La injusticia genera violencia

«La ley sólo existe para los pobres; los ricos y los poderosos la desobedecen cuando quieren, y lo hacen sin recibir castigo, porque no hay juez en el mundo que no pueda comprarse con dinero.»

 

(Marqués de Sade 1740-1814)

 

La ley y la justicia no son lo mismo, así como tampoco lo es la moral. Lo que un día se justifica o persigue por ley, al día siguiente puede ver cambiada su calidad jurídica.

Ejemplos varios: La esclavitud y el comercio humano han sido legales, en la provincia española de Cuba lo fueron hasta 1886, año en que se derogó; o algo tan banal como el consumo de alcohol en los Estados Unidos de Norteamérica (Ley seca 1920-1933), o tan personal como la inclinación sexual llegaron a estar penados por la ley: Ley de vagos y maleantes (1933-1970), sustituida por Ley de peligrosidad social (1970-78), Ley de escándalo público…

Todo este conjunto de principios y normas son las que conforman el Derecho, cuyo fin último es organizar la sociedad conforme a un ideal de justicia y orden para lograr la convivencia social. Por ello se dice que la justicia es ciega e igual para todos. Ésta se representa con una balanza y una mujer con una espada. Pero no es menos cierto otro dicho que dice: «El derecho civil está hecho para que los ricos roben a los pobres y el derecho penal para impedir que los pobres roben a los ricos.» (sic)

Viendo la justicia que tenemos, ¿con qué definición os quedáis?

¿Una canción u opinar pueden ser constitutivas de delito? Parece ser que sí, al igual que en el Estado Español se aprobó un impuesto al sol, o la máxima de que todos somos iguales ante la ley no es cierta, ya que el Rey es jurídicamente inviolable y existen un gran número de aforados que no se rigen por el Código Civil general.

También podríamos valorar lo costoso de los procesos judiciales que, en definitiva, terminan beneficiando a las economías más favorecidas.

¿Llegará el día en que sea delito pensar diferente de lo establecido como moralmente correcto?

Está todo inventado; en Europa ya padecimos al tribunal de la Santa Inquisición, que con el supuesto objetivo de erradicar la herejía se dedicó a desarticular todo el poder económico y de pensamiento en aquellos territorios a los que la Corona y la justicia ordinaria no podían acceder, y se valió de la justicia divina para imponer su ley. Una especie de Tribunal Supremo actual.

El Sabat, Akelarres, las brujas… son la parte de la historia que nos ha llegado, igual que las mentiras de las armas masivas y la invasión de Irak. Sabiendo que se trataba de una treta, ¿se juzgará a los que nos abocaron a una guerra sin sentido por crímenes de lesa humanidad?

Nos dejaron claro que hay guerras preventivas, guerras justas, justificadas o justificables… Pero ¿no nos dicen a diario que cualquier tipo de violencia es del todo reprobable, que es inadmisible que haya protestas violentas ante el encarcelamiento de un músico o cualquier otra injusticia social? La violencia es mala, pero existen guerras justas o que se justifican. En definitiva, a la violencia de los pobres se le llama vandalismo, terrorismo, realizado por uno o un grupo de inadaptados sociales. Sin embargo, la violencia ejercida por los poderes fácticos o los Estados se justifica, aduciendo que es en beneficio del “interés” general.

Por encima de la justicia -injusta casi siempre-, de la ley -cambiante y moldeable-, y la moral -algo netamente cultural-, debería de prevalecer el sentido común. Quizás el menos habitual de los sentidos. ¿O volveremos a los tiempos en los que terminabas en las calderas de Pedro Botero por pecar de pensamiento, palabra, obra u omisión?

Pues en ello andamos: ya está tipificado el delito por omisión de auxilio, por cantar y opinar fuera de lo moralmente establecido terminas con una sentencia condenatoria. Pero, eso sí, en “este país” los ladrones de guante blanco, los grandes defraudadores, aquellos con carnet de partido, traje y zapatos de alta costura y familia de alta cuna y baja estopa terminan saliéndose con la suya.

Las sucesivas reformas del Código Penal (2012-15) han olvidado los delitos de guante blanco. En “este país” robar mucho sale barato.

Volvamos al principio: si la cada vez más exigua clase media y los pobres cada vez somos más, ¿por qué no hacemos unas leyes que realmente nos sean beneficiosas a la gran mayoría de la sociedad? En definitiva, ese es el objetivo del derecho, así evitaremos que la injusticia genere violencia.