El Doctor Catástrofe, que predijo la crisis del 2008, publica ‘Megamenazas’, un duro pronóstico para los próximos años de la humanidad
Es conocido como ‘Doctor Doom’. Algo así como Doctor Fatalidad o Doctor Catástrofe. Pronosticó el estallido de la burbuja en 2008 cuando todos hablaban de aterrizaje suave. Se hizo célebre y ahora regresa con un libro con el que no le van a cambiar el apodo. Es el analista económico Nouriel Roubini (Estambul, 1959), formó parte del Consejo de Asesores Económicos de Clinton y publica ‘Megamenazas’ del que habló ayer con este diario en Madrid y que deja las profecías de Casandra en un cuento de niños.
Roubini cree que vivimos como en los alegres años veinte antes de la Gran Depresión y la guerra. Habla del delirante volumen de deuda tras las recetas de los últimos años para salir de las crisis, imprimiendo dinero sin parar, que traerá estanflación como en los setenta y crisis de deuda. Y todo en una situación muy distinta a crisis anteriores: se han quemado los recursos disponibles, el envejecimiento de la población dificultará pagar deuda, la crisis ecológica provocará destrozos, la inteligencia artificial promete dejar sin trabajo hasta a los más creativos…
“El mundo hoy no se parece al que hubo entre 1945 y 1985, sino al que hubo entre 1914 y 1945, 30 años de pesadilla. Hubo la primera globalización, pero eso no impidió la Gran Guerra, la pandemia de gripe española, el crack del 29, Hitler, la segunda guerra mundial y el Holocausto. Y aunque esos años fueron un infierno, muchas de las amenazas de hoy no existían entonces; ni la inteligencia artificial, ni el cambio climático, ni las cargas para la Seguridad Social de una población que moría antes de la jubilación… y además fueron guerras convencionales. Hoy damos por sentados paz, progreso y prosperidad pero la historia de la humanidad ha sido la contraria: guerras, hambrunas, genocidios, dolor. Y hoy tenemos lo peor de los setenta, mucha más deuda que hace 15 años y una depresión geopolítica que parece como los 20, 30 y 40. Va a ser peor”.
Ve el mundo cada vez más parecido a Argentina, que va a la bancarrota cada década: “La deuda pública y privada global era el 100% del PIB en los setenta y el año pasado fue del 420% en las economías avanzadas. Habrá un aterrizaje duro. La inflación va a ser más persistente de lo que dicen. Hemos practicado una economía vudú, caminando dormidos, creando instituciones zombis privadas y públicas con ratios de deuda insostenibles. O despertamos o vamos al desastre. No podemos seguir dando al botón de repetición cada vez que suena la alarma. Los problemas económicos, ecológicos, tecnológicos, sociales y geopolíticos se están retroalimentando. Yo lo llamo megamenazas , otros policrisis”.
Hoy, remarca, “ya tenemos una guerra fría en la que poderes revisionistas como China, Rusia, Pakistán, Irán y Corea del Norte desafían el orden de EE.UU. y sus aliados. Y China tiene disputas territoriales con seis países incluidos India y Japón. Si no ha habido ninguna guerra en Asia ya es por el paraguas de seguridad estadounidense allí”. En cualquier caso, en la guerra fría entre EE.UU. y China la única cuestión es la velocidad “y si habrá guerra caliente en Taiwán”.
“El 7 de octubre se restringió la exportación de semiconductores de gama alta a China, una guerra tecnológica para evitar que desarrolle semiconductores avanzados. Antes de la segunda guerra mundial, EE.UU. prohibió exportar a Japón chatarra y petróleo. Atacaron Pearl Harbour. Y China no se tomará a la ligera este intento de reprimir su desarrollo. El jefe de la Navy cree que puede atacar Taiwán este año”, advierte.
Su único escenario positivo para el futuro es lograr avances tecnológicos como la fusión nuclear, “que permitiría hundir el precio de la energía, desalinizar agua del mar, cultivar más alimentos y, junto con inteligencia artificial, automatización y cuántica, lograr un crecimiento del 5 o 6% anual. Así hay dinero para renta básica universal, cambio climático… Si podemos comercializar la fusión en diez años hay esperanza. Si es en 20, quizá sea tarde”.
“Todo debe empezar con un avance tecnológico. El problema con la tecnología es que genera desempleo permanente. Y sirve para construir mejores armas, llevar a cabo mayores guerras y mantener mayores imperios. Quien controle la inteligencia artificial no sólo controlará los negocios del futuro sino que será el poder dominante en lo militar y lo geopolítico”, resume.
Para lograrlo, entre otras cosas cree que hay que saber manejar el cambio tecnológico y reformar las democracias liberales “para hacerlas más sostenibles e inclusivas, el modelo de China no creo que vaya a funcionar. Como dijo Churchill, la democracia es el peor sistema político, aparte de sus alternativas, así que quizá hay esperanza””, concluye.
LA VANGUARDIA