Batista y la verdad del caso Comorera

Antoni Batista conoce bien la historia del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC). Como periodista, como escritor y como redactor de la revista ‘Treball’, órgano oficial de la formación. También como estudioso de sus entrañas que se remontan a la fundación del partido el 23 de julio de 1936, cinco días después del comienzo de la guerra civil. En 2017 publicaba «A la caza del PSUC» hurgando e identificando a comunistas que fueron la pesadilla de la dictadura de Franco y de su policía política.

La hegemonía cultural, periodística y política, tuvo gran alcance durante muchos años hasta el punto de que muchos políticos, economistas, académicos y periodistas de pedigrí llevan la marca originaria del PSUC. Batista aporta siempre muchos datos, nombres, situaciones y escenarios que han conformado casi todo lo que se ha hecho y deshecho políticamente en Catalunya antes y después de la transición. Es un periodista solvente y referencial.

En «La verdad del caso Comorera» aporta el documento inédito de la versión del temido comisario Antonio Juan Creix que le hizo un interrogatorio de muchos días queriendo ganárselo para que sirviera de informante de los comunistas catalanes que vivían escondidos en Cataluña o conspiraban desde el extranjero contra el régimen franquista. Si colaboraba saldría sano y salvo y si no sería juzgado por un tribunal militar acusado de terrorista y con la posibilidad de ser sentenciado a la pena de muerte. Comorera optó por someterse a un largo interrogatorio, a la cárcel y a un juicio que le condenó al penal de Burgos donde murió enfermo y solo el 7 de mayo de 1958.

Batista afirma que Joan Comorera tuvo dos juicios de signo contrario y en ninguno de ellos se le hizo justicia: el del Partido Comunista de España y el PSUC y el del tribunal militar franquista. El comisario Creix explica en un dietario, que ha conseguido el autor del libro, cómo fue detenido en la calle Consell de Cent tras una larga persecución policial. Llevaba una larga barba y se identificaba con un nombre falso. Creix lo trata respetuosamente, le llama consejero porque lo había sido en los gobiernos de Lluís Companys, y Comorera se sorprende de que este hombre con tanta mala fama le respetara. Pero nada es inocuo. Creix quiere demostrar o tiene órdenes de que el comunista catalán más importante se le interrogara sin brutalidades y con respeto. Querían demostrar que su situación era fruto de las peleas internas de los comunistas.

La transcripción de los diálogos entre el dirigente del PSUC y el comisario más temido en Cataluña son páginas muy interesantes del libro. Lo delataron los suyos o, al menos, decidieron en el V Congreso del PCE celebrado en Praga en 1954 donde fue objeto de un juicio sumarísimo sin que él pudiera defenderse porque estaba en la prisión Modelo de Barcelona. En su informe, Dolores Ibárruri, La Passionària , ya le citaba calificándolo de aspirante a César y de querer sustituir a Macià y Companys… que eran de Esquerra Republicana, considerado un partido nacionalista pequeñoburgués.

El sustituto de Comorera en aquel congreso, Rafael Vidiella, «aprobó el informe del PCE con la fe del converso y calificó a Comorera de provocador. El PSUC actuó a las órdenes del PCE laminando la independencia del PSUC que era el legado de Comorera. El conflicto contó con la ayuda del partido, que le expulsó por razones ideológicas disfrazadas con la habitual calificación de traición. Y la pena de la traición es la muerte. El hombre más respetado del comunismo catalán pasó a ser un apestado, incluso por su propia hija que publicó una carta en la revista ‘Treball’, reproducida en el libro, en la que dice «Para mí, el mismo día que nació el traidor Comorera murió mi padre».

La historia de Comorera, nacido en Cervera en 1894, se mezcla en las barbaridades y violencias de su tiempo. Batista ha dicho que «quienes calumniaron y calumniaron a Joan Comorera fueron sus compañeros, y la entrega de Comorera al enemigo (a la policía de Franco) es otra de las manchas negras de la historia del PSUC». Las luchas entre estalinistas y trotskistas forman parte de las intrigas en el mundo comunista durante la guerra civil. Un caso emblemático es la desaparición y muerte de Andreu Nin, a primeros de junio de 1937, tras ser detenido y torturado por agentes estalinistas en Madrid. Sería interesante saber hoy dónde están los restos de este comunista intelectual, traductor espléndido de Tolstoi y Dostoyevski al catalán, una persona que cayó del lado del POUM y de los trotskistas como le ocurrió a George Orwell.

El libro de Batista se vuelve muy interesante a medida que hace circular a personajes de gran implicación en la vida política catalana y española en el último medio siglo. El papel del PSUC en la lucha antifranquista fue decisivo. Pero también lleno de manchas miserables.

El periodismo clandestino de Batista en aquellos tiempos de gran penetración ideológica y política del PSUC en la lucha antifranquista y posteriormente en los primeros años de la transición es interesantísima. Esta aportación al caso Comorera es imprescindible y complementa la tesis de Miquel Caminal en el extraordinario trabajo sobre este personaje primordial del comunismo en Cataluña. Batista entrelaza a dos personajes antagónicos política y culturalmente: Joan Comorera y Juan Antonio Creix.

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