Desde los tiempos del presidente Jordi Pujol, el debate sobre la orientación política general del Govern se ha convertido, como se ha dicho a menudo, en una lista de la compra donde se pone de todo un poco. Y las interpelaciones de la oposición acentúan este formato en el sentido de que se dedican a buscar lo que ha quedado fuera de la lista. Que este año se haya repetido el formato más tradicional será señal del “retorno a la política”, que es la manera eufemística de volver al autonomismo. Pero, sea como sea, es un estilo que hace difícil saber cuáles son las prioridades, si es que los hay.
Atendiendo el discurso de este año, es cierto que el president Pere Aragonés ha hecho dos referencias breves a las prioridades del Gobierno. Una, explicitando “las transformaciones que el país necesita: la social, la verde, la feminista y la democrática”. Más adelante, señalando los ideales republicanos que guían la acción de gobierno: “libertad, igualdad, fraternidad, ecologismo, feminismo, pacifismo, diversidad cultural, europeísmo y ser útiles a la ciudadanía”. Ya es algo, pero me reconocerán que su carácter genérico y declarativo no permite conocer preferencias claras de la acción de gobierno.
A veces es útil ver de qué no se habla o se habla poco. Leyendo las transcripciones, y si no me he despistado, es significativo que el presidente no utilizara ni una sola vez la palabra ‘riqueza’. Sí que habla de bienestar, pero referido a las políticas sociales o el bienestar emocional. Y la palabra empresa o empresario, aparte de las referencias al departamento de esta materia, aparece tres veces ligada a la solvencia, al tejido o al ecosistema. Por su parte, el diputado Ila tampoco habla de ‘riqueza’ y sólo se refiere una vez a la pérdida de capacidad empresarial, en un reproche farisaico a las empresas que el gobierno español empujó fuera con el 155. La CUP, paradójicamente, es quien más habla de ‘riqueza, pero nunca para pedir que se cree sino para exigir que se comparta. Y Junts no habla ni una sola vez de empresa, y sólo una de ‘riqueza’… de la diversidad cultural.
Visto en general, y en conclusión, creo que no es una exageración afirmar tres cosas. Una, que el debate sobre la orientación política general del Govern es un buen retrato de la situación de desorientación política general del país. Dos, que más allá de la cuestión del conflicto con España, el discurso político está fijado fundamentalmente en las políticas sociales, ambientales y de género. Y tres, que el invitado de piedra en el debate es la creación de riqueza que pasa por la fortaleza empresarial y que es, en definitiva, indispensable para atender las políticas sociales y de bienestar.
Es cierto que el president Aragonés hizo referencia a la economía en su lista de la compra. Por ejemplo, prometió un pacto nacional por la industria y un pacto nacional de transformación energética -esto de los pactos suele ser echar balones fuera-, y destacó la apuesta por la ciencia y la innovación, cuestiones en las que el atraso del país es escandaloso. Pero la inconcreción de objetivos -de hecho, ya hemos visto que no aparecían entre las grandes transformaciones “necesarias” o los principios básicos anunciados-, así como la indiferencia que merecieron entre los diversos grupos, es clamorosa.
Entiendo que la dificultad para señalar grandes objetivos de país y centrarse en las políticas de segundo y tercer nivel tiene más que ver con el hecho de que los de primer nivel se escapan de la competencia autonómica que con la incompetencia de nuestros políticos. También -y no es poco- creo que hay una gran limitación en la capacidad de expresión retórica causada por un sistema escolar que lo ha atendido mal. Pero, principalmente, faltan liderazgos, públicos y probados, individuales y colectivos -y diversos, claro- capaces de proponer una idea fuerte y clara de cómo debería ser el país, y de invitarnos a participar en su construcción.
ARA