Situado en Andosilla, fue clave en la Edad Media y, tras años de investigación, han descubierto una iglesia de gran tamaño que les anima a seguir excavando
Fotos de los trabajos de investigación en el yacimiento de Resa en Andosilla
Es un yacimiento de la Edad Media muy importante en la Ribera Alta de Navarra; hay estructuras dispersas a lo largo de 3 kilómetros y ahora, tras seis años de exhaustivos estudios, por fin van a ponerlo en valor. Y es que Resa, situado en el término municipal de Andosilla, fue una zona clave al estar al borde del Ebro. De hecho, hay quienes sugieren que Sancho I murió cerca de ahí y que su viuda e hijos celebraban misas en su honor.
En 2018, cuenta Josu Narbarte, de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y director del proyecto junto con Manex Arrastoa, el Ayuntamiento decidió investigar este paraje. En un primer momento tomó las riendas de la iniciativa el arqueólogo Juantxo Agirre que empezó a hacer un trabajo de prospección bastante extensivo con voluntarios; recorrieron el terreno y reconocieron estructuras. Ahí documentaron dónde había tumbas, paredes y dónde aparecían cerámicas.
Ese mismo año excavaron el primer edificio; una presa de lagar hecha con yeso y, en 2019, tras quedar evidenciado que allí había estructuras, trabajaron unos 20 o 30 metros más abajo, un punto en el que apareció una villa romana bastante grande que tuvo su apogeo entre los siglos I y II y que fue abandonada en el III; en concreto descubrieron un edificio de sillares de arenisca (hay algunas cuevas en la actualidad que podrían ser de un antiguo castillo). Sin embargo, ejemplos así hay muchos otros en Navarra y lo paralizaron para centrarse en la parte alta.
El gran hallazgo
Tras una prospección, cuenta Josu, salió un edificio en el que llevan inmersos desde 2021. “Vimos que era algo diferente” Y, a partir de ahí, se profesionalizó la investigación; se hicieron campañas más largas, excavaciones más extensas y, además de los voluntarios, estuvieron expertos en la materia; estudiantes de arqueología e historia.
Junto al lagar, insiste, llegó la sorpresa: apareció una iglesia muy grande para lo que era lo habitual en la Edad Media que seguirán estudiando puesto que “las dataciones que tenemos no cuadran muy bien con la forma que tiene el edificio”.
Se trata de una iglesia cristiana muy grande para ser medieval, tiene casi 25 metros de largo por 8 de ancho, “y lo llamativo es que tiene una planta bastante particular; tiene una nave en la que han aparecido columnas y restos de arcos; tiene un muro que funciona como cancela o iconostasio, está el presbiterio y luego tiene un añadido posterior que es un ábside semicircular. Este año ha aparecido el altar”.
De acuerdo con Josu, “hemos datado dos muestras; una de la argamasa de la pared y otra del enlucido, y las dos nos han dado siglo XI, que nos encaja muy bien con los documentos medievales. Podemos asegurar que esta iglesia estaba en uso en el siglo XI, pero no nos cuadra para nada con la forma que tiene; pegaría más en los siglos VI, VII y VIII, pero no lo hemos podido demostrar aún”.
Una de las preguntas que se hacen es si pudo sufrir una reforma. “Si desmontáramos la iglesia entera, puede que nos encontráramos una fase más antigua, pero nos parece que tiene la suficiente importancia patrimonial como para mantenerla”. Lo que van a hacer, por lo tanto, es intentar contextualizarla a través de la necrópolis.
La necrópolis
Aunque en el interior del templo no ha salido ningún enterramiento (tampoco materiales; no hay nada de valor), hay tumbas a lo largo de casi 200 metros.
Hasta ahora han excavado 14 enterramientos y han datado 12. “Aquí viene otra sorpresa. Y es que la mayoría de los restos son de los siglos X y XI, que cuadra con la iglesia, pero tenemos un enterramiento del IX y uno del VI, que es doble”. Por lo tanto, “la hipótesis que tenemos es que, aunque la villa se abandonó en el siglo III, hubo continuidad”.
De acuerdo con Narbarte, este proyecto es importante a nivel arqueológico porque “era una zona relevante que se ha ido quedando un poco marginal y hay ahí un patrimonio cultural que contribuye, de alguna manera, a entender un poco cómo era la sociedad tanto a escala local como escala de Navarra. Tenemos materiales para asegurar que Resa fue un sitio importante durante la Edad Media; hay propiedades y una presencia de la monarquía, que seguramente en los pueblos de la Cuenca de Pamplona no era tan presente por el peso que tenía la vieja nobleza rural. Estamos hablando de un yacimiento medieval que tiene muy pocos paralelos en Navarra, que tiene aún menos paralelos a en la Ribera y que nos permite acercarnos a un sector de la historia de Navarra que no es muy conocido. Es una época en la que el Ebro es frontera y es un lugar de mucho dinamismo político, social y económico”.
La iglesia “es totalmente diferente a los templos románicos; no tiene nada que ver con Leyre, Ujué o Artajona, y esto nos permite entender un poco mejor cómo eran las sociedades del valle del Ebro y cómo su devenir está muy relacionado con la importancia que tuvieron todos los pueblos que pasaron por allí”.
Pero es que, además, reitera, “tiene un valor social porque esta iniciativa ha permitido poner en marcha una red de voluntarios en el municipio. El patrimonio solo tiene sentido si significa algo para la sociedad”.
Puesta en valor
El año que viene en Andosilla prevén hacer actos en torno al 1100 aniversario de la muerte de Sancho I; van a publicar dos libros, uno de arqueología puramente y otro de historia, habrá conferencias y el Consistorio colocará una escultura en la plaza.
Por último, y tras llegar a este punto, desde Aranzadi apuntan que “los resultados han sido muy positivos”, y a partir de ahora trabajarán en la conservación y en la accesibilidad del lugar, así como en su puesta en valor.
Y es que de momento solo se han hecho visitas puntuales y siempre con arqueólogos. Eso sí, quienes no han fallado han sido los integrantes del grupo de voluntarios. “Los vecinos son súper entusiastas y es una gozada. Les llamamos el departamento de teorías; le dan mucho valor a todo lo que va apareciendo”. Con técnicas manuales; pico y pala, “nuestra maquinaria ha sido Joaquín Tres, que conoce todo aquello a la perfección y nos ha ayudado muchísimo, y también hay que agradecer la implicación de Carlos García y de Maricer Itarte”.
¿Por dónde seguir?
A partir de ahora, muchos frentes abiertos: buscar dónde estaba la villa romana; donde vivía la gente y hacer un inventario de todas esas casas y edificios antes de que se pierdan; seguir con el castillo y con la necrópolis. “Además, algunas preguntas que nos tendríamos que hacer son: ¿Qué pasa en el siglo III? ¿Se abandona toda la villa o solo una parte? ¿Se relocaliza? También sería interesante intentar ver cómo varía el Ebro y la importancia que tienen los cambios climáticos”.
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