En todo Occidente el primer ministro albanés, Edi Rama, es recibido con una alfombra roja, en parte porque ayuda a mantener la llegada de refugiados bajo control. Sin embargo, sus opositores afirman que ha convertido al país en una autocracia regida por el dinero del narcotráfico.
Se le pasea por toda Europa como si fuera un trofeo. El pasado mes de enero, el partido conservador bávaro CSU —hermanado con la CDU— celebró una convención a puerta cerrada, pero tenían un invitado especial: Edi Rama, líder del Partido Socialista de Albania, heredero del legado comunista de Enver Hoscha y del Partido de los Trabajadores en 1991. En el monasterio de Banz, el primer ministro de Baviera, Markus Söder, aprovechó la ocasión para recalcar ante el distinguido albanés que su país “forma parte de la UE”.
En mayo, un Rama resplandeciente compareció junto al vicecanciller alemán, Robert Habeck, en calidad de ponente principal durante la ceremonia de entrega del Premio Carlomagno, celebrada en la ciudad alemana de Aachen, donde apeló al espíritu de la tolerancia de la que hablaba Thomas Mann. Con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que en el verano de 2023 disfrutó de unos días de relax en la villa de la familia Rama en la costa del Adriático, casi cada vez que se ven se saludan con dos besos.
Edi Rama tiene 60 años y hace once que gobierna Albania, un país candidato a formar parte de la Unión Europea. Rama es un hombre alto y con buenos modales. Un tipo que se pone zapatillas para recibir a los invitados que vienen de visita oficial y se quita los zapatos para hablar con los periodistas. Es descendiente de la burguesía socialista, habla varias lenguas con fluidez, fue jugador en la selección nacional de baloncesto y se le reconoce internacionalmente como artista visual. En Occidente, para mucha gente es la personificación de la cara más cosmopolita de Albania.
Incluso el secretario de estado de Estados Unidos, Antony Blinken, visitó Tirana, la capital albanesa, en febrero y dedicó palabras de elogio a “Edi”, sobre todo a raíz de la reforma judicial: “Ahora, los funcionarios corruptos tendrán que responder de sus actos”, afirmó Blinken. “Ahora, los miembros de los grupos criminales organizados van a prisión y pierden sus bienes. Esto es un cambio enorme”.
Sin embargo, el informe anual publicado más recientemente por la misma institución que lidera Blinken, el Departamento de Estado, pinta un panorama muy distinto. Al referirse a la situación de Albania en 2023, el informe concluye: “La corrupción está presente en todos los departamentos y en todos los niveles del gobierno”.
En los estamentos más altos también. La oposición lamenta que Rama ha convertido al país en una autocracia infestada de dinero proveniente del narcotráfico. Concretamente, lo que afirma es que ha tolerado el avance del crimen organizado, algo que el jefe del gobierno desmiente.
Al ser acusado por ‘Der Spiegel’, el primer ministro llamó a última hora de la tarde e intentó ejercer influencia: encontraba que las denuncias eran insustanciales, ofensivas e injustamente perjudiciales para la reputación del país.
En junio, un periodista italiano preguntó a Rama cómo podría ser que, uno tras otro, los miembros de su círculo más íntimo —entre ellos varios ministros— hubieran sido detenidos por corrupción y él hubiera podido mantenerse en el cargo. La respuesta del jefe del gobierno albanés fue concluyente: “En todos los bosques hay cerdos”.
Desde el punto de vista occidental, Rama es un factor de estabilización para los Balcanes. Concretamente, el que más interés genera es el modelo negociado por él y Meloni: un plan según el cual las solicitudes de asilo de los refugiados y migrantes capturados en aguas italianas se procesarán en suelo albanés.
A medida que Rama se vuelve más popular en el extranjero, más intensa es la rabia que hierve en su entorno más inmediato. Aquellas personas que forman parte de su círculo más íntimo saben muchas cosas y, por tanto, tienen mucho que perder, por lo que sólo hablan si se les garantiza el anonimato. Otros salen a la calle. En julio hubo manifestaciones en las que lanzaron cócteles molotov contra la residencia oficial de Rama, en Tirana. A día de hoy ya no hay rastro de las quemaduras en las paredes.
Sin embargo, otros rastros sí se conservan, otros más antiguos en el centro de Tirana. Por ejemplo, la pirámide en la que estaba la estatua de mármol del dictador Enver Hoxha, obra del padre de Edi Rama. Kristaq Rama era un artista afín al régimen; se demostró que, en 1998, como miembro de un jurado popular, había sido consignatario de una condena a muerte contra el poeta opositor Havzi Nela, que murió en la horca.
