Eneko Aritza, la historia del rey de Iruñea que protagoniza ‘Irati’

Con ‘Irati‘, el director Paul Urkijo ha convertido al primer rey de Iruñea en personaje cinematográfico, mostrando su posible presencia en la batalla de Orreaga, las luchas de poder con los Belasko y los vínculos de su madre Oneka con los Banu Qasi. Esta es la historia de un soberano de película.

Junto a Irati, Eneko Aritza es el gran protagonista de la última y exitosa película del director Paul Urkijo, que ha convertido en personaje cinematográfico al que, con la ayuda de sus familiares islamizados Banu Qasi, consiguió convertirse en primer soberano del Reino de Iruñea.

Como ya se especifica en la película de Urkijo, esta historia se desarrolla en los denominados años oscuros, de los que muchas veces falta información. Así que de Eneko Aritza no se conoce de dónde era originario, con Zaraitzu, Erronkari o la Bigorra como posibles opciones, ni cuándo nació, con los años 770 y 790 como los más probables.

Sí que debía de ser nieto de Ximeno el Fuerte e hijo de Eneko Ximenez, como se recoge en ‘Irati’, y es posible que tuviera ocho años cuando se produjo la batalla de Orreaga, en la que los vascones consiguieron derrotar a la retaguardia del ejército franco que había arrasado Iruñea tras su fracasada expedición a Zaragoza.

Sin embargo, el padre del futuro rey de Iruñea habría sobrevivido a la batalla contra Carlomagno, aunque habría fallecido unos pocos años después, en el 781, tras haber tenido un segundo hijo de nombre Fortún. Es posible que cayera combatiendo en una incursión del emir de Córdoba Abd Al-Rahman I contra las posesiones que tenía Ximeno el Fuerte en las inmediaciones de Lizarra y que se sumaban a sus dominios en los valles pirenaicos.

Como se recoge en ‘Irati’, su viuda Oneka se casó con Musa Ibn Fortun, del linaje de los Banu Qasi, es decir, los vascones islamizados que controlaban amplias zonas del valle del Ebro y que habrían ayudado a sus familiares en la batalla de Orreaga, como también aparece en el filme. Con su segundo esposo tuvo un hijo llamado Musa Ibn Musa antes de que el banu qasi falleciera en el año 788.

Otros historiadores, especialmente Claudio Sánchez Albornoz, sostienen que, en realidad, Oneka se casó primero con Musa Ibn Fortun y tras enviudar, habría contraído matrimonio con Eneko Ximénez y por ese motivo, Eneko Aritza habría nacido en el año 790.

Con independencia del orden de esos matrimonios, Oneka fue el vínculo como madre entre Eneko Aritza y Musa Ibn Musa, unos lazos de sangre que se trasladarían a nivel político y que resultarían decisivos para la creación del Reino de Iruñea.

Frente a ellos se encontraban los Belasko, como también muestra Urkijo, que disputaban la primacía de los Aritza en Iruñea y que estaban más próximos a los francos.

Disponer de ese apoyo interior hizo que la derrota de Orreaga no supusiera que los francos se olvidaran de esos vascones que les habían humillado. En el año 812, Ludovico Pío, hijo de Carlomagno, cruzó los Pirineos con su ejército. En esta ocasión, las tropas francas consiguieron regresar a su reino sin problemas tras llevarse a mujeres y niños como rehenes.

En el 814 fallecía Carlomagno y dos años más tarde, el emir al Hakem I envió un ejército a Iruñea. Belasko, que por entonces controlaba el territorio, pidió ayuda al rey Alfonso II de Asturias, pero los musulmanes se impusieron en una batalla en la que murieron varios caballeros vascones, como Saltan, el mejor de esos guerreros.

La situación fue aprovechada por los Aritza para hacerse con el poder con el apoyo de los Banu Qasi desde Tutera, donde ya gobernaba el hermanastro de Eneko, Musa Ibn Musa.

Ludovico Pío intentó revertir lo sucedido para poder contar de nuevo con un aliado en territorio de los vascones y realizó una nueva incursión en el año 824. Entonces se libró la que está considerada como segunda batalla de Orreaga, ya que el ejército franco fue derrotado al regresar al norte de los Pirineos y los líderes de esas tropas, los condes Aznar y Eblo, fueron hechos prisioneros. Al primero lo soltaron por razón de su parentesco con los vencedores, mientras que a Eblo lo mandaron a Córdoba.

En principio, ese triunfo militar marcaría el inicio del Reino de Iruñea como entidad política, aunque también se barajan otras fechas. Esa circunstancia fue posible porque los francos ya no volverían a pisar suelo vascón y no suponían una amenaza, y el emir dejaba hacer a su admirado Musa, que era el principal apoyo político y militar de Eneko Aritza, ya soberano de Iruñea.

Durante unos años se vivió un periodo de estabilidad que se rompió en el año 841, cuando los valíes de Zaragoza atacaron las tierras de Musa y Eneko. Al parecer, los vascones cada vez gobernaban de una forma más independiente respecto a Córdoba y el emir buscaba frenar esa situación.

Ante la derrota, en los siguientes años se sucedieron expediciones militares cordobesas de castigo a las que Musa conseguía poner límite con la solicitud del ‘amán’ o perdón del emir para él y su hermano Eneko.

Sin embargo, en una de ellas llegó a morir Fortún, hermano del rey, junto a 115 caballeros. Un desastre en el que resultaron heridos Eneko y Musa, que tuvieron que salvarse a uña de caballo.

El hecho de que se enfrentaran juntos al emir de Córdoba y que Musa intercediera por los dos ante él y lograra esos perdones muestra la estrecha colaboración entre los Aritza y los Banu Qasi. Una relación que incluso se afianzó todavía más con el matrimonio del musulmán con la hija de Eneko, Assona.

El rey iruindarra tuvo al menos cuatro hijos: dos varones, García, que le sucedió en el trono, y Galindo, y dos hijas, y no se descarta la posibilidad de que fuera polígamo por influencia de su hermanastro y a la vez yerno.

Esta situación política se mantuvo hasta que a finales del año 851 o comienzos del 852 fallecía Eneko Aritza tras sufrir una parálisis que le mantuvo postrado en el tramo final de su vida, tiempo en el que su hijo y heredero García se hizo cargo del gobierno del reino.

El soberano habría sido enterrado en el monasterio de Leire, donde se conservan sus restos y los de otros reyes de Iruñea, aunque también existe una presunta tumba suya en el monasterio de San Juan de la Peña.

A su muerte, había conseguido que un territorio permanentemente codiciado por los francos y el Emirato de Córdoba se convirtiera en el Reino de Iruñea, posteriormente de Nafarroa, y que mantendría ese estatus de entidad política independiente durante prácticamente ocho siglos.

Naiz