Suso de Toro: “En Madrid creen que Cataluña ya está vencida pero no es cierto: Cataluña resistirá”

El escritor gallego dice que la ciudadanía catalana “es mucho más fuerte que los partidos”. Apunta que ya no se resigna a ser “una reserva tolerada” como en los tiempos de Pujol y que esto la hace “imparable” a pesar de que el Estado español “haya suplantado la democracia”

El último libro de Suso de Toro va ya por la tercera edición original en gallego y la versión en catalán llegará el día 24 de febrero a las librerías con el título de ‘Un señor elegante’ (Más Libros). Se trata de una novela con la figura estelar de Ramon Baltar, un eminente cirujano, republicano y galleguista, que a pesar de su buen posicionamiento social colaboró en los primeros años del franquismo con la resistencia armada que operaba en Galicia. Un auténtico ejército de guerrilleros con más de 2.000 represaliados que ahora Suso de Toro rescata del olvido y evoca en esta historia. Sebastià Bennasar dice que «es un libro atrevido, ambicioso, que consolida a de Toro como uno de los narradores peninsulares más en forma». Cuando termine la promoción del libro reanudará alguno de los otros proyectos literarios que tiene a medias: una ópera, una comedia y una novela.

Como además de y tener un don como escritor Suso de Toro disfruta también de un afinado olfato como analista de la actualidad política hemos querido hablar con él de la situación en Cataluña y en el Estado español a pocos días del 14 -F.

 

-¿De dónde le viene su simpatía por Cataluña?

-Hay que remontarse ya a mi formación de adolescente. Aquí nos llegaban los discos de ‘Voces Ceibes’, un grupo de universitarios que hacían canción protesta en gallego, que editaba el sello catalán Edigesa. Eran una agrupación que trabajaba a la sombra de la ‘nova cançó’. Recuerdo a Juan Mauel Serrat cantante en catalán y más adelantente a Lluiso Llach; de hecho, mis primeras palabras en catalán, fueron aprendiendome las canciones de Llach.

Después, cuando comienzo a publicar y me traducen al castellano, contacto con el mundo editorial de Barcelona, ​​y alrededor de eso descubro un mundo cultural fascinante. De Cataluña nos llegaban influencias de Rosa Sensat, de la renovación pedagógica, las ideas libertarias, las nuevas ideas de todo tipo llegaban siempre desde Barcelona.

La construcción de la España actual pasó por arrinconar a Barcelona y presentarla como provinciana y hacer creer que la modernidad era Madrid. Pero el mundo editorial de Madrid, que también conocí era mucho más pausado, porque los ritmos de la Corte van ligados a la confianza que da tener un aparato de Estado detrás mientras que la situación en Cataluña era más ambivalente, inestable e insegura, y notabas que se trabajaba en tensión porque tenían que batallar para ganarse la vida.

 

-Ha explicado que hay un momento en que esta simpatía se convierte en admiración. ¿Cuál es el detonante?

-Como ciudadano gallego preocupado por su país siempre me ha interesado la capacidad de la sociedad catalana para buscar soluciones a sus problemas y en los últimos años Cataluña se ha redescubierto a sí misma, ha cambiado. La Cataluña que conocí en los años noventa era una Cataluña patrimonializada por un grupo social determinado que era lo que le confería la imagen nacional. Este grupo social tenía cosas muy interesantes pero tenía otras cosas que me interesaban menos o que incluso me disgustaban. Sin embargo, a partir de 2010, lo que se desencadena es un proceso muy profundo, no sólo político sino también social, en el que emergen nuevos actores que se sienten dueños de la nación. Con la desaparición de CiU hay una reestructuración del país. Por mucho que algunos digan que no sé quién es la Convergencia de ahora, no es cierto, ha habido un cambio profundo incluso en la procedencia de las personas y de sus familias.

Está habiendo una reconfiguración de los dirigentes de Cataluña. Por otra parte me admiró enormemente el combate cívico, la valentía de la ciudadanía, una gran masa de ciudadanía a partir de la suma de individualidades. Esto se alimentó de una rabia personal que configuró un gran movimiento cívico nacional. Mi héroe es la ciudadanía catalana en su conjunto. Esta ciudadanía se enfrenta a un Estado que no es democrático y que actúa con todo su poder legal e ilegal y eso lógicamente hace que entre en crisis toda la política catalana. Pero aún así me gustaría decirle a la gente de Cataluña que ellos son mucho más fuertes realmente. Yo tengo toda la confianza en esta ciudadanía, los ciudadanos son más fuertes que los partidos que la expresan. En Madrid creen que Cataluña ya está liquidada y vencida pero yo estoy seguro de que no es cierto. Cataluña resistirá. A partir de 2010 esa gente adulta ya no es la misma y se van sumando más generaciones. Esta ya no es la Cataluña pequeña de CiU y de Pujol; es un país diferente. Y eso en Madrid no lo quieren aceptar y creen que se puede reconducir la situación y volver al pasado.

 

-¿Entiende, pues, que el 1 de octubre cambió para siempre el paradigma del país?

-Yo estuve el 1 de octubre en Barcelona y aquello era un país, aquello no era una minoría, ni era un grupo social, aquello era un país entero, aquellas personas en ese momento eran militantes de su ciudadanía. Cuando te encuentras con una masa de ciudadanía como ésta debe entenderse que las personas se pueden desanimar en determinados momentos pero no desaparecerán y en el momento en el que encuentren la manera de hacerlo se volverán a expresar.

Lo que pasa es que España, con el poder concentrado en Madrid, es un Estado obsceno con un poder obsceno. Es un Estado fundado por los militares sublevados contra la República. Un Estado que utiliza medios legales e ilegales, que se salta sus propias leyes, que no tiene límites en su actuación y puede encarcelar a su ciudadanía, que es lo que quieren hacer en Cataluña. Pero estas personas no han desaparecido, continúan vivas. Los catalanes ya no aceptan vivir en una reserva tolerada como en los tiempos de Pujol y esto es imparable. Es difícil, eso sí, porque afecta a la estructura del mismo Estado español y a sus élites, la oligarquía cortesana madrileña; esto afecta al sistema de poder económico, político, mediático, a todo.

 

-¿Quizá por eso, por este sistema de poder tan bien trabado, no se han alzado voces desde la intelectualidad española ante la represión contra Cataluña?

-Es que España es Madrid, es así de claro, y la clase intelectual española es la clase intelectual madrileña. Viven allí, muy confortablemente, se retroalimentan, da igual el origen personal, da igual si son de una familia de Segovia, de Guadalajara, de Sevilla o de Granada, van a Madrid y allí se reconfigura todo este imaginario nacional español y allí también se hacen masajes unos a otros. Los catalanes, en este caso, son una gente ajena a ello. Es consecuencia de la ideología nacional española que viene del siglo XIX, del franquismo directamente, pero que también es consecuencia del juego que se creó de la entre comillas democracia española tras la muerte de Franco. Y es un juego controlado desde Madrid. De lo que se trata es que haya una incomunicación. Que, por ejemplo, Galicia y Cataluña no se puedan comunicar directamente sino que es Madrid, a través del sistema mediático y político, quien nos cuenta al resto de ciudadanos del Estado lo que pasa en Cataluña o lo que pasa en Galicia. Se juega con los estereotipos interesados ​​para que el dominio de la Corte se mantenga impidiendo que podamos tratar directamente.

Hay un desconocimiento, hay prejuicios que se asientan, y cuando llega el momento de meter a la gente a la cárcel los intelectuales españoles se ponen del lado de los fiscales, de la policía, los jueces y los carceleros. Para mí fue una decepción personal ver que personas que conocía, escritores y artistas, se colocaban del lado de la policía que pegaba a los ciudadanos que iban a votar. Para llegar a este punto de complicidad ya habían recorrido un camino previo.

También hubo falta de capacidad de expresarse, tal displicencia, por parte de las élites catalanas durante décadas. Hablo de la época de Pujol, antes de 2010, las élites eran displicentes, vivían confortablemente, iban trayendo cosas de Madrid, se podían permitir también jugar con estereotipos sobre los andaluces o los gallegos y esto ha jugado en su contra y ha favorecido los argumentos de odio a los catalanes. Todo ello ha llevado a los intelectuales entre comillas progres a ser cómplices de la cárcel y de la agresión policial a la ciudadanía catalana. Esto se ha basado en el argumento de decir: son la burguesía catalana. ¡Y es falso! Porque si fuera así Cataluña tendría dos millones de burgueses.

Para mí ha sido decepcionante ver la miseria moral de la mayoría de los intelectuales españoles a raíz de los hechos de Cataluña. Ha habido muy contadas excepciones.

 

-¿Es el momento de mayor confrontación o de optar por otras vías?

-Una cosa es la teorización y otra la gestión práctica de la política. En ningún conflicto bélico, ni siquiera con la derrota total del enemigo, se resuelven las cosas en blanco y negro, hay que llegar a entendimientos. Pero creo que Cataluña y España son dos proyectos nacionales diferentes e incluso totalmente contradictorios. Existen los intereses de Cataluña, los intereses para su existