La ciudadanía europea no existe

Hoy el Parlamento Europeo votará sobre la inmunidad de los tres eurodiputados catalanes. Según los medios, todo apunta a que la levantará. Los analistas cuentan 159 votos contrarios de los grupos de Izquierda Unitaria, los Verdes y otros disidentes de los grupos mayoritarios: Popular, Socialista, ‘Renew’, Conservador; favorables al levantamiento por abrumadora mayoría de una asamblea de 705 miembros. Sólo un milagro, se dice, puede impedir que la cámara levante la inmunidad.

¿Y eso por qué, dado que el voto es secreto? Porque todo el mundo sabe que los eurodiputados votan según líneas partitocráticas que tienen mucho de nacionales y nada de europeas. Es decir, todo el mundo acepta una prevaricación de las instituciones europeas que, en este caso concreto, frisa los límites de la arbitrariedad. La controversia al respecto prueba que el asunto afecta el fondo legitimador de la propia UE como Estado de derecho.

La EU es un ámbito político y jurídico propio y perfecto ya que dispone de los tres poderes clásicos del Estado. Una especie de Estado europeo ‘de facto’, con particularidades. El Estado que protege y garantiza los derechos de los ciudadanos europeos como europeos. Dentro de este sistema, el PE exige un suplicatorio judicial como quiere una vieja tradición de protección de los diputados ante persecuciones políticas. Esto está claro.

Pero, ¿cuál es la jurisdicción legitimada para plantear el suplicatorio? ¿Una nacional o la europea? No tiene ningún sentido que el PE, que representa la ciudadanía europea, actúe movido por una jurisdicción nacional que, en todo caso, afectará a sus ciudadanos nacionales. Si acaso, debería hacerlo través de la europea que pertenece a un orden político y jurídico diferente. Es decir, el procedimiento del suplicatorio muestra un vicio de raíz por incompetencia de la instancia demandante. Si los tribunales españoles tienen motivos para perseguir a ciudadanos europeos, deberán usarlos ante los tribunales europeos que serán los competentes para pedir el suplicatorio al Parlamento Europeo.

En caso contrario, la ciudadanía europea es una quimera, ya que deja a los ciudadanos europeos a merced de las persecuciones políticas de sus Estados de origen disfrazadas de procedimientos judiciales, o sea, a merced de la ‘lawfare’. Y el máximo culpable de negar los derechos de los ciudadanos europeos, irónicamente, es el órgano encargado de protegerlos.

BLOG DE RAMON COTARELO

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