La campaña de las elecciones vascas se ha enrarecido mucho estas últimas horas. Un periodista de la cadena SER, el lunes, preguntó al candidato de EH Bildu, Pello Otxandiano, si ETA era una “banda armada”. Otxandiano dio una respuesta ambigua, en la que recordó que la violencia en el País Vasco ya se había superado, que la hubo de todos los lados y que en cualquier caso en el País Vasco la gente califica a ETA de maneras muy distintas y no hay, ni mucho menos, unanimidad en un concepto tan manipulado y parcial como “banda armada”.
El incidente desató la persecución y señalamiento del candidato de Euskalherria Bildu, en un momento en que las encuestas le iban completamente de cara e indicaban que el domingo su formación sería ganadora. PSOE y PNV se han sumado por este motivo al ataque con entusiasmo. Y con un cinismo espectacular en el caso de Pedro Sánchez que, desde Bruselas, ha calificado de intolerables las palabras de Otxandiano, al tiempo que afirmaba que algo tan grave, según él, como éste debe afectar al resultado de las elecciones vascas, pero no a la estabilidad de su gobierno –dócilmente asegurada por Bildu desde hace años. Otxandiano enseguida ha empezado a pedir perdón a diestro y siniestro, y vete a saber si no acabará incluso perdiendo las elecciones. Y la prensa española ha dejado reposar unas horas la ferocidad anticatalana para recuperar momentáneamente y con gran afán la ferocidad antivasca.
Es curioso, sin embargo, constatar que hasta hace tres días ETA no había aparecido en ningún momento de la campaña electoral. El PNV –que tiene mucho miedo a perder electoralmente, aunque tiene asegurado al gobierno gracias al pacto con el PSOE– ya había hecho alguna trampilla, pero todavía dentro de los límites de lo que se puede considerar tolerable. Por ejemplo, durante los debates, su candidato, Imanol Pradales, se dirigió en algún momento al candidato de Bildu llamándole candidato de Sortu –el principal partido de la coalición de izquierdas, considerado por muchos como un grupo extremista en comparación con la suavidad de que se ha revestido la candidatura aberzale.
Pero el salto de estas últimas horas es monumental y nos enseña un par de cosas que los catalanes haríamos bien en aprender y no olvidar. Sobre la monumental cara de Pedro Sánchez, por ejemplo y aunque esto no sea novedad. Pero, sobre todo, por el camino de las renuncias: cuando empiezas a renunciar nunca renuncias lo suficiente para quienes te quieren derrotado, que siempre harán tanto como convenga para humillarte. Si hace falta, por ejemplo, recuperar sin escrúpulos una organización armada disuelta y que hace una década que no existe para arrojártela a la cara y ensuciar tu nombre.
VILAWEB