Hace tiempo que deseaba estrechar contactos con Nabarralde. La pereza, falta de tiempo o mil excusas, no lo han hecho posible. Como dice el Corrido “ahora si que va de veras”.
Entre otras cosas, los colaboradores de Nabarralde son los culpables de que este cursando el último año de la licenciatura de Historia, aunque realmente no sé si ponerlo en el debe o el haber, pues visto lo visto, lo que queda y no decae es lo que ya tenía, el cariño por Navarra y su historia
En diversas ocasiones he tenido el impulso de realizar más de una crítica, que voy a decir yo, constructiva. Tomo como hilo conductor de la misma al artículo de Luis Mª Mtz. Garate,
Vaya por delante que comparto la música del articulo en cuestión, la letra me genera más dudas. El “esplendor” del reinado de Sancho Garcés III coincide con la máxima extensión de los territorios en los que se mantiene influencias, si no de Navarra, si de un monarca vascón. Su ambición y ansias de poder bien pudieron influir en las tomas de posición de sus propios hijos y herederos, así como en las de los magnates que formaban parte del Reino de León, Condado de Castilla y el embrionario Reino de Aragón. La perdida de territorios del Reino fue más producto de la relación de fuerzas existente en su momento, en las que desde mi punto de vista hay que poner más el acento en la división interna, que en los intentos de dominio de los reinos vecinos, por lo demás, característica esencial del comportamiento expansivo de los reinos penisulares.
La singularidad de los procesos feudales en
Estimo que requiere algún matiz la referencia a las Juntas de Infanzones de Obanos. Sin poner en cuestión que podrían ser consideradas como “organizaciones cívicas”, no estaría de más subrayar que de ningún modo eran representativas de los sectores marginados o carentes de medios económicos relevantes , como podrían ser los collazos, pecheros, judíos y musulmanes.
La reorganización política que continua la dinastía Evreux tiene mucho que ver con el desarrollo político y administrativo seguido en Francia, como no podía ser de otra forma vista la procedencia e intereses del nuevo reinado. Los cargos de Senecal, Condestable y Mariscal, forman parte de la administración del “Hotel del Rey” ya en
Qué duda cabe que el Príncipe de Viana contaba con una gran talla intelectual, no así política. En frente tiene a un gran intrigante, astuto y avezado político, nada menos que a su progenitor, Juan II. Éste último, apoyado por los agramonteses, usurpa los derechos legítimos de su hijo Carlos, contrae segundas nupcias con Juana Enríquez y colabora en la procreación del futuro Fernando, “el falsario”, encumbrado “prócer” que termina con la independencia del reino vascón. Eso sí, auxiliado por los beaumonteses que anteriormente defendieron con denuedo al Príncipe de Viana. Como se observará, situación compleja donde intervienen intereses de toda índole no exentas de contradicciones. Por no entrar en aspectos complejos donde los haya, como es el caso de los banderizos de las llamadas provincias vascas, donde la adjudicación de tendencias pro-navarras o castellanas puede considerarse un elemento secundario , variable en función de intereses o coyunturas atravesadas por los diferentes grupos banderizos, que cambian sus posiciones en función de toda índole de objetivos, menos de aquellos de carácter altruista.
Concluyendo, con el mayor de los respetos y admiración por los colaboradores de Nabarralde, de los que tengo mucho que aprender, y como no, agradecer el sinfín de aspectos de la historia de Navarra que han desvelado y dado a conocer, deshaciendo entuertos generados por los detentadores de la verdad oficial, quiero aportar una modesta reflexión. Quizás por propia experiencia vital, en la que no ha faltado la actividad política, por otra parte cosa muy común entre los de mi generación, me incline por incidir más en los propios conflictos internos de los protagonistas de la historia , en este caso de Navarra, que en los ataques externos de los rivales, en la mayoría de los casos enemigos, que por tales son mas previsibles que los propiciados por la cuña de la misma madera. No se me escapan las dificultades que Nabarralde pasa y pasará para encarrilar en buena dirección su objetivo: divulgar con el máximo rigor posible nuestra historia y combatir, en una desigualdad angustiosa de medios, la convenida verdad oficial sobre Navarra. Quizás por eso el asumir presuntos hechos que cuestionen, aunque sea parcialmente, nuestras ideas iniciales o preconcebidas supongan un gran esfuerzo personal y colectivo. Citando a Matthew Restall, “en los últimos años los historiadores se han implicado cada vez más en el problema de la subjetividad y nuestra incapacidad para eludirla”. Se me hace que este combate en el que están envueltos los historiadores de buena voluntad ha de hacerse interminable.
UN SALUDO SOLIDARIO