Humillación para Liverpool

La ciudad de los Beatles deja de ser patrimonio cultural de la humanidad

¿Qué pueden tener en común una reserva de antílopes arábigos de Omán, el valle del Elba en la ciudad alemana de Dresde y el centro de Liverpool? Respuesta: la humillación supina de ser los tres únicos lugares en la historia que han sido despojados por la Unesco del estatus de patrimonio cultural de la humanidad. En el primer caso, por la desaparición de un 80% del espacio dedicado a la protección de los animales. En el segundo, por la construcción de un puente. Y en el tercero, por el desarrollismo puro y duro, al estilo de las costas españolas en pleno boom inmobiliario.

Liverpool, capital del fútbol y de la música, recibió en 2004 el sello de la Unesco por el valor arquitectónico de sus edificios y como homenaje al poderío marítimo y mercantil de Gran Bretaña en los siglos XVIII y XIX y a los avances tecnológicos en el mundo del comercio. Pero llevaba una década con tarjeta amarilla por el desarrollismo desaforado y la construcción de nuevos edificios modernos en la zona del puerto sin consideración alguna al estilo victoriano, y ahora ha recibido la roja.

La alcaldesa Joanne Anderson ha puesto el grito en el cielo y ha acusado a los expertos del organismo internacional de tomar la decisión “sin haber pisado la ciudad en más de diez años”, y la prensa inglesa no ha dudado en calificar el acontecimiento como “una humillación y una vergüenza para todo el país”. Pero la reacción de los ciudadanos es una mezcla de indiferencia y desafío, como diciendo “allá ellos, a nosotros nos trae sin cuidado”. En realidad se trata de una elección entre la historia y la regeneración urbana, y la mayoría piensa que no pueden permanecer intocables zonas valiosas de la ciudad que se pueden desarrollar solo para contentar a la Unesco y preservar el estatus de patrimonio de la humanidad.

En la última década Liverpool ha invertido 9.000 millones de euros en la construcción de nuevos edificios alrededor de los históricos de hace dos y tres siglos, cuando su puerto concentraba hasta un 40% del tráfico de esclavos con que se enriquecieron sus comerciantes. La mayoría de ellos –como el ­museo de la ciudad y la terminal de ferris– son considerados por los arquitectos como ­francamente desafortunados, aunque todo es cuestión de gustos. Junto a las llamadas Tres gracias –las espectaculares sedes de la Auto­ridad portuaria, de la línea marítima Cunard y de la compañía de seguros Royal Liver–, han aparecido unos bloques funestos de pisos ­bautizados popularmente como las “Tres desgracias”.

Un proyecto de 6.000 millones de euros llamado Liverpool Waters ya había puesto en aviso a los asesores de la Unesco, pero la gota que ha colmado el vaso de su paciencia, e impulsado la tarjeta roja, ha sido el anuncio de las obras para la construcción en unos terrenos abandonados de los antiguos muelles de un nuevo campo de fútbol para 53.000 espectadores donde jugará el Everton cuando abandone su vetusto estadio de Goodison Park.

Para la mayoría de los liverpudlianos la cosa no tiene color, y el renacimiento de la ciudad, que ha sufrido mucho con los recortes de la última década y tiene barrios deprimidos con un gran nivel de pobreza, debe primar sobre cualquier consideración. Pero otros lamentan que el desarrollo no se esté haciendo con más cuidado y clase, y se hayan derribado casas georgianas y cines históricos para levantar vulgares bloques de residencias estudiantiles. Una treintena de edificios permanecen abandonados excepto por las bandas criminales que los usan para comprar y vender droga, y las obras de muchos otros han quedado paralizadas.

Una consideración adicional y no precisamente menor es la corrupción vinculada al urbanismo desaforado, con el exalcalde Joe Anderson y una docena de altos cargos del Ayuntamiento acusados de cobros ilegales de comisiones, sobornos e intimidación de testigos. El año pasado, en plena pandemia, el Gobierno de Boris Johnson tuvo que encargarse de la administración de las finanzas municipales para evitar que la ciudad, controlada por el Labour, se fuera directamente a la bancarrota.

La crisis de Liverpool comenzó con la abolición de la esclavitud, y cuando dejó de ser el punto de partida de los cruceros transatlánticos. La regeneración del puerto, el fútbol y los Beatles atraen a los turistas, pero para la Unesco las cosas han ido muy lejos. Capital europea de la cultura en el 2008, en el 2021 ha dejado de ser patrimonio cultural de la humanidad.

https://www.lavanguardia.com/internacional/20210730/7633941/humillacion-liverpool.html

LA VANGUARDIA