Desde que el cine se convirtió en un fenómeno cultural de masas ha servido para entretener a millones de personas, pero también ha servido para transmitir mensajes políticos y ha mostrado imágenes en contra de la moral imperante. Y es que la censura que existía ya con la publicación de libros también empezó a aplicarse en el cine casi desde su nacimiento. Las dictaduras, como todos sabemos, han censurado un gran número de películas por motivos políticos o por motivos morales. Sin embargo, hay algún país democrático que también ha empleado la censura en momentos determinados; hablamos de Francia, el país de la libertad, la igualdad, la fraternidad y los valores republicanos, donde no todo ha sido luz y también ha habido sombras.
En 1957 se estrenaba en diferentes países la película ‘Paths of glory’ (‘Caminos de gloria’), de Stanley Kubrick. La acción tiene lugar durante la Primera Guerra Mundial en las trincheras francesas situadas frente a las líneas alemanas. Los altos mandos franceses ordenan tomar una colina, a pesar de saber que tienen escasas posibilidades de éxito y que el ataque será una carnicería, como así ocurre. Los pocos atacantes que sobreviven vuelven atrás, son acusados de traición, cogen tres al azar que son sometidos a un consejo de guerra grotesco y finalmente son fusilados. En el filme vemos la cómoda vida de los generales en los palacios y la dura vida de los soldados en las trincheras, y también disfrutamos de un papel magistral de Kirk Douglas haciendo de coronel que comanda el ataque y defiende a los soldados en todo momento. Es una de las mejores películas antimilitaristas de la historia del cine, sin duda alguna.
La película fue prohibida en Francia por antipatriótica (y en España también, obviamente) y no fue hasta 1976 cuando el presidente Giscard d’Estaing permitió su exhibición, mientras que en España no se estrenó hasta el 1986. Yo tenía 18 años entonces y recuerdo haberla visto en el desaparecido Cine París, que estaba en el Portal del Ángel de Barcelona. El cine estaba lleno y había que hacer cola para entrar.
Un caso similar fue el de la película ‘Le chagrin et la pitié’ (‘La tristeza y la piedad’), de Marcel Ophüls (1969), que fue vetada en la televisión pública francesa. Es un documental que muestra la vida de una ciudad francesa durante el gobierno títere de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. Se muestra una población ampliamente colaboracionista con el enemigo, incluso a la hora de delatar a los judíos. Al final de la película el espectador ve destruida la imagen de una Francia unida contra el enemigo durante la ocupación, mientras que la idea que se instaló en el imaginario francés después de la guerra era que la nación entera había sido de la resistencia y que los cuatro colaboracionistas que había habido habían sido fusilados. Parece que De Gaulle dijo: “Francia no necesita verdades, necesita esperanza”, y estuvo de acuerdo en censurarla. Se pudo estrenar en el cine en 1971, y no fue hasta 12 años después cuando se emitió por televisión, con Mitterrand de presidente.
Francia ha proyectado una imagen pública de haber sido un país sólidamente patriótico en las dos guerras mundiales. La realidad no está tan clara y hay matices y rincones oscuros que los franceses, a pesar de las trabas del gobierno, han podido descubrir a través de las películas. En un artículo anterior expliqué cómo los alemanes habían superado los traumas de la posguerra mediante el fútbol. En este caso, Francia ha podido desmitificar su paso por las dos guerras mundiales a través del cine, lo que tiene mucho sentido: de hecho, lo inventaron ellos.
EL PUNT-AVUI