Monumento a las sirgueras, una falsedad histórica

El Primero o Uno de mayo Día Internacional de los Trabajadores es la conmemoración del movimiento asociativo obrero en muchos países, y la víspera el pasado 30 de abril, para reivindicar la implicación de la mujer en el trabajo, con precipitado oportunismo político se ha inaugurado en el Muelle de Uribitarte de Bilbao, orilla izquierda de la Ría del Ibaizabal, un monumento “Zirgariak” a las sirgueras, obra de la destacada escultora Dora Salazar (Altsasu, 1963). En un lugar por donde nunca transcurrieron.

Se trata de un conjunto de cuatro esculturas de hierro de jóvenes mujeres de 2,5 metros de altura, 70 cm de anchura en una fila de 9 metros de longitud y con la cuerda alrededor de su cuerpo por el hombro derecho, que en esta errónea colocación de la escultura queda hacia el muelle no hacia la Ría como era en la realidad. Además, obliga a que el extremo posterior de la maroma esté empotrado en una pieza metálica fijada al pavimento con lo que se ridiculiza, confunde y falsea grave y totalmente el sentido la representación.

El acto presidido por la diputada de Empleo, Inclusión Social e Igualdad Teresa Laespada (PSOE) y con la asistencia de la actual concejala de Igualdad Nekane Alonso (PNV) que anteriormente lo fue de Cultura en una nefasta gestión, y la inasistencia del actual responsable de cultura municipal, Gonzalo Olabarria (PNV) impuesto y de nula capacidad e insensibilidad, son una muestra de la ignorancia que evidencia la clase política solo preocupada por la imagen oportunista y populista de sus acciones. Este error de emplazamiento es reincidente ya que en febrero de 2017 el alcalde Aburto, creyendo que hacía un acto de reconocimiento cultural, se equivocó palpablemente inaugurando un pequeño espacio de Olabeaga, margen izquierda, al que se denominó Zirgariak Kaia. Si la extirpe política desconoce un tema histórico local tan elemental, lo mínimo y más correcto es preguntar, qua es gratuito, no hace falta encargar un costoso informe a algún afiliado aficionado.

La citada diputada ha tenido la desfachatez de intentar justificar su grave error diciendo que se trata de una alegoría, otro disparate. Las alegorías aluden a una representación más abstracta y este monumento es un grupo escultórico realista. La soberbia de la estirpe política les impide razonar, reflexionar, se creen infalibles en absolutamente todo hasta en lo que desconocen.

Constituye por tanto un fraude histórico, un insulto a la memoria y una burla a la ciudadanía emplazar la escultura en un lugar inventado con la banal finalidad visual, turística, emplazándolo cerca del Guggenheim. Lo que acrecienta el error y manifiesta una indocumentada e intolerable imposición política del PSE para darse a conocer, visto su servil protagonismo, pretendiendo hacer su espacio cultural escultórico con el cercano y descontextualizado monumento La puerta del honorable (2001) dedicado a Ramón Rubial (1906-1999) obra del escultor Casto Solano (Olazti, 1958).

 

La sirga

La sirga es un ancestral y bestial trabajo portuario generalizado en muchos cauces fluviales de diferentes países, realizado por tracción animal y también humana, tanto por hombres como mujeres, que mediante un cabo sujeto a su cuerpo por el hombro o por el pecho, para arrastrar especialmente a contracorriente embarcaciones tipo barcazas con mercancías trasvasadas de barcos que no podían remontar el cauce, en este caso la Ría, bien por falta de calado o de viento. Labor que instaurada y regulada desde la creación del Consulado de Bilbao en 1511 y practicada principalmente por parejas de bueyes herrados siempre dispuestas, según testimonios explícitos que detallan las condiciones del trabajo que, desarrollado por personas, en 1879 era considerado repugnante por su rudeza y riesgos. El remolque por personas fue breve, unos diez años, y la intervención de mujeres relativa, hasta que los barcos a vela incorporaron la máquina de vapor o cuando se construyeron los primeros remolcadores. Pero siempre se realizaba única y exclusivamente por la orilla derecha desde la desembocadura en el Abra, el malecón conocido como “la Mojijonera” en Las Arenas (Getxo) hacia Bilbao, que entonces apenas era Alde Zaharra, pero jamás por la izquierda.

 

Por razones obvias: el impedimento a la continuidad del trayecto de arrastre por la presencia de la desembocadura del Galindo y del Kadagua, la existencia de los cargaderos de mineral de hierro, de los Diques Secos y el atraque de buques siempre en la orilla izquierda, excepto posteriormente en la Sendeja ya junto al centro de la Villa. En 1859, con proyecto del ingeniero de caminos canales y puertos Amado de Lázaro (1831-¿?) se ensanchó y afirmó el camino de toda la margen derecha convirtiéndolo en carretera para el paso de carruajes y del tranvía, y protegido con un murete que en gran parte es el que todavía hoy permanece a lo largo de la ribera de Deusto y que además la orilla carece de arbolado y farolas que hubiesen impedido la continuidad del arrastre. Es el conocido como camino de sirga.

 

La sirga en el arte

Esta faceta de la antropología laboral tuvo una notable expresión artística mediante tres destacados pintores vascos: Antonio María Lecuona (1831-1907), quizá con escaso detalle en Astilleros de la Salve (1873); Anselmo Guinea (1854-1906) que realizó dos cuadros, Mujeres a la sirga (1892), en el que aparece el esfuerzo de dos mujeres de espaldas, y La sirga de frente (1893), en la que son un hombre y una mujer los que acarrean la gabarra; y por Alberto Arrue (1885-1977) en la La sirga (1919), que relata el tiro por dos hombres. Por lo que puede deducirse que no fue un trabajo exclusivo de mujeres, sino algo ocasional. En cambio, sí realizaron otras duras faenas portuarias casi exclusivamente, bacaladeras en Uribitarte, estibadoras, cargadoras en Olabeaga. Unas tareas que constituyen un patrimonio inmaterial laboral manifestado mediante un patrimonio cultural documental registrado en la pintura y la fotografía.

 

Una de las representaciones pictóricas más divulgadas de este modo de arrastre en el ámbito internacional e icono del arte ruso del realismo social es el enorme cuadro (131×281 cm) titulado originalmente Бурлаки на Волге/ Burlaki na Volge (Sirgadores del Volga), del pintor Ilya Yefímovich Repin (1844–1930), realizado en 1873, que describe el inhumano trabajo de sirga, practicado por una fila de personas en el río Volga en el entorno de Volgogrado (Волгоград), ciudad del Volga anteriormente Stalingrado. Impresionante obra maestra que se encuentra en el San Petersburgo State Russian Museum y que se expuso en la magnífica exposición ¡Rusia! en 2006 en Guggenheim Bilbao Museoa.

Ante la visión del esfuerzo y fortaleza humana de las clases populares rusas expresadas en este cuadro y recogiendo sus cánticos habituales, el compositor ruso Mili Balakirev (1836-1910) creó una monumental obra musical publicada en su cancionero de 1866, “Бурлаки на Волге” (Los sirgadores del Volga). Un canto épico en el que se repiten las expresivas voces de aliento en la tarea: “ánimo, Volga nuestro río madre, arrastrar las barcazas, fuerza, tirad, tirad una y otra vez…”, que se convirtió en una canción de tonalidad social muy conocida a la vez que un testimonio internacional de la música tradicional rusa cantada básicamente por coros predominantemente de voces graves, entre ellos Don Kosaken Chor, asimismo ruso. Precisamente una de las más brillantes interpretaciones fuera de aquel país junto con otras piezas populares rusas es la versión de Easo Abesbatza de Donostia, dirigido por su entonces director José Luis Larramendi con varios solistas y grabada en disco en 1972.

 

La sirga, que finalizó con la utilización de las embarcaciones de vapor en los ríos vascos, tuvo al menos estos emplazamientos: en el río Deba hasta Sasiola y quizá Altzola en Elgoibar; en Ipar Eskual Herria, denominados Zirga Bide (Chemin de Halage), en el Urdazuri (Nivelle) desde Donibane Lohizune (Saint-Jean-de-Luz) a Askaine o en el Aturri (Adour), entre Baiona y Ustaritze, actualmente habilitados como senderos fluviales peatonales.

 

Por elemental dignidad socio cultural y respeto a la realidad del inhumano trabajo el monumento debe desplazarse al lugar que la honradez, respeto y rigor histórico requiere, un emplazamiento adecuado a lo largo de la orilla izquierda desde Getxo hasta San Antón. Y uno de ellos pudiera ser la punta sur de la isla de Deusto (mal llamada de Zorrotzaurre, nombre impuesto por las inmobiliarias que allí especulan, que es sólo una parte) por varios motivos. Uno, que podría situarse en el borde mismo de la Ría junto al murete histórico, que incluso serviría de soporte para un panel informativo, y también por la disposición longitudinal del monumento de nueve metros que singularizaría dicha extremidad insular, un recurso espacialmente compositivo frecuente en la bifurcación fluvial de aguas. En definitiva, no se puede tolerar socialmente una mitología que falsea la realidad histórica. Basta ya de incongruencias y atentados culturales.

 

*Académico de la Ría de Bilbao  2021.05.01