Cuando hablamos de los inconvenientes que conlleva la falta de unidad del independentismo, más allá de la tan llamada cuestión estrictamente estratégica de los partidos, lo grave es la falta de un sólido relato propio. Pero para tenerlo, es necesario un estado mayor ideológico propio que lo organice. Pienso que esta falta es lo que más contribuye a la confusión, al desánimo y a las salidas personales por encima de las colectivas que tan espléndidamente triunfaron en 2017. Un primer aviso de esta carencia la tuvimos en el juicio 1-O, aviso que se ha visto confirmado con el vergonzoso comportamiento del gobierno de ERC que ha ido deshaciendo uno por uno todos los puntos fuertes que nos habían caracterizado en la década 2007-2017.
Esto lo ha permitido en gran medida la devastación que se ha producido en el campo de los medios de comunicación públicos y los subvencionados que han camuflado toda la operación sin que Junts ni CUP se hayan desmarcado lo bastante claramente y en parte se han dedicado a otros relatos partidistas o laterales que en nada priorizaban la única lucha que importa: la independencia. Ni siquiera han atendido lo bastante rotundamente a la necesidad de proclamar conjuntamente la ilegitimidad del ‘lawfare’ sistemáticamente aplicado contra el independentismo. Y no haciéndolo, claro, lo han blanqueado. Lo hemos podido ver en aquellos partidos y políticos que no han dudado en contribuir al linchamiento de la MHP Laura Borràs o en los ataques partidistas entre partidos independentistas, haciendo las delicias de los diseñadores de la Operación Cataluña, cada día menos necesarios. Pero esa falta de estado mayor y relato propio también ha creado un clima propicio –catalanófobo y victimista– en otros campos, habiéndose podido ver las deserciones de actores, cantantes y deportistas que como Caixa y Sabadell huyen de Cataluña –amargados o no– hacia territorio español donde se ve que sí los tratarán debidamente. También ha comportado otras situaciones incomprensibles como que Gerard Piqué contribuya a la marginación –y a la ridiculización– de nuestra ya bastante marginada lengua en un gran espectáculo celebrado en nuestro país. ¿Dónde está el orgullo de otros tiempos en los que este tipo de gestos hubieran sido imposibles?
Seguramente nada de eso ocurriría si contáramos con ese estado mayor de nuevo aunque hoy es cada vez más evidente que esto deberá hacerse –al menos provisionalmente– al margen de una ERC que está absolutamente fuera de control. Que es posible rehacer el movimiento con fuerza nos lo ha demostrado el valiente regreso de la gran Clara Ponsatí que ha puesto muy nervioso al gallinero autonomista. Por tanto, que nadie pierda la esperanza ni las ganas de lucha. Hay un gran poso de catalanes que no compran el discurso que actualmente quieren vendernos los medios de la CCMA. Y es esa masa crítica la que debe servir para rehacer la unidad independentista de este país una vez dejemos de hacer el ridículo hablando de mesas de diálogo, del “racismo” de los catalanes (¡la Virgen!) o del juicio “justo” que ha tenido Laura Borràs, entre otras mandangas. Seamos adultos de una vez y seamos capaces de reconocer tres cosas: 1) que si no somos independientes, no saldremos adelante, 2) cuál es el auténtico enemigo que tenemos enfrente y 3) qué relato debemos socializar para proclamar nuestra legitimidad y quitarnos de encima la opresión neofranquista que actualmente sufrimos. No hay otro camino.
RACÓ CATALÀ
https://www.racocatala.cat/opinio/article/59006/per-un-relat-propi