25 de diciembre, día de navidad. Suena el despertador y saltamos de la cama, con una gran alegría, a pesar de que, sin darnos cuenta, nos hemos pasado un poco en la cena al celebrar la llegada del niño Jesús, que tanta paz vino a traer al mundo… Y aquí nuestro primer agradecimiento a quien en su momento diseñó la política de dispersión de los presos políticos vascos por las cárceles del reino (reino de España, por supuesto), y en lo que le toca a aquel que colaboró “desde casa”, y ellos ya me entienden, en esa dispersión.
El motivo de esa alegría y ese primer agradecimiento no es otro que el saber que por delante tenemos un espectacular viaje de
Pues eso: cogemos el coche y nos lanzamos a la carretera, a esa apasionante aventura proporcionada graciosamente por no sé qué ministerio (gracias Sr. Ministro) de atravesar el reino de España. Tenemos por delante, como ya he indicado arriba,
Pasamos junto a Zaragoza y nos acordamos que en la prisión de Zuera, en Zaragoza, hay una veintena de presos políticos, perdón, voluntarios exiliados, que también por la gracia del mismo ministerio están pasando una buena temporada lejos de su entorno. Aunque sus familias (¡pobrecicas ellas!), no pueden gozar tanto como nosotros de las excelencias de los viajes por no estar tan aislados y alejados como nuestra hija. (Un recuerdo para todos ellos, y en especial para Arantza, que lleva más de 2 años encerrada por el horrible delito de ser de Batasuna y estar en unas negociaciones de paz…)
En fin, continuamos nuestro periplo navideño y pasamos cerca de Daroca. Diría otro tanto que de los anteriores: que los familiares de los ocho ciudadanos aquí ingresados no pueden gozar tanto como nosotros de los placeres del viaje de aventura, se limitan a hacer cada semana tan solo
Descendemos de la meseta hacia el Mediterráneo, y por lo tanto, los alicientes meteorológicos del viaje disminuyen con la altitud. Aunque es indescriptible la alegría que nos llena el cuerpo al saber que empalmaremos con la autovía que viene de Barcelona, de Europa, con sus miles de camiones que en alegre y multicolor caravana la surcan diariamente, de norte a sur. De sur a norte, en un vaivén, parece que sin final. Esta alegría será sólo comparable a la de los familiares de los 23 ciudadanos vascos que semanalmente tienen que acercarse hasta Picasent (qué hermosos muros los de estos dos centros residenciales, apreciables a simple vista desde la carretera), que verán con pena cómo se les termina el viaje. Aquí tendrán la ventaja de no encontrarse con otros familiares, pues los directivos de la cárcel se empeñan en convencerles de que las relaciones sociales pueden crearles problemas y optan por hacer lo posible para que no coincidan en sus visitas. (Aquí otro recuerdo muy especial para Eneko Olza, condenado a 10 años de cárcel por quemar un cajero, hecho que él negó, con la única “prueba” de una cazadora que el autor de los hechos llevaba, similar a una que él tenía. ¿Para qué recordar que el asesino de Nagore Lafage fue condenado a 12 años y que está en la cárcel de Iruñea?; y para Iosu Beaumont, con una condena de ocho años de cárcel por el casi imperdonable delito de pertenecer al movimiento pro-amnistía).
Así que como este escrito es de agradecimientos, hagámoslo con
Bueno. Ya hemos cubierto una mitad de la ida, de este viaje, que se diferencia de otros anteriores en que al ser Navidad, desgraciadamente hay menos vehículos en la carretera, con lo que pierde parte de su atractivo y sus alicientes de peligrosidad. Para colmo los temporales de diciembre han dado un respiro y las inclemencias no nos han acompañado en el trayecto recorrido.
Así que continuamos, pasando por las puertas de la impresionante cárcel de Villena (14 ciudadanos vascos) cuyos familiares pueden empezar a estar contentos, pues la distancia a recorrer para acercarse a ellos es más que apreciable. Y los motivos para sentirse agradecidos por tener que trasladarse hasta ésta cárcel es sólo comparable a los de los sentidos por los familiares de los once (ánimo Eder, que te quedan cuatro días!!) que están en Alacant-Alicante, que a las aventuras de llegar hasta Villena tienen que sumar el agradable recorrido que les supone el tráfico de la agobiante y en ocasiones saturada autovía Madrid-Alacant.