Los tiempos más novedosos y resplandecientes les representa un edificio transparente hecho de cristal y acero. Es la sede del SPAK, la oficina del fiscal anticorrupción de Albania, fundada en 2019 a instancias de la Unión Europea y Estados Unidos. El director de la oficina no era considerado el favorito de Rama. Pero a la hora de la votación, probablemente se benefició de que el embajador estadounidense había insistido en supervisar personalmente el procedimiento: una muestra de desconfianza hacia el jefe del gobierno.
Hasta el presente, el balance del SPAK es el siguiente: el ministro del Interior del gobierno de Rama fue condenado a tres años y cuatro meses de cárcel por abuso de autoridad (inicialmente en relación con el tráfico de drogas, finalmente por otro delito). El exministro de Medio Ambiente de Rama recibió una pena de prisión de seis años y ocho meses por corrupción en septiembre de 2023. El viceministro de Salud tuvo que dimitir por abuso de autoridad. Su antiguo jefe finalmente ingresó en prisión en julio de 2024 por malversación de fondos europeos.
Está claro que en Albania hoy en día hay cárceles VIP, tal y como reveló la plataforma de investigación BIRN: cárceles con secciones especiales que tienen su propia cocina, ducha y gimnasio. Es donde residen los altos cargos socialistas caídos en desgracia.
Sin embargo, los miembros del círculo íntimo de Rama que ven las orejas al lobo a tiempo, suelen preferir retirarse. Uno de ellos es Arben Ahmetaj, ministro de Economía de Rama desde 2013, después de Hacienda y número dos del gobierno como viceprimer ministro desde 2021. Los observadores políticos de Tirana consideran que Ahmetaj es un “tesorero” con una larga trayectoria política y una figura clave en el sistema de gobierno. Pero en julio de 2022 Rama lo despidió. Según los informes, el material que incriminaba a Ahmetaj se estaba acumulando en exceso. Para el primer ministro, su compañero de viaje se había convertido en un problema.
Un año más tarde, el parlamento, dominado por los socialistas, retiró la inmunidad a Ahmetaj. Lo hizo con la demora pertinente: acusado de corrupción y blanqueo de capitales, Ahmetaj tuvo tiempo de esfumarse. Unos días después, el SPAK emitió una orden internacional de detención.
“¿Te molesta si fumo?”, pregunta Arben Ahmetaj cuando nos encontramos en la terraza de un café en el centro de Lugano. A nuestra izquierda el lago resplandece bajo el sol y a nuestra derecha peatones y turistas saltan de una tienda a otra.
A Ahmetaj le gusta viajar y es un amante del lujo; desde muy jovencito se le consideró una figura con potencial estelar dentro de la constelación de los socialistas albaneses. En su casa le llaman Tigre. Pese a la orden de detención internacional, actualmente disfruta de su exilio en Lugano y espera asilo político en Suiza.
Ahmetaj no quiere pronunciarse respecto a las acusaciones que se hacen contra él en su país de origen. Por ejemplo, si fue el cerebro de un caso relacionado con las plantas de incineración de residuos. Muchos proyectos dudosos, muy pocos de los cuales se llegaron a materializar, pero que costaron a los contribuyentes albaneses cientos de millones de euros. Según varios periodistas independientes, el dinero llegó a los bolsillos de personas cercanas al gobierno, pero también de medios de comunicación afines.
Hoy no hablamos de los viajes de lujo —aparentemente financiados por los cerebros del caso de las incineradoras— que hizo Ahmetaj a hoteles de cinco estrellas en Milán o en la Costa Azul, ahora con su mujer, ahora con su amante. Hoy prefiere que hablemos de Edi Rama.
Muy bien, pues: después de once años en el poder, ¿qué culpa tiene Rama de que, a pesar de todos los miles de millones de financiación que ha recibido de Occidente, según la ONG Transparency International, Albania sigue siendo uno de los países más corruptos de Europa?
Ahmetaj deja el puro apagado en el cenicero y habla sobre su relación con Rama, a quien a veces llama “Kim Jong Un” en referencia al dictador que gobierna Corea del Norte: “No estoy preparado para hacer de chivo expiatorio del primer ministro. Se aprovechó de la reforma judicial financiada por Estados Unidos y la Unión Europea y ahora utiliza la justicia para perseguir la oposición política y a todo el mundo que cuestione su afición por el poder”.
Sospecha que Occidente tolera el régimen de Rama con la boca pequeña: “No tengo ni idea de por qué los europeos prefieren ignorar lo que ocurre en Albania. Tienen unos servicios secretos excelentes que lo saben todo con detalle, sobre todo de los casos de blanqueo de capitales y el crimen organizado”.
