Los perdones de Carlos de Gante

Carlos de Gante llegó a emperador a los 19 años gracias a su ayo y maestre, el cardenal Adriano de Utrech, que se encargó de auparle como Carlos V de Alemania a emperador, favor que luego le devolvió el emperador gestionándole el papado con el nombre de Pío VI (favor por favor). Hoy día se hace una memoria de su comportamiento en Navarra que me lleva a mostrar mi opinión, en razón de las contradicciones que se emiten y que me parecen disparatadas. La edición del libro Los perdones del emperador Carlos V a los navarros deservidores – 1521-1524 ha sido publicado y costeado por la Consejería de Cultura del Gobierno de Navarra en una lujosa edición. Las diferencias que he encontrado me inclina a mostrar mi sentir en razón del mismo y las contradicciones que aprecio con mi pensar.

El libro citado se ha compuesto con un prólogo del director del ARGN, donde cita este que se trata del libro póstumo del capuchino Tarsicio de Azcona. Se trata de una recopilación de documentos originales que poseía el difunto junto a sus notas, y resulta de ello un acoplamiento de añadidos de redacción que motivan mi análisis. Tarsicio de Azcona trabajó con originales y la visión que presentan las recopilaciones de su libro póstumo no concuerdan históricamente con el trato de agramonteses que se aplican en el mismo a los navarros que defendieron el reino y país y no acercan a lo que investigó el autor citado.

Azcona ha escrito sobre el tema de la conquista de Navarra en varias ocasiones y en ninguna de ellas ha nominado a los navarros como agramonteses ni a estos como navarros. Tampoco los documentos presentados muestran alusiones a ello. Solo cabe, pues, que hayan sido los ajustes de redacción los que dan entrada a la visión de agramonteses navarros y su nominación haya sido realizada en dichos ajustes por el prologuista y director del ARGN Félix Segura Urra en la compilación de Azcona, y a eso me atengo para cuadrar una visión más real a mi juicio que el libro no la aporta.

Las nominaciones referidas a navarros agramonteses y sus variantes es abundante y repetida, e incluso se hace persistentemente en el prólogo y en los títulos de los capítulo siguientes que enumero: “Entrada del ejército francés en Navarra en 1521 y las culpas achacadas a los agramonteses” (2) Primer perdón a los agramonteses en 1521” (3) “Perdón a los agramonteses en 1522” (4) Carta de perdón a los agramonteses navarros. (Pamplona, 15 de diciembre de 1523)” (8) Capitulación con los agramonteses refugiados en Fuenterrabía (19 de febrero de 1524) (9) “Desbordante perdón al mariscal y a los agramonteses de Fuenterrabía” (10). Es decir, los agramonteses aparecen como centro del libro en 6 capítulos de los 15 que posee el libro contando hasta el índice de nombres propios. Así, 6 de ellos se dedican a dicha nominación e incluso en uno se hace al hijo del mariscal jefe de ellos.

Eso me lleva a definir a los Gramont o Agramunt. Estos fueron una familia del norte pirenaico que se dedicaron extensivamente a la creación de mesnadas y su alquiler como soldados de cuota, ya que el ejército regular dirigido desde un mando supremo no existió hasta el siglo XVI. Su predecesor fue el cardenal Cisneros y lo puso en marcha Carlos V para la jornada de Noain, obligando a las villas y ciudades de Castilla a poner a su servicio militar un hombre por cada 12 vecinos. Hasta entonces las mesnadas eran múltiples, e incluso dentro de la propia familia se alineaban a conveniencia del mejor postor cobrando por tiempo, riesgo, número de gentes de armas, de a pie o de a caballo, y unas veces remunerados por dinero y otras por cargos o puestos a conveniencia de las partes.

En Navarra se puede anotar las partidas que tuvieron los Peralta (la de Pierres de su hermanastro el obispo y de otro hermano). La del prior Juan de Beaumont y de su hermano el conde Lerín, de los Luxa, de los Echauz y/o ramas de familiares desgajadas como ya se daba en la familia de los Gramont o Agramunt, todas ellas son las más significativas y actuaron mayormente en el siglo XV en Navarra. En La Maison de los Agramunt 1040-1967, Raymond Ritter y Jean de Jaurgain explican con detalle en 2 tomos y más de 1.200 páginas la forma en que trabajaban y su medro familiar ymilitar, económico y político de los Agramont.

Cuando para extender su imperio a la península Carlos V hubo de tomar por la fuerza tanto a Castilla como a Navarra, meritar sus juramentos de perdón a sus deservidores resulta una ironía. En el caso de Navarra que no tenía ejército que ya llevaba 4 años (1512-1515) ocupada por su abuelo Fernando, necesitó otros 8 años para rendirla (1516-1524). Carlos V no juró sus fueros y la tomó impidiendo el intento de recuperar la libertad en 1516 por el mariscal, pero que culminó con él en prisión, cárcel y asesinato y los destierros de personajes. Las prisiones y fueron parejos a una ocupación militar y las quejas de las Cortes revelando la población militar estante y el control de todos los organismos políticos y económicos hasta el año 1521.

Tras la nueva reconquista de la batalla de Noain volvió a colocar al ejército ocupando Navarra sin que se aplicara ninguna ley que frenara sus abusos y sin que hubiera perdón en 1521. El autor divaga en balde buscando hacer creíble un perdón que no existió en los hechos. El panfleto de la Consejería de Cultura hace quiebros para mostrar lo que no existió. El Perdón de 10 de mayo de 1522 se hizo mirando a la toma de Amaiur para aterrorizar a la gente y se forzaron extorsiones económicas.

La obra editada sitúa como perdón documentado el decreto que condena a a las autoridades de Tudela, Cascante, Ablitas, Arguedas, Cascante y otras villas con excluidos del perdón (condenados si juicio) y dejando fuera del perdón a toda clase de “barones, vizcondes, gentiles-hombres y cualesquiera vecinos de las villas y lugares de las tierras de Lapurdi vascos, Cinco Villas, Baztán y Bértiz y pérdida de sus Haciendas y bienes …” a pesar de que estas tierras no estaban ocupadas. La lista de destierros superó los 400, el rey se reservó ampliar la lista y se dio un reordenamiento de las jurisdicciones eclesiásticas.

El perdón fue una condena general, para escarmiento y aviso de que se impondrían los castigos a quienes no se sometieran, y el de 15 de diciembre 1523 se dio otro perdón repetitivo y que excluía 150 condenados a la pérdida de bienes y haciendas y pendientes a someterse a lo que además dictara el monarca para que “… otros de su enmienda tomen ejemplo”.

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