En 1512 el duque de Alba invadió Navarra. El Estado vasco perdió su independencia, su existencia institucional. Se cayó del mapa. Hoy nos cuentan que se incorporó voluntariamente a España.
En España se cuenta que vizcaínos, guipuzcoanos y alaveses conquistaron Navarra. Por eso se puso la capital en Bilbao (¡es ironía!); y los impuestos navarros se pagaban en Donostia. De ahí los cañones que dejaron los navarros en el escudo guipuzcoano (insisto; es coña).
En 1200 Castilla invadió el territorio marítimo de Navarra, y lo separó del resto de Euskal Herria. Hoy nos cuentan que unos somos vascos, y no navarros; y otros navarros, y no vascos. Y no se sabe bien por qué, ni de dónde viene esa dispraxia.
En las guerras carlistas el nombre del ejército de la reina Isabel era el de ‘Ejército de ocupación’. Hoy nos cuentan que los voluntarios que lucharon contra esos ocupantes eran carcas, y los giristinos (giris) e isabelinos eran liberales y progresistas.
En la guerra del 36 las tropas navarras conquistaron Gipuzkoa y Bizkaia (después de una matanza de rojos y separatistas en sus propios pueblos; dicho sea de paso). Por eso se puso la capital de Vasconia en Iruñea, se obligó al uso del euskera baztanés y los impuestos se pagaban en Pamplona (¡también es ironía!).
El euskera ha estado prohibido y perseguido durante siglos. Siempre la lengua fue compañera del imperio (Antonio de Nebrija). La lengua española, claro. Pero hoy nos cuentan que el euskera ha retrocedido por el abandono y falta de aprecio de los euskaldunes.
En Francia se cuenta que en el Pays Basque se habla euskera porque hubo una ‘euskaldunización tardía’ desde territorio español allá por el siglo VI. En España se cuenta que antiguamente las provincias vascas estaban habitadas por pueblos celtas; y que hubo una ‘euskaldunización tardía’ desde el norte francés allá por los siglos V o VII.
En España se cuenta que la policía no tortura. O, vamos, si se demuestra lo contrario o se condena desde tribunales europeos, digamos que se tortura ‘lo normal’.
En España se cuenta que Francisco Xabier era español (aunque nació en Navarra), que Elkano era español, que Séneca era español, que los dinosaurios que dejaron sus huellas en las tierras de Soria eran españoles. Porque esa tierra siempre lo ha sido (como México, Cuba o Filipinas en la Constitución de 1812).
En Francia se cuenta que en la antigüedad los habitantes de Aquitania eran galos, luego eran franceses, y que la conquista de Baiona o Maule (1451, 1453) era recuperar esas ciudades de manos de los ingleses.
En Francia se cuenta que Catalina de Foix, Margarita de Angulema o Joana de Albret eran grandes reinas francesas.
En España se cuenta que las mujeres vascas eran pérfidas brujas, comían niños, se untaban el cuerpo con pócimas y volaban. Que se ayuntaban con el demonio. Y hoy nos hace mucha gracia que las quemaran. ¡Como a los judíos en los hornos crematorios, vamos!
La labor de Nabarralde
Nabarralde trabaja para que estas historias que nos cuentan no sigan sembrando de complejos y autodesprecio a la población vasconavarra. Para conocer los hechos y las circunstancias desde nuestro punto de vista, centrado en nuestra nación, no como satélite de otras. Para entender el pasado y preparar el futuro, para trasladar estas reflexiones a nuestros vecinos, a la juventud que tiene el porvenir en sus manos. Para saber quiénes hemos sido; cuál es nuestra cultura e identidad, y cuáles han sido las vicisitudes que nos han traído hasta el presente. Porque el pueblo que no sabe quién es, como hicieron aquellos navarros en el 36, construye su futuro a la contra.
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