Ahmetaj confirma las conclusiones según las cuales Albania, durante el mandato de Rama, se ha convertido en un Estado que vive del narcotráfico: “El programa económico secreto del primer ministro fue entre 2014 y 2017 fue inundar el país de cannabis”. Esto propició el auge del crimen organizado, lo que ha cambiado radicalmente la economía y la sociedad albanesas: “Rama todavía cree que es capaz de controlar estos mundos criminales, pero hace tiempo que es él quien está siendo controlado”.
“Ursula von der Leyen le llama “‘amado Edi’, y eso ya es una señal”, explica Frauke Seebass, de la oficina que la fundación ‘Science and Politics Foundation’ tiene en Bruselas: “Hay que observar el fenómeno Rama en un contexto más amplio: desde la perspectiva de la Unión Europea, es un trámite de cariz empresarial para intentar estabilizar la zona occidental de los Balcanes. A diferencia del serbio Aleksandar Vučić, Rama no se considera antieuropeo y se le percibe como una persona con la que es más agradable tratar; por eso han decidido que mirarían hacia otro lado”.
¿Rama se enriquece a expensas de los demás? “Desde una perspectiva de Bruselas, esto no es tan importante”, afirma Seebass. “Al fin y al cabo, no está previsto que se debata la entrada de Albania en la Unión Europea en un futuro próximo”.
El propio jefe de gobierno dijo en la televisión estatal italiana (Rai): “Sinceramente, no veo que la política en Albania esté envenenada por la mafia”. Lo que decía Ahmetaj sobre jefes de la mafia entrando y saliendo de su despacho es una acusación falsa especialmente devastadora porque “la gente tiende a creer más las mentiras que la verdad”.
Rama teme por la reputación de su país. “Cuando se trata de la adhesión a la Unión Europea, nuestra paciencia es casi infinita”, aseguró el primer ministro a ‘Der Spiegel’ hace dos años al entrevistarle en su villa en el Adriático. Albania fue una dictadura aislada, “la Corea del Norte de Europa, donde todavía era peligroso escuchar a los Beatles a finales de los ochenta. Por eso creo que, en términos absolutos, en estos últimos treinta años hemos avanzado más que ningún otro país de Europa”.
Sin embargo, las estadísticas afirman lo contrario. Desde 1991, según datos del Instituto de Estadística de Albania, más de un tercio de los antiguos 3,3 millones de habitantes han huido del país. El salario medio ronda los 750 euros. Casi un tercio de la juventud que no se ha marchado está en paro.
“Los intereses políticos y mediáticos se entrelazan con los de los delincuentes y los oligarcas”: así es como funciona el sistema Rama, afirma un antiguo miembro del gobierno que insiste en mantener el anonimato: “Todo esto ocurre con la bendición de la Unión Europea y Estados Unidos. No existe ni un solo concurso público que no se resuelva a favor de un miembro de su círculo de conocidos. En esencia, Rama ha llevado al país entero al pedregal del crimen. Albania es un caso de corrupción digno de estudio y, sin embargo, el astuto de Rama todavía es capaz de hacer Occidente le haga reverencias”.
Fatos Lubonja también es de los que muestra el nombre y la cara a la hora de criticar al jefe del gobierno. Este escritor es considerado la voz de la conciencia de la izquierda albanesa. Lubonja es hijo de un hombre de confianza de Hoxha caído en desgracia. Pasó 17 años encarcelado, la mayor parte de tiempo en campos de trabajo como la conocida mina de Spaç. Fue uno de los últimos presos políticos en ser liberado en 1991.
“De joven, me veía igual que el entonces también joven Edi Rama”, explica Lubonja; “ambos queríamos salir de la alargada sombra de nuestros padres, hombres cercanos al régimen, pero en 2000 Rama se convirtió en alcalde de Tirana y en 2013 en el jefe del gobierno”. Todos estos años en el poder han cambiado a su compañero, dice Lubonja: “Se ha convertido en un narcisista malicioso, un hombre inteligente sin ningún tipo de convicción: de día es el dr. Jekyll y de noche, SR. Hyde, una persona que necesita el poder para respirar”.
Lubonja también lamenta que Occidente, especialmente la familia del partido socialista europeo, haga la vista gorda ante la triste realidad albanesa. “El papel que en otros países tiene el petróleo, en la Albania de Rama lo tienen los traficantes de drogas y su dinero”. En una última discusión que tuvieron, calificó al primer ministro de “fraude”, pero probablemente le dio igual: “Porque es como un cocodrilo: tiene la boca muy grande, pero ninguna oreja”.
