La vida después del capitalismo

El economista ecológico Tim Jackson reflexiona en ‘Postcrecimiento’ (Arcadia) sobre los cambios radicales para sobrevivir al fracaso del capitalismo

El mito del crecimiento, motor del sistema capitalista desde hace décadas, se derrumba. La realidad y las cifras lo demuestran. Son evidentes e inapelables, según el economista ecológico Tim Jackson (Reino Unido, 1957), profesor de la Universidad de Surrey y director del Centro para la Comprensión de la Prosperidad Sostenible (CSUP, por sus siglas en inglés).

El capitalismo es un catálogo de errores sistémicos, razona el economista ecológico. En un planeta finito, es necesario buscar la prosperidad sin crecimiento. Al confundir progreso con exceso y crecimiento sin límites, el sistema está en una vía terminal. Urge un cambio radical, profundo, para frenar el consumo salvaje, que tan sólo ha generado desigualdades sociales abismales, inestabilidad financiera y una grave crisis ambiental. Tal como decían los jóvenes manifestantes hace unos años: “Es necesario un cambio sistémico, no un cambio climático”.

En el prefacio de Postcrecimiento (1), el profesor Joan Martínez-Alier, que conoce a Jackson y sus estudios desde hace años, elogia su trabajo y subraya que el libro está escrito en el estilo de las humanidades ambientales y no en el estilo técnico de la economía ecológica, lo que le ha permitido acceder a sectores mucho más amplios del público y hacerlos reflexionar. Poco a poco, como un juego literario, la narración de Jackson nos ilustra los conceptos necesarios para entender la crítica ecológica al crecimiento económico y para pensar en una vida colectiva postcrecimiento y postcapitalista.

La narración, muy pedagógica y rigurosamente documentada, tiene un interesante nivel literario y cultural, con infinidad de casos y referencias de pensadores y activistas de todos los tiempos. Sus teorías y testimonios vitales, de la filosofía griega a la economía neoliberal, pasando por la poesía, la ciencia, el arte y la cultura, son la clave para proponer un viaje en el tiempo. Un proceso de reflexión y conocimiento que explora las raíces profundas de nuestra cultura, las que crearon el mito capitalista del crecimiento indiscriminado, ahora fracasado. Cómo se ha desarrollado hasta llegar a los peligrosos e inútiles extremos actuales y, sobre todo, cuál es la vida que podríamos reinventar para sobrevivir a la catástrofe.

En este ensayo, que se lee como un libro de historia muy personal, es tan importante el recorrido de análisis histórico y filosófico, como la infinidad de cuestiones cruciales que expone y deja abiertas para tratar de imaginar y empezar a decidir cómo podemos reformar radicalmente el sistema para salvarnos y salvar el planeta, inaugurando un camino que nos asegure un futuro más sano y más digno para todos los seres humanos, la naturaleza y el medio.

Aparecen, entre otros autores, desde Aristóteles y Laozi a Martin Luther King y Robert Kennedy, Greta Thunberg, John Stuart Mill, Henry David Thoreau, John Maynard Keynes, John Kenneth Galbraith, Rosa Luxemburgo y Hannah Arendt, el monje budista vietnamita Thich Nhat Hanh y la keniana Wangari Maathai, premio Nobel de la Paz 2004, y la poeta americana del siglo XIX Emily Dickinson, junto a los inevitables Milton Friedman, Ronald Reagan, Margaret Thatcher y Donald Trump.

Tim Jackson ya impresionó a lectores, políticos y comunidad científica en 2009 con el libro ‘Prosperity without Growth. Economics for a Finite Planet’, publicado en castellano por Icaria Editorial. Es su obra de referencia que fue destacada por el Financial Times como libro del año y por el portal británico de noticias y opinión UnHerd como libro de la década. Ha sido traducido a diecisiete lenguas y se ha convertido en motor de discusiones, seminarios y polémicas en todo el mundo sobre el replanteamiento del concepto de crecimiento. Y la necesidad urgente de construir una macroeconomía ecológica sin crecimiento basada en el bien común, el progreso sanitario, social y cultural, la eliminación de las diferencias y el respeto a la naturaleza.

La calidad literaria de la narración está asegurada por la experiencia del autor como dramaturgo y guionista radiofónico de la BBC. Domina el texto, el contexto y la textura. Sabe administrar con estilo y brillo los distintos registros que utiliza como economista, escritor, pensador, ciudadano y activista. La economista británica Kate Raworth ha dicho del libro “que no es únicamente una narración literaria, sino una obra de sabiduría económica y social envuelta en poesía”.

De Tim Jackson, VilaWeb publicó, en 2021, traducido de The Conversation, el artículo “ Multilmillonarios en el espacio: la joya de la corona del capitalismo pospandémico” (2).

Delfines en los canales de Venecia

Tim Jackson escribió y reflexionó mucho durante el confinamiento de la pandemia de 2020. De repente, se dio cuenta de que el mundo descubría su fragilidad absoluta. La inmensa mayoría, por sorpresa. Nadie esperaba la aparición del virus y, muy sintomáticamente, ningún país estaba preparado para combatirlo y hacer frente a las consecuencias. Las políticas de recortes aplicadas durante toda la década anterior habían dejado los servicios básicos de sanidad en estado precario. De repente, el mundo descubrió que los trabajadores de primera fila, los que, de hecho, nos ayudarían a vencer a la pandemia, eran los más maltratados por la política salarial y social de los últimos años. De los médicos y enfermeras a los trabajadores de la alimentación y la limpieza.

Había un clima de incertidumbre inmenso. Mucha gente murió. Sin embargo, los estados, de repente, supieron detener la maquinaria capitalista. Todo se detuvo y el mundo no se hundió. Supieron poner en marcha ayudas y subvenciones para los trabajos y para los alquileres que permitieron a mucha gente en todo el mundo rico a superar la tragedia. Eran tiempos en los que todo el mundo optaba por hacer cambios en el futuro, cuando se volviera a la normalidad. En este sentido, fue un momento grave que fomentó el optimismo y la reflexión aunque, de momento, no parece haber cuajado en algo concreto.

La pandemia de covid fue como mirarnos al espejo, examinarnos de pies a cabeza, con tiempo y tranquilidad, y observar atentamente, también, todos nuestros fantasmas. En ese momento, mucha gente creyó posible y urgente hacer cambios en el sistema. Por las redes corrían comentarios optimistas, como “la Tierra se cura”, y falsos, como “los delfines nadan por los canales de Venecia”. Lo cierto es que algunas especies animales empezaron a recuperarse, la vegetación dañada también y los delfines no llegaron a competir con las góndolas, pero sí visitaron algunos puertos del Mediterráneo que antes rehuían. Hubo toda una corriente que ansiaba un mundo nuevo. Por tanto, el cambio sistémico era posible, y lo es.

A lo largo del relato existen reverberaciones de ideas de mucha gente que dialoga entre sí e interactúa según avanza el guion de cuestiones y conclusiones que Tim Jackson va exponiendo mientras evoluciona en su reflexión multidireccional. “De vez en cuando, resulta que una idea es acertada, válida y maravillosa” (Carl Sagan, 1996), “Hemos venido para saber que el cambio climático se acerca, tanto si les gusta como si no. El verdadero poder es del pueblo” (Greta Thunberg, 2018), “Si tienes un camino por dónde ir, tienes poder” (Thich Nhat Hanh, 2007), “Que basta es bastante, es saber lo suficiente” (Laozi, 500 aC).

Un gran político pionero: Robert F. Kennedy

Para mí ha sido una sorpresa descubrir que Robert F. Kennedy, cuando decidió presentarse a las elecciones presidenciales americanas de 1968, hizo una serie de discursos muy avanzados y radicales respecto a la mala evolución del capitalismo y la necesidad imperiosa de reajustar el sistema y proteger el medio y la naturaleza. Para eliminar las desigualdades sociales y trabajar por el bienestar y el bien común de todos.

“De manera excesiva, y desde hace demasiado tiempo, aparentemente hemos renunciado a la excelencia personal y a los valores comunitarios en aras de la mera acumulación de cosas materiales”, decía en un mitin en marzo de 1968. Desgraciadamente, no llegó a poner en práctica sus ideas. Fue asesinado en Los Ángeles el 6 de junio de 1968. Han tenido que pasar muchas décadas para que unos pocos políticos (y no precisamente del ‘establishment’, como él) empiecen a pensar y tratar de actuar en esta línea.

En uno de los primeros mítines en la Universidad de Kansas, Kennedy sorprendió y entusiasmó al público, en primer lugar, criticando la guerra de Vietnam. Y, en segundo lugar, poniendo en entredicho un mito del capitalismo y el crecimiento: el producto interior bruto (PIB), la errónea y dictatorial medida de la vida económica, política y social del planeta. Hizo unas declaraciones extraordinarias que cuestionaban la consigna más sagrada del capitalismo: la acumulación de riqueza sin freno. Hoy en día, cincuenta y cuatro años después, es casi imposible imaginar un político importante, y mucho menos a un candidato a la presidencia de EEUU, defendiendo un programa como el suyo.

Contra el PIB, Kennedy proclamó: “Lo mide todo, salvo lo que hace que la vida valga la pena”. La estatística en la que tenemos depositada tanta fe simplemente cuenta las cosas equivocadas: incluye demasiadas “cosas malas” que hacen bajar nuestra calidad de vida y excluye demasiadas “cosas buenas” que realmente son fundamentales. “No mide nuestro ingenio, ni nuestro valor, ni nuestra sabiduría, ni lo que hemos aprendido, ni nuestra compasión, ni la devoción por nuestro país”.

