Tras un año de trabajo, los avances en la excavación del yacimiento del Valle de Aranguren desvelan una calle principal y un nuevo edificio, así como materiales que evidencian una invasión romana
Hace ya un año de la presentación de los primeros restos de un asentamiento vascón situado en el monte Irulegui, fruto del trabajo arqueológico iniciado en 2018 por el Ayuntamiento del Valle de Aranguren y la Sociedad de Ciencias Aranzadi. El arqueólogo encargado de la excavación, Mattin Ayestaran, explicó que se trataba de un asentamiento de unas diez hectáreas que había sido habitado entre los siglos VIII y I a.C. Aseguró que era un hallazgo fundamental para entender la colectividad allí asentada. Fueron descubiertas las ruinas de una vivienda, materiales cerámicos y vasijas, así como restos de animales. Resultó especialmente sorprendente la aparición de las costillas de un bebé perinatal que, se dedujo, había fallecido en las primeras 36 semanas tras la gestación.
Ayer Irulegui desveló nuevos tesoros. A lo largo del invierno, debido a las dificultades que suponen las condiciones meteorológicas, se desarrolló la parte administrativa del proyecto junto con la labor de limpieza y reconstrucción de los materiales. Tras el comienzo de la segunda fase de excavación, se presentaron los nuevos hallazgos del yacimiento. Esta nueva etapa de la campaña se ha centrado, en primer lugar, en el edificio ya descubierto el año pasado y, posteriormente, en el hallazgo de un segundo edificio y un atrio. Los voluntarios, jóvenes estudiantes de Historia en la Universidad del País Vasco y la Universidad Pública de Navarra, trabajan una media de ocho horas diarias siempre que la meteorología lo permita. Ellos contaron que, cuando se les ofreció la oportunidad de participar, les pareció una experiencia “interesante y enriquecedora”.
Indicios de invasión romana
Una vez retomada la campaña, el trabajo de cinco semanas desempeñada por un grupo de alrededor de quince personas se han descubierto las ruinas de nuevas viviendas pertenecientes al poblado, así como una calle de una anchura de cuatro metros que se constituye como el eje central en torno al cual se articulan los edificios del yacimiento. Las bases de estos datan de los siglos I y II a.C. y “evidencian una fase de implantación romana en la Cuenca de Pamplona”, aseguró el director.
Asimismo, aparecieron nuevos materiales como vasijas de cerámica que reciben el nombre de vasijas campanienses y que, de acuerdo con su composición, puede deducirse que fueron importadas del mediterráneo. El director y los arqueólogos especificaron que estas eran de tipos variados. Algunas realizadas a mano, otras con torno y, por último, algunas construidas con la ayuda de un molde. Debido a su fino grosor, explicaron que se trataba de vajilla cuyo uso era culinario. Algunas datan de los años 500 y 600 a.C., mientras que otras fueron construidas en la etapa final de la Edad del Hierro, en torno al siglo I a.C. La cerámica hallada en el último año muestra diferencias radicales frente a aquella que se encontró en la primera campaña de este proyecto y, según aseguró Mattin Ayestaran, “resumiría la historia del yacimiento”.
El director apuntó que los objetos encontrados indican que hubo una “fase de poblamiento en la Primera Edad del Hierro que parece mantenerse en la Segunda Edad del Hierro, no se sabe si con un hiato o no, y terminó con una fase, no extendida en el tiempo sino bastante breve, seguramente de población militar romana”. Muchos de estos restos presentaban indicios de haber sido quemados, signo que permite reafirmar la hipótesis, ya planteada el año pasado, de un posible incendio premeditado fruto de una guerra entre los pueblos de la época. Ayestaran contaba que, a pesar de estar las casas separadas por calles, todas estaban calcinadas y, por lo tanto, “nos encontramos ante un ataque intencionado”, dijo.
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