Dejamos atrás esta ciudad, Alacant, sabiendo que tan sólo nos quedan unos
Pasamos la noche en un hotel reservado previamente. Sale a recibirnos el director del mismo, conocedor del motivo de nuestro viaje a Almeria, a comunicarnos que el Defensor del Pueblo de Nafarroa, se hace cargo del importe del mismo. (¡Gracias por su atención sr. Francisco Javier Eneriz Olaetxea, que tan eficientemente defiende los derechos y libertades públicas de los ciudadanos de esta comunidad ante los abusos de la administración). ¡Esto es una broma!, ¿no os la habréis creído?, pero ocurre que, cuando estoy redactando esta carta es 28 de diciembre se me ha ocurrido hacer esta original inocentada. Ja! Ja!
Y a madrugar toca de nuevo. Más que cansados, nos sentimos pletóricos de energías, pues
Nos acercamos a la prisión, donde nos dicen que para poder ver a nuestra hija tenemos que pasar por el agradable y enorgullecedor momento de ser cacheados. Nos argumentan que esos cacheos aumentarán nuestra autoestima y la de nuestra hija. Que ella se alegrará de saber que si les da la gana pueden desnudarnos para que podamos pasar a verla. ¡Qué queréis que diga! La verdad, llevamos ya tanta alegría en el cuerpo después de llegar a Almería, que nos sobran esos intentos de los funcionarios para hacernos sentir más placer todavía. Así que nosotros y todos los que hasta Almería nos hemos trasladado con la misma intención de ver a nuestros familiares, prescindimos de ser “palpados” o “sobados”, con gran satisfacción de los seis presos políticos que iban a ser visitados en ese día y a la misma hora, pues ellos no tenían ninguna gana ni necesidad de ver, abrazar, besar, estar unos minutos en contacto con sus familias. Pues dicen que para mantener ese contacto es más que suficiente la lectura de alguna carta, por cierto intervenida y retenida el tiempo que les dé la gana, y más si está escrita en esa lengua bárbara que es el euskera. (Un saludo para los otros catorce presos políticos residentes en la cárcel de Almería, en especial para Iñaki Erro y Jorge Olaiz, que estos días lo trasladaron a Madrid para hacer unos exámenes prácticos de la carrera que está estudiando. Estos exámenes no los ha podido realizar. Lo han devuelto a Almería y en estos momentos está en “paradero desconocido” y sus familiares y amigos han perdido en estos días, vises, visitas y llamadas telefónicas. Como es habitual dentro de la humana política carcelaria, todo contribuyendo a hacer más cómoda, agradable y placentera la vida al preso y a sus allegados).
Dos horas tarde, tenemos oportunidad de verla, contra su voluntad, por supuesto, como si fuese un animalico en el zoo: detrás de unas rejas y unos sucios cristales que nos proporcionan el penúltimo placer de la jornada: el ver a nuestra hija borrosa, que es como más estábamos deseando verla. Y como todo está pensado para producirnos tal satisfacción que nos pueda conducir a un orgasmo colectivo, el “audio” del locutorio es el último de los placeres carcelarios: última tecnología, hay que hacerse entender a través de una rejilla llena de basura. El sonido es digno de las primeras películas sonoras… tras miles de visionados.
Esta visita dura la friolera de 40 minutos. Que tampoco hay que pasarse con el placer. Puede degenerar en vicio y “enganchar”.
Y nos volvemos, otros 1000 kms. de recorrido, confiados en que como el estado vela por nuestra, cada día mejor, calidad de vida, retengan a nuestra hija por lo menos otros catorce meses, que son los que lleva secuestrada legalmente, a la espera de un juicio, que suponemos será tan justo como todos los que estamos acostumbrados a ver…, prolongándonos estos “momenticos”, que ni los Sanfermines los provocan. ¡Y eso es mucho “momentico”!
En fin, resumiendo. Que estamos hartos de esta situación. Y que vamos a protestar el próximo sábado día 2 en las calles de Bilbo. Pues queremos a nuestros familiares. Y los queremos en casa. Y los queremos vivos. Y queremos que todos aquellos que estén en contra de esta injusta situación nos acompañen en esa marcha.
Nos vemos en Bilbao. O mejor: que haya tanta gente en Bilbao que sea prácticamente imposible el vernos.