El niño sapiens de Harari

Encuentro en Israel con el célebre historiador Yuval Noah Harari, autor de ‘Sapiens’ que ahora publica ‘Imparables’ el primero de cuatro volúmenes que publica para el público infantil (8 a 11 años) sobre la historia de la humanidad. Su objetivo es incorporarlos a la conversación global sobre nuestro futuro. Hablamos con él de los libros, del pasado, de humanos, de animales y de la nueva especie que tiene que venir

“Los niños son el eslabón más débil de la humanidad”. No saben de historia, ni de religión, ni de economía. En la Edad de Piedra se sentaban al lado de los adultos a imitar los golpes con los que de una piedra de sílex hacían cuchillos, o frotaban piedras y palos con la esperanza de dominar la chispa del fuego. Los niños de hoy se sientan en pupitres a aprender hasta que entran en escena. Un aprendizaje que según el historiador israelí Yuval Noah Harari (Kiryat Atta, Israel, 1976) no contempla una de las grandes cuestiones de la humanidad: quiénes somos y cómo hemos llegado a dominar el mundo. “Los jóvenes deben formar parte de la conversación global sobre la situación de la humanidad y hacia dónde nos dirigimos. Para ello tienen que comprender qué son los seres humanos y de dónde vienen”. Imparables es su respuesta para ellos y su manera de invitarlos a participar de la historia desde una posición más, digamos, empoderada. Porque ellos también tienen mucho que decir sobre su destino.

El autor de los celebrados Sapiens (2014), Homo Deus (2016) y 21 lecciones para el siglo XXI (2018) ha reunido todo su saber en una colección de cuatro volúmenes, el primero de los cuales llega a librerías el próximo 22 de septiembre en castellano, de la mano del sello juvenil de Penguin Random House, Montena (21 de septiembre sale la versión en catalán publicada por el sello de Planeta, Estrella Polar). Con el subtítulo de Diario de cómo conquistamos la Tierra, Harari llena más de 170 páginas, ilustradas por el barcelonés Ricardo Zaplana Ruiz, con una aventura prehistórica trepidante desde África a todos los rincones del planeta.

Los siguientes volúmenes tratarán sobre la revolución de la agricultura, sobre cómo se crearon las ciudades y los reinos o cómo surgieron los imperios, las dictaduras o las grandes religiones. Libros de historia pero también de política, porque versarán sobre temas como la desigualdad, el desarrollo de sociedades jerárquicas, la injusticia, el capitalismo, la democracia y todos los fenómenos de nuestro mundo moderno.

“Escribir para niños ha sido más difícil que escribir Sapiens para adultos”, reconoce Harari durante un encuentro este martes con Cultura/s en Israel. Y no sólo por la necesidad de recurrir a un lenguaje sencillo. También por intentar explicar determinados conceptos como el de empresa o corporación. “Hoy en día se habla mucho a los niños de los animales, de elefantes, de jirafas, de delfines… Es importante, claro, y a mi me encantan esos libros pero, ¿cuántas veces ve un chico de Barcelona un elefante? No todos los días. Ahora bien, todos los días los niños encuentran estas corporaciones: Google, Tiktok, McDonald’s… Para comprender la vida del siglo XXI uno tiene que comprender a los elefantes pero también qué es una corporación”.

McDonald’s es una de las firmas a las que más recurre Harari, no sólo porque sus restaurantes están en casi todo el mundo y que todo niño conoce, sino porque “la comida es algo muy tangible. Comprender quién hace esas hamburguesas o patatas fritas es más fácil que intentar explicar lo que ocurre en internet”.

La aventura que Harari comienza con Imparables tiene su lado oscuro. El simpático sapiens que cuenta historias para conseguir la cooperación de sus pares se ve eclipsado por el conquistador insaciable y destructor. Ya en el propio título juega con esos dos sentidos: “Uno es que nada nos puede parar. Muchos animales –leones, elefantes, jirafas– son más grandes que nosotros pero ninguno puede pararnos. Somos la especie más poderosa, pero tampoco somos capaces de pararnos a nosotros mismos. Esa es muestra parte más oscura. No importa cuánto consigamos, nunca estamos satisfechos. Y por eso también hemos sido una especie muy destructiva, desestabilizando todo el sistema, haciendo que se extingan otros animales y ahora incluso poniendo en peligro nuestra propia supervivencia”, cuenta.