El próximo año, Rama aspira a ganar un cuarto mandato y la cosa no le pinta mal. “El 90% de municipios están en sus manos: son cifras propias de Rusia”, dice la periodista de investigación Klodiana Lala. “Mientras no haya nadie que se alce y diga no se levanta y diga: ‘Yo personalmente he dado dinero a Edi Rama’, no le pasará nada y nada. Rige la ley del silencio de la mafia, la ley de la ‘omerta’”-
Varios investigadores confirman en la televisión estatal italiana Rai y en ‘Der Spiegel’ que hay contactos al más alto nivel gubernamental con el crimen organizado. Lo que empezó con el comercio de cannabis se ha convertido en negocios en los que se mueven toneladas de cocaína. Los sindicatos de la droga albaneses han creado redes con la ‘Ndrangheta calabresa y con los cárteles latinoamericanos.
Las conclusiones del fiscal italiano Francesco Mandoi, contratado temporalmente por Rama como responsable de anticorrupción, son contundentes: “Los señores de la droga tienen a su gente infiltrada en toda la administración y de las instituciones hasta el punto de que están en condiciones de regir el gobierno”. Según Mandoi, sus advertencias no habían tenido ningún tipo de respuesta por parte de la cúpula del gobierno.
El dinero de las mafias del narcotráfico albanés se manifiesta en los cambios que ha sufrido el paisaje urbano de Tirana: en la que fue una ciudad triste y gris, hoy se recortan rascacielos. Y sigue en la costa del Adriático. El yerno de Donald Trump, Jared Kushner, y el antiguo representante de Estados Unidos en los Balcanes, Richard Grenell, tienen grandes inversiones planificadas con el beneplácito de Rama. Rama, Grenell y Trump se conocen de la época en la que querían desplegar un plan para trazar de nuevo las fronteras de Kosovo y Serbia… bajo los ojos del que fue entonces el jefe de la política exterior de la Unión Europea.
¿Acaso Rama malvende los tesoros del país a cambio de favores políticos? El antiguo agente del FBI (y condenado) Charles McGonigal, admitió haber aceptado sobornos en Albania a cambio de servicios en beneficio del gobierno. También admitió haberse reunido en varias ocasiones con Edi Rama en la sede del gobierno. Sin embargo, el primer ministro niega haber cometido ningún delito.
“McGonigal recibió dinero directamente de gente del gabinete de Rama”, afirma Sali Berisha, cofundador del Partido Demócrata y primer presidente democráticamente escogido de Albania entre 1992 y 1997. Está sentado en el octavo piso de un edificio residencial en el centro de Tirana y está rabioso.
Berisha se encuentra en arresto domiciliario. También se le acusa de corrupción y Estados Unidos le ha prohibido la entrada en el país. Hace más de 200 días que el antiguo jefe del estado albanés puede salir de su piso. De vez en cuando recibe a invitados. Ilir Meta, otro expresidente, ha salido por la puerta hace tan sólo unos minutos. Ahora Berisha puede desahogarse, por fin.
“Aún recuerdo muy bien la dictadura de Hoxha, y por entonces las cosas ni siquiera estaban tan centralizadas como con Rama”, afirma este hombre de casi 80 años, vestido con una camisa blanca, corbata amarillo-verde y botones de plata. “Albania es una especie de dictadura, el primer y único narcoestado de Europa”.
Berisha toma la tablet y muestra datos según los cuales supuestamente el hermano de Edi Rama, Olsi, también está implicado en el tráfico de drogas. Olsi Rama ha negado las acusaciones, pero Berisha insiste en que Occidente no quiere ver las verdaderas condiciones que gobiernan Albania: “Se está dirigiendo hacia una catástrofe con los ojos vendados”.
Desde el balcón de Berisha, en el octavo piso, la gente reunida en la calle Mustafa Matohiti parece diminuta. Cada noche, a las ocho, un grupo de partidarios suyos desfilan en reconocimiento de su héroe. Entonces Berisha se deja ver, critica brevemente la “narcodictadura” de Rama y vuelve a desvanecerse hacia dentro de casa. Al cabo de unos minutos, todo queda disgregado, como si nada hubiera pasado. Hasta el día siguiente por la noche. Esto, sin embargo, Edi Rama también lo sobrevivirá.
Traducción al catalán de Laura Obradors
Traducción al español de Nabarralde
Publicado el 23 de septiembre de 2024
Nº. 2102
EL TEMPS