Corría el siglo IX, aproximadamente en el 887, cuando el entonces rey de Nabarra, Sancho García, concedía al valle de Roncal y posteriormente al de Salazar el derecho a ser congozantes de los pastos de las Bardenas Reales. Ahí sitúan muchos el inicio de los comunales en Nabarra.
Los comunales han sido durante siglos una de las mayores ayudas que han tenido pastores, ganaderos, agricultores y en general toda la ciudadanía navarra. Aprovechamiento de pastos, leña, montes y prados comunales a los que tenemos derecho todos los que residimos en cualquier concejo o municipio de esta comunidad.
En el siglo XIX, por las guerras napoleónicas y las carlistas y debido a la costumbre de las tropas de saquear y alimentarse de los pueblos donde acampaban, muchos ayuntamientos completamente arruinados o sobreendeudados se vieron en la tesitura de vender parte de sus comunales, y si a esto le añadimos la revolución liberal, donde se primó la propiedad privada, la mayoría de los comunales terminaron en manos de los más ricos y poderosos.
Los jornaleros, braceros, agricultores sin tierras o casi sin ellas se fueron uniendo desde finales del siglo XIX en asociaciones agrícolas reclamando la recuperación de los comunales para su explotación por parte de los más necesitados. Su principal objetivo, dar de comer a sus familias librándose en parte del yugo que suponía trabajar única y exclusivamente para los grandes propietarios.
La reforma agraria de la segunda república, con sus más y sus menos, proponía en parte la expropiación de los comunales para que los ayuntamientos los gestionasen y otorgasen su explotación a las asociaciones agrícolas que primaban a los más necesitados. Por defender estos ideales miles de navarros fueron asesinados o represaliados por el golpe militar franquista y su posterior dictadura.
A pesar de todo lo expuesto, y con pleno conocimiento de ello, hoy nos encontramos con que, obviando todo lo acontecido con los comunales y el elevado coste en vidas de su mantenimiento, obviando las necesidades y posibilidades de vida de nuestros descendientes, así como que necesitamos nuestros comunales para atender las necesidades de todos nuestros vecinos, algunos concejos, ayuntamientos o incluso el propio Gobierno de Nabarra maniobran para vender esos comunales a promotoras y multinacionales que gestionan y controlan el sector energético de este país.
Muchos diréis se le va la olla. ¿Pero qué dice? No se vende nada, se alquila. Vale, vamos a examinar este concepto en toda su extensión.
Es habitual de estas prácticas energéticas que los terrenos se alquilen por 30 años extensibles a los que sean necesarios mientras dure el rendimiento de los polígonos (eólicos o fotovoltaicos). Bueno, luego nos los devuelven tal y como estaban. El problema es que en ningún caso se exigen avales que garanticen la eliminación y el correcto reciclaje de los componentes de los polígonos, nadie sabe que ocurrirá si las empresas que explotan estos parques desaparecen. ¿Quién desmontará, reciclará y eliminará los componentes más contaminantes de estos parques? ¿Serán los concejos, municipios o diputaciones responsables finales de su retirada y posterior recuperación de los espacios naturales? ¿De dónde saldrá el dinero necesario para su desmantelamiento y correcto reciclaje?
Desde hace ya unos cuantos años científicos, técnicos, ecologistas y algún que otro economista despistado o no dependiente del sistema nos advierten de que esto es insostenible. El planeta no puede sostener este sistema de subir exponencialmente el consumo para mantener la economía.
En nombre de la globalización, no es ético que tres cuartas partes del planeta estén explotadas, ninguneadas o llevadas a la ruina y necesidad extrema y sus tierras esquilmadas por el disfrute sin control de la cuarta parte restante, la más rica y poderosa. Ama Lurra no puede soportar el consumo de cualquier producto, en cualquier lugar y a cualquier hora o época del año. La factura ingente de energía producida por consumir en cualquier época y de cualquier manera (obviando necesidades) y desde cualquier punto del planeta no es compatible con la vida y deberíamos volcarnos en aplicar los cuidados necesarios en nuestra vida diaria.
Sí, existen soluciones. Movilizarnos hacia la generación y consumo de km. 0. Es decir, empoderar al ciudadano con la generación y autogestión de la energía, llevando el consumo al mínimo imprescindible, con el retorno a la agricultura y ganadería extensiva en lugar de la intensiva, con las huertas y ganaderías prácticamente familiares, o como mucho locales o del valle, retornando, si no en la práctica, sí en la idea… al trueque. Consumir lo que realmente necesitamos, generar lo que realmente consumimos, llevar el estado del bienestar a sus orígenes… salud, educación y atención a los más necesitados, de una manera local y equitativa. En definitiva, no estrujar al planeta hasta la línea del no retorno.
Este camino puede, y debe, ser posible. Debemos ofrecer a nuestros descendientes la posibilidad de disfrutar de toda la potencialidad que nos ofrece el planeta. Disfrutar hoy a través de los recursos locales y renovables para posibilitar la facultad de elegir su futuro. Dejemos de lado nuestro egoísmo, limitemos nuestras vías de desarrollo a la huella ecológica real, consciente y de una manera sostenible. Es decir, conseguir llegar a la medida que sea la idónea para el futuro de nuestros descendientes y de Ama Lurra. Porque si Pachamama no está sana, la existencia de la vida tal y como la conocemos hoy no será posible mañana.
Si nuestros mejores terrenos de cultivo se llenan de placas fotovoltaicas y destrozamos grandes cantidades de arbolado y monte para las infraestructuras de los molinos no lo lograremos. ¡Por eso necesitamos todos nuestros comunales! ¡El bienestar de hoy no puede ser la hipoteca del mañana!
¿Somos realmente conscientes de todas las consecuencias que nuestra actividad ocasiona a la biodiversidad y a la vida en el planeta? ¿Lo pensaremos? ¿Lo valoraremos?
Yo no tengo títulos universitarios, ni masters, ni…., solo soy una persona preocupada por sus congéneres y el planeta, un lector insaciable de historias buenas y malas, de escritores afines y del bando contrario, sin mitificar ni menospreciar a nadie. Soy uno de esos que tras informarse dice:
¡Renovables sí, pero no así!
Los comunales no se venden, son para uso y disfrute del pueblo.
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