“Ser un homo sapiens significa reconocer nuestro enorme poder y asumir la responsabilidad de ello; utilizar ese poder de forma razonable, aún sabiendo que a veces nos equivocamos y no nos comportamos como deberíamos”, remata.

El dinero, ese gran cuento

Entender a Harari no se hace difícil en el desierto de Néguev, al sur de Israel, en medio de cañones erosionados, donde acaba de impartir una conferencia a estudiantes del centro educativo Midreshet Ben-Gurion. Es un escenario lleno de posibilidades que juega como telón de fondo del discurso que Harari va hilvanando adelante y hacia atrás con infinidad de ejemplos: una taza de café con azúcar y chocolate que usa para relacionarnos con el resto del mundo, ese juego que es el futbol que inventaron los ingleses y que se practica en todo el mundo, o cuando habla de dinero, ese gran invento de la humanidad que tan bien refleja en Imparables.

“¿Cuántos impuestos pagan las personas o empresas?”, pregunta retóricamente. “Eso no viene de la naturaleza; es algo que nosotros hemos decidido. Esos papeles que llamamos billetes no son más que una historia en nuestra mente, un acuerdo entre nosotros. Y ¿por qué hay una persona como Elon Musk que tiene millones de dólares y otro no tiene nada o incluso deudas y no puede siquiera comprar comida? Alguien dirá: son las leyes de la economía. Sí, bueno, pero no del firmamento, ni de la física, ni está escrito en nuestro ADN. Es algo que inventamos y si queremos podemos cambiarlo”. “Nuestro comportamiento, opiniones y pensamientos se forman mediante las historias que se inventaron los seres humanos hace miles de años y cientos de miles de años. A veces no nos damos cuenta de que son historias inventadas y pensamos que sencillamente es la verdad. Comprender la historia es también comprender cómo estas historias fueron creadas”, añade.

Harari gasta un humor fino que le hace sonreír abiertamente y le ilumina la cara cuando habla, y que forma parte del encanto con el que se dirige a los niños por escrito. “¿Hay un día especial en el que te tomas una píldora mágica , te vas a dormir y te levantas convertido en un adulto? No: cambias un poco cada día”, ejemplifica Harari en Imparables, sobre los cambios que a simple vista no se perciben pero que con los años suponen toda una revolución. Y el feminismo es para el historiador israelí el paradigma de los grandes cambios sociales acontecidos en los últimos cien años.

Feminismo, la gran revolución

“Estamos todavía muy lejos de tener una igualdad completa o de haber resuelto todos los problemas que tienen que ver con la discriminación por género, pero lo que hemos avanzado en los últimos cien años es verdaderamente increíble”, resalta emocionado. “Y lo que es todavía más sorprendente, es que no fue hecho mediante una revolución grande y violenta”, narra citando a Lenin y su teoría de que para hacer una tortilla hay que romper los huevos. “Y romper unos cuantos huevos significa, bueno, pues matar a unos millones de personas en el caso de Lenin. Pero está justificado, porque hay que hacer la tortilla, hay que hacer la revolución”, prosigue.

“Pero la revolución feminista no rompió ningún huevo, no mató a nadie, no empezó ninguna guerra, no hubo gulags ni campos de concentración… Hay muchas personas que hicieron grandes sacrificios pero de forma pacífica y gradual y, no obstante, tuvo mucho más éxito que la revolución de Lenin. Al final, nadie quería comerse su tortilla. Pero la revolución feminista ha cambiado la vida no solo de las mujeres, también la de los hombres, y creo que ha sido mucho mejor gracias a ello”.

Harari también inquieta, y mucho, cuando habla de futuro, de colapso climático (cuya solución no puede ni debe dejarse a las generaciones venideras), de los grandes retos y peligros que tiene por delante la humanidad, de los interrogantes que abre la ingeniería genética o la inteligencia artificial. Dibuja incluso una nueva especie más inteligente y con mayores capacidades pero que podría estar exenta de compasión, profundidad espiritual o sensibilidad artística si ello no se considera relevante para gobiernos o corporaciones. “El ritmo de desarrollo tecnológico es tan rápido que en 300 años o nos destruimos, si tomamos decisiones estúpidas, o cambiamos hasta tal punto que las entidades del futuro serán mucho más diferentes de nosotros de lo que nosotros somos de los neardentales o de los chimpancés”.

Por estúpidas se refiere a decisiones como la guerra perpetrada por Putin en Ucrania, que recuerda, no solo ha comportado muerte y destrucción, sino también consecuencias como el incremento de los presupuestos en defensa en los países de todo el mundo en detrimento del que podría haberse utilizado para frenar el cambio climático. “No debemos subestimar la estupidez humana. Es una de las fuerzas más poderosas de la historia. Pero también deberíamos siempre tener esperanza en la sabiduría y la compasión humanas, porque también hemos visto logros enormes de la humanidad”.

Para el Harari de 10 años

El escritor ha recurrido a su yo de diez años para escribir Imparables. “No puedo decir cómo me habría cambiado (el libro) pero a lo mejor me habría ahorrado años de creer en cosas que no tienen sentido y comportarme de forma equivocada y destructiva”. Harari no esconde su nacionalismo de juventud. “Cuando era adolescente pensaba que mi pueblo era el mejor del mundo, el más importante, nunca nos equivocábamos, todos los problemas eran culpa de los demás. Y tardé muchos años en liberarme de esa posición infantil.

Por ejemplo, en el conflicto palestino-israelí, comprender que el otro lado también tiene puntos y preocupaciones válidas. Creo que sólo en la universidad leí un libro sobre el conflicto desde el punto de vista palestino y de pronto me dije: esto tiene sentido. No es que esté de acuerdo con todo, pero hay cosas en las que sí tienen razón. Y esto fue algo así como una revelación”.

Y un enorme paso hacia la madurez: “Convertirse en una persona madura significa que uno tiene un punto de vista más equilibrado, y ser capaz de decir: yo también me he equivocado. Lo que me gusta de sapiens, de nuestra especie, es que tenemos esa capacidad. No siempre la usamos, e incluso hay personas que nunca la usan, pero está ahí, es posible”.

Aunque el autor es muy crítico con el actual sistema educativo, reconoce la dificultad de cambiar lo que no funciona o de implementar de forma global experimentos que a pequeña escala son un éxito. “Una parte del problema es que el sistema educativo tiene que adaptar a los niños no al mundo de hoy sino al de los próximos 20 ó 30 años, un mundo que nadie sabe cómo va a ser ni qué tipo de competencias van a ser necesarias para trabajar”.

Pero sí tiene claro que hacer hincapié en detalles específicos de física o historia fácilmente encontrables gogleando no tiene lógica. “Deberíamos centrarnos en enseñarles a aprender cómo aprender, aprender cómo cambiar, cómo adaptarnos a lo desconocido”, enumera. Enseñar a reconocer las noticias falsas, implementar el pensamiento crítico, la inteligencia emocional.

‘Imparables’ quiere, en definitiva, hacer comprender a los niños quiénes somos, nuestra identidad, que va mucho más allá de nuestra historia como catalanes, españoles, rusos, chinos o judíos. Que pertenecemos a algo mucho más mayor, que es la especie humana, cuya capacidad de adaptación es enorme y su poder, aún mayor. Tanto como su responsabilidad. Por suerte, el futuro no está escrito. El futuro es el resultado de las decisiones que tomamos y tomaremos todos nosotros en los próximos años, recuerda Harari. Esa es la ventaja. “Si queremos podemos cambiarlo, ese es nuestro poder como sapiens”.

Montena/Estrella Polar. Traducción al castellano: Imma Estany/ Al catalán: Núria Artigas. 176 páginas. 16,95 euros. El 21 de septiembre llega a librerías la versión en catalán, y el 22 de septiembre en castellano

LA VANGUARDIA

Adelanto editorial: Una herencia deliciosa

Una herencia deliciosa

Extracto de la primera entrega de la obra ‘Imparables. Diario de cómo dominamos la Tierra’, colección con la que Yuval Noah Harari quiere explicar la historia de la humanidad a los niños. En librerías el 21 de septiembre en catalán y el 22 en castellano

YUVAL NOAH HARARI

Hace miles de años, nuestros tatarabuelos vivían de forma muy distinta a nosotros, pero su forma de vida ha determinado la actual. Cuando temes a los monstruos por la noche, eso es un recuerdo de nuestros antepasados. Cuando te levantas por la mañana, desayunas y sales a jugar con tus amigos, a menudo también sigues hábitos creados por nuestros antepasados en las sabanas del África de la edad de piedra.

¿Te has preguntado por qué comemos cosas que son malas para la salud, como muchos helados o tartas de chocolate?, ¿por qué las cosas poco saludables están tan ricas? La respuesta es que nuestros cuerpos creen que aún vivimos en la edad de piedra, cuando era lógico atiborrarse de alimentos dulces y grasos. Nuestros antepasados no tenían supermercados ni neveras. Cuando sentían hambre, acudían a bosques y ríos en busca de algo que comer. ¡Y no encontraban un árbol de helados ni un río de refrescos! Lo único dulce que había era la fruta madura y la miel. Cuando las encontraban, lo más inteligente era comer todo lo que pudieran y lo más rápido posible.

Supón que un grupo de recolectores de la edad de piedra iba en busca de comida y daba con una higuera llena de deliciosos higos maduros. Algunos de ellos comían unos pocos higos y decían: “Ya es suficiente. Nosotros cuidamos la línea”. Los demás no podían decir nada porque tenían la boca llena de higos, comían sin parar hasta casi reventar. Al día siguiente volvían a esa higuera, pero ya no quedaban higos porque un grupo de babuinos se los habían zampado todos. Los humanos que habían comido un montón de higos aún se sentían un poco llenos, pero los que habían comido solo unos pocos tenían ya hambre.

Los arqueólogos han encontrado numerosas estatuillas de esa época, y muchas son de mujeres muy redondas. A una especialmente bonita la llamaron la Venus de Willendorf (aunque no sabemos cómo la nombraban hace 30.000 años). En la época de esa Venus, la grasa corporal era un signo de salud y éxito. Sobra decir que la mayoría de las personas de la edad de piedra no eran como ella, igual que hoy la mayoría de las gente no es como las modelos. Pero todo el mundo sabía que debía comer tanto dulce como pudiese. ¡Era bueno! Un padre de la edad de piedra podía reñir a su hijo diciéndole: “¡Deja de comer esas hojas de lechuga mustias y cómete estos dulces!”.

Nosotros hemos heredado la tendencia a comer dulces de nuestros antepasados. En el libro de instrucciones del ADN de nuestros cuerpos, dice en mayúsculas: “Si encuentras algo dulce, ¡come todo lo que puedas, y lo más deprisa posible!”.

Desde los tiempos de la Venus de Willendorf han cambiado muchas cosas. Ahora la mayoría de la gente no tiene que andar durante horas en busca de algo que comer. Cuando tenemos hambre, vamos a la cocina, abrimos el frigorífico y miramos adentro. Pero cuando vemos un pastel de chocolate, aún reaccionamos igual que los recolectores de la edad de piedra ante una higuera. Nuestro cuerpo lee el libro de instrucciones y empieza a gritar: “¡Hemos encontrado una cosa dulce! ¡Vamos a comer todo lo que podamos y lo más rápido posible! ¡Deprisa! ¡O se nos adelantarán los babuinos!”. El libro de instrucciones está desfasado, pero nuestro cuerpo no lo sabe. Nuestro cuerpo no sabe que ahora vivimos en pueblos y ciudades, y no en la salvaje sabana; que hay cosas como neveras y pasteles de chocolate, y que ya no tenemos babuinos cerca. Así que nos co­memos todo el pastel de chocolate, y al día siguiente vamos al supermercado y compramos otro. Y cuando abrimos la puerta de la nevera nuestro cuerpo vuelve a gritarnos: “¡Increíble! ¡Un dulce! ¡Cómetelo todo!”.

Por muchas veces que abramos la nevera y encontremos un pastel de chocolate, nuestro cuerpo no aprende. Siempre reacciona como si acabase de encontrar una higuera en la sabana. cuesta mucho recordarnos que ya no estamos en la edad de piedra, y lo que era perfectamente lógico entonces ahora no es buena idea. Por eso es tan importante averiguar cómo vivían nuestros tatarabuelos. Si lo sabemos, podremos explicar muchas cosas de cómo nos comportamos hoy.

Imparables. Diario de cómo conquistamos la Tierra

Yuval Noah Harari​

Ricard Zaplana Ruiz (Ilustraciones)

Montena. Traducción al castellano de Imma Estany. 176 páginas. De 8 a 11 años

Imparables. Diari de com vam dominar la Terra

portada

Yuval Noah Harari

​Ricard Zaplana Ruiz (ilustraciones)

Estrella Polar. Traducción al catalán de Núria Artigas. 176 páginas. de 8 a 11 años