecimiento por la medalla de Oro de Navarra, Egin, 3/12/92) y que ejemplifica lo anteriormente referido.

Nuestro escultor universal afirma que la crisis de identidad que estamos sufriendo es por la falta de memoria histórica; pasando a ilustrar esta tesis a través de dos personajes, uno navarro y otro guipuzcoano que, sin conocerse, van a tomar decisiones idénticas. Oteiza, cuya familia tuvo que emigrar a Gipuzkoa tras la conquista de Nafarroa, identifica dos momentos de la historia, alejados varios siglos: el desplante del Vaticano para con el católico José Antonio de Agirre en tiempos de la Guerra Civil y la venta de bulas del Papa Julio II a los Reyes Católicos para que Navarra no ofreciese resistencia al duque de Alba y legitimar la conquista de una Navarra recién excomulgada.

El escultor refiere el momento histórico en el que el Papa Julio II, con el dinero obtenido de las bulas mencionadas, financió el trabajo de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina para su gloria personal.

El navarro, tras la Guerra Civil, desde Buenos Aires decide hacer justicia histórica con el Vaticano. Estando allí, Oteiza contacta con otro navarro de Caparroso, Pablo de Rada, el heroico mecánico de la expedición aeronáutica transatlántica del Plus Ultra (1927), dispuesto también a llevar a cabo el bombardeo del Vaticano, con todo lo que ello implicaba. Es evidente que Rada y él son otros de Amaiur.

He aquí algunos momentos históricos de esta encuesta cualitativa sobre la interpelación de Amaiur, que perduran en nuestro imaginario colectivo y que hablan de la permanente actualidad de esta histórica decisión, de este imperecedero acto de coraje.

Monolito dedicado a los defensores de la soberanía de Reino de Navarra en el castillo de Amaiur. Fernando Anbustegi

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