El historiador Agustí Colomines i Companys (Barcelona, 1957) es uno de los máximos conocedores de la evolución de Junts. Fue uno de los inspiradores de este espacio y está implicado en política desde hace décadas, desde que militó en Bandera Roja y Nacionalistas de Izquierda, para después ser secretario de Josep Benet –candidato del PSUC en el Parlament catalán en 1980– y , posteriormente, dar empuje al proyecto de la Casa Gran del Catalanismo que abanderó el expresident Artur Mas. Hablamos con él sobre la posible evolución de Junts, teniendo en cuenta el contexto actual, marcado por las negociaciones para investir a Pedro Sánchez.
-En primer lugar, ¿piensa que Pedro Sánchez será investido?
-El acuerdo político está ahí, pero los flecos no. Y ya se sabe que los detalles pueden frustrar un acuerdo político en el último momento.
-Y según usted, ¿qué elementos serían determinantes a la hora de desatascarla?
-Creo que lo importante es la argumentación sobre la amnistía, el relator y otros aspectos como la oficialidad del catalán en Europa.
-Teniendo en cuenta la trayectoria de Junts, ¿piensa que un acuerdo como el que se podría estar gestando habría sido bendecido por ese mismo partido si Junts no hubiera tenido una posición determinante?
-En estos términos, tal y como se está planteando ahora, no creo que el acuerdo pudiera criticarse. Aunque tampoco lo descarto, porque el grado de sectarismo en este país es muy alto. Y este tipo de competencia que hay entre Esquerra Republicana y Junts hace que muy a menudo, algo que objetivamente es bueno, se lo carguen porque sencillamente lo ha propuesto el otro partido. Además, cabe decir que no es Junts quien plantea exactamente esto, sino el president Puigdemont. Hay que hacer una disociación, como mínimo en lo que se refiere a la negociación.
-¿Y para usted cuál sería la diferencia entre una y otra parte?
-Una parte es la de Puigdemont. El hecho de que haya pasado tanto tiempo en el exilio y que lleve tanto tiempo pensando en una solución, así como que no esté tan condicionado por el día a día, que es justamente lo que le ocurre al partido en el interior, da a Puigdemont una capacidad de decisión más fría, por así decirlo. Una capacidad de decisión menos condicionada por el ambiente.
-Por otra parte, ¿cree que un posible pacto de investidura podría contradecir la historia reciente de Junts, que en los últimos años ha defendido cuestiones de máximos a cambio de llegar a acuerdos, como el referéndum? El partido también ha defendido incondicionalmente la unilateralidad…
-Es que estoy muy seguro de que en ningún sitio aparecerá una renuncia a la unilateralidad, porque creo que esto es nuclear en el pensamiento de Carles Puigdemont. Él considera que la unilateralidad no es una cuestión de partido, sino de país, y es el pueblo quien decide si se hace una cosa o la otra. Por tanto, no creo que contravenga nada. La estrategia de Junts no es no negociar. Éste es el cliché que se ha hecho, especialmente desde ERC, que ha intentado hacer pensar que solo ellos quieren negociar. Junts sabe que debe negociar y aprovechar una situación de fuerza a través de lo que siempre se ha defendido desde el partido, que es la confrontación inteligente.
-¿Pero piensa que un hipotético pacto para investir a Pedro Sánchez podría hacer daño al partido internamente? Hay voces que defienden el bloqueo constante.
-No creo que en Junts haya nadie que tenga esa posición. Si usted se está refiriendo a Laura Borràs, ella está alineada con Puigdemont y no creo que afecte en absoluto.
-Pero hay otras voces que, pese a no ser militantes, han tenido cierta influencia en el espacio, como el president Torra. Él mismo lamenta que en ese contexto se esté hablando más de amnistía que de autodeterminación.
-El president Torra no es militante de Junts y, aparte, en estos momentos, y siento mucho decirlo, es una pieza muy marginal en la política catalana.
-Dicho desde otra perspectiva, ¿cree que un posible pacto podría reconciliar el puigdemontismo con el sector tradicionalmente más convergente y, por tanto, más inclinado hacia el pactismo tradicional del catalanismo?
-Es que Junts tiene un problema, y es que sin Puigdemont no es nada. Es una obviedad que si Puigdemont desaparece de la ecuación el partido no se sustentaría de ninguna manera. Esto es así, y es lo que se dijo en la reunión del Consejo Nacional, cuando de manera secreta se reunió y se dijo que en esa negociación quien mandaría sería él sin ningún tipo de interferencias y sin que nadie le enmendara la plana. Esto se dijo en todos los sectores, que tuvieron que aceptarlo. ¿Qué debían hacer? Esta negociación está haciendo que Puigdemont recobre un poder dentro del partido que no había tenido.
-Si hubiera un acuerdo, aunque Junts no renuncie a la unilateralidad, puede darse el caso de que esta unilateralidad acabe convirtiéndose en puramente retórica, sin ninguna aplicación posible. ¿Eso podría reconvertir a Junts en un partido similar a los que, en el pasado, representaron al nacionalismo catalán?
-Eso no volverá nunca más. El electorado ya ha dado un vuelco en esto. Junts no puede convertirse en un partido autonomista como Convergència, porque está integrado de una manera determinada y está liderado por una persona que, por mucho que venga de Convergència, del PDeCAT o de lo que sea, ha roto con este parámetro mental. En este sentido, y en cuanto a la investidura, una de las principales discrepancias, y no es menor, es que el PSOE quiere que haya un pacto de investidura y de legislatura, y desde Junts dicen que de ninguna de las modos. Durante la legislatura, si finalmente existe investidura, a medida que se vayan cumpliendo todos los acuerdos a los que se haya llegado y estén verificados por este famoso negociador o como se quiera llamar, se irá votando. Y si no es así, Junts votará en su contra. Esto responde a la realidad de que Junts no es un aliado del PSOE, sino que circunstancialmente puede apoyar una investidura. Esto es una gran diferencia con ERC, que propugna que debe reforzarse la izquierda española porque por ella pasa la resolución del conflicto. En cambio, desde Junts se considera que esto es una falsedad, porque la izquierda española es igual que la derecha española. Y ahora, circunstancialmente, existe esa posibilidad de condicionarla. Y la certeza de que es necesario aprovecharlo.