Incluyo una cita larga que me parece importante para captar la radicalidad innovadora de su discurso y sus intenciones: “Y aunque por error incluya cosas que nos benefician a todos, existen numerosos aspectos de nuestras vidas que simplemente desaparecen del recuento. Las desigualdades sociales. Las contribuciones de la gente que no cobra. El trabajo de las personas que cuidan a los más jóvenes y mayores de casa. Fracasa a la hora de medir la salud de nuestros hijos, la calidad de su educación, el disfrute de los juegos. Se deja la belleza de nuestra poesía […], la inteligencia de nuestro debate público […], la integridad de nuestros cargos públicos”.

Lo dijo Robert F. Kennedy hace más de medio siglo. Lo asesinaron y, entre otras políticas que hubiera querido impulsar, como el fin de la guerra de Vietnam, sepultaron con él estas ideas innovadoras y necesarias. Hoy todavía no las suscribiría en público nadie de su nivel. ¿Qué ha pasado hasta hoy? ¿Qué le hacía pensar esto? ¿Por qué ya existían indicios del error del crecimiento capitalista y por qué no se ha hecho absolutamente nada en más de medio siglo? ¿Por qué el PIB todavía está en los altares de los políticos, los economistas, los bancos y la inmensa mayoría de la gente?

Un mito que domina la vida y la pone en peligro de muerte

Tim Jackson sigue la historia del pensamiento de la cultura y de la economía para saber cómo hemos llegado hasta el borde del abismo, sin que ninguno de los grandes poderes que hay en el mundo hiciera nada para impedirlo. Si no más bien al contrario, han instigado y favorecido el crecimiento desmedido, sean cuales sean sus nefastas consecuencias. Es un mito capitalista erróneo que ha arraigado en las convicciones éticas y culturales de mucha gente, durante décadas. Hasta llegar a la crisis de 2008 y los años posteriores de recortes y austeridad, que han puesto en peligro las vidas de millones de personas y el futuro del planeta. Tal y como se constató con la pandemia. Un mito que domina la vida y la pone peligro de muerte.

A lo largo del ensayo, descubrimos los orígenes del capitalismo y su evolución. Y las valiosas críticas que ha tenido, siempre ignoradas. Establece interesantes paralelismos, por ejemplo, entre budismo y capitalismo, que parten de un supuesto común –la vida es sufrimiento–, pero evolucionan por caminos totalmente opuestos. Estudia qué ha ido matando al capitalismo y por qué. Nos habla de una nueva narrativa económica, del valor fundamental del trabajo que el capitalismo ha denigrado, de la desobediencia civil, de la naturaleza y la prosperidad, del amor y la entropía, del poder y sus deformaciones, del “cálculo” de la felicidad, de los límites, la prudencia, el equilibrio y, sobre todo, de la esperanza, citando unos versos de Emily Dickinson de 1861: “’Esperanza’ es la cosa con plumas / que se ha enhebrado en el alma / y canta la melodía sin las palabras / y no se detiene nunca”.

Con cincuenta páginas de notas y referencias bibliográficas, rigurosamente impecable, el profesor Tom Jackson demuestra el fin del capitalismo basado en el mito del crecimiento, a la vez que abre puertas y ventanas para atrevernos a construir las bases de un futuro más digno, justo y saludable. Más no es mejor, éste ha sido el gran error del capitalismo, que ha trastornado el principio del equilibrio en la salud humana, ha sobreestimulado el consumismo y la producción material, en contra de la naturaleza y la vida humana. Unos ejes de actuación erróneos que han tergiversado el valor del trabajo, han convertido el concepto de inversión para el futuro en un casino distópico y han privilegiado el capital y sus beneficios por encima de los medios de subsistencia de la gente normal.

La crisis del coronavirus reveló que los gobiernos sí pueden intervenir en la salud de la sociedad, algo que el capitalismo había negado durante mucho tiempo. Jackson subraya mucho esta idea. En las ruinas del capitalismo, pues, por él, están las semillas de una renovación radical y urgente. “Que basta es bastante, es saber lo suficiente”, dijo el filósofo chino Laozi hace dos mil quinientos años. El gran error histórico del capitalismo ha sido no entenderlo. Volver al camino para saberlo es nuestro gran desafío actual y la lección básica de este libro, concluye Tim Jackson.

(1) https://www.arcadia-editorial.com/es/llibres/postcreixement/

(2) https://www.vilaweb.cat/noticies/multimilionaris-a-lespai-la-joia-de-la-corona-del-capitalisme-post-pandemia/

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