-Pero aunque la unilateralidad no desaparezca de los principios verbales de Junts, ¿el partido podría convertirse en una formación centrada exclusivamente en la cotidianidad política marcada por negociaciones presupuestarias, etc.?
-No lo creo. Si Junts no es un partido de gobierno y de lucha a la vez no tendría ningún sentido, porque para eso ya existe ERC. Y presentarse como un partido de derechas, tal y como ERC pretende cuando se refiere a Junts, es imposible, porque la amalgama que tiene Junts en su interior no le convierte en un partido de derechas convencional. ERC, además, se llevó elementos de la derecha a su gobierno y a su grupo parlamentario. Francesc-Marc Álvaro –diputado en el Congreso– o Carles Campuzano –consejero de Derechos Sociales– no creo que sean de izquierdas. Crear una formación con gran corte ideológico es muy complicado en estos casos. Y tal y como se configuró Junts, que primero fue una coalición y después se fue transformando en un partido, esa esencia primera no ha cambiado.
-Pero imágenes como la de febrero, con miembros destacados de Junts celebrando una comida con el president Jordi Pujol y con banderas de Convergència, ¿ayudan a la visión que Junts quiere proyectar sobre sí mismo?
-Creo que esto fue de consumo interno y que no interesa a nadie más allá de las propias ideas. No creo que tenga ninguna importancia. Lo que es evidente es que Junts tiene una corriente que viene de Convergència. Intentar negar esto me parecería absurdo. Ahora, ¿este partido es la fotocopia de Convergència? No.
-Para ir terminando, ¿el pronunciamiento de los miembros del Consejo de la República, que apuestan por bloquear la investidura de Pedro Sánchez, tendrá algún efecto en la decisión final de Puigdemont?
-En absoluto. Primero porque el Consell no negocia, y segundo porque Puigdemont no negocia en nombre del Consell, sino de Junts. Además, la decisión del Consell no es vinculante, y ha votado a tan poca gente que sería ridículo condicionar una investidura a este hecho.
-Por otra parte, si hay investidura y, por tanto, hay amnistía y Puigdemont puede volver en libertad, ¿se lo imagina presentándose a las próximas elecciones al Parlament?
-Yo creo que sí. Otra cosa sería si ganara las elecciones y optara por repetir como president. Pero estoy convencido de que encabezaría la lista de Junts si hubiera esa posibilidad, sí.
-¿Y por qué piensa que encabezaría la lista pero quizá no quisiera ser president de la Generalitat?
-El coste humano de lo que le ha pasado es muy alto. Si se logra la amnistía para el conjunto de los encausados, Puigmdemont probablemente verá cerrado un ciclo, una etapa de su vida. Aunque esto es una intuición que tengo, no tengo muchas certezas. Lo que sí sé es que, a diferencia de lo que ocurrió hace un año, cuando Junts decidió salir del Govern y Puigdemont se desentendió un poco de la situación, ahora eso no pasaría y Puigdemont liderará esta fase del partido hasta las próximas elecciones. Entre otras cosas porque considera que Junts debería tener cotas de poder para presionar mejor al Gobierno español.
-¿Se imagina unas elecciones catalanas anticipadas? ¿O piensa que el president Pere Aragonès podrá agotar la legislatura?
-Creo que, en estas circunstancias, es bastante probable que haya elecciones anticipadas.
-¿Calcula algún momento concreto?
-No lo sé, pero es posible que Junts y PSC puedan tumbar al Govern.
-Con unas nuevas elecciones sería difícil resolver la investidura, dada la previsible fragmentación en el Parlament. ¿Piensa que en estos momentos Junts y ERC podrían volver a gobernar conjuntamente?
-No sé si podrían hacerlo, pero lo que es seguro es que no tienen más alternativa. Otra posibilidad sería la reedición de un tripartito, o que Junts fuerce la existencia de un nuevo govern. Todo dependerá mucho, también, de lo que ocurra con la tercera pata del independentismo.
-Tal y como están las cosas, ¿imaginaría un govern de Junts y PSC?
-A mí esto me parece muy complicado.
-¿Para terminar, piensa que la situación actual desembocará en la paz catalana que los socialistas quieren vender como triunfo? ¿O, en cambio, que en algún momento la tensión podría resucitar y volver al tablero político?
-Hace trescientos años que esa tensión va y viene. Que estemos ahora en una situación de reflujo no significa que haya desaparecido. Es evidente que ahora no hay un estado de movilización permanente como sí lo hubo durante la pasada década. Pero esa nueva situación puede recargar las pilas del movimiento independentista. Y creo que van a cambiar mucho los equilibrios políticos. Entre otras cosas porque Junts habrá madurado como partido y se verá con mayor capacidad para abordar esta nueva fase. Ahora Junts tiene unas cuotas de poder bajísimas, y si logran cohesionar el partido, reencuentran el liderazgo y su discurso y redescubren lo que significa hacer política normal al tiempo que se ejerce la presión desde la calle y desde la sociedad civil, pienso que esto no favorecerá a España. Entre otras cosas, porque España tampoco se encuentra en una fase de estabilidad.
EL TEMPS
Publicado el 30 de Octubre de 2023
Nº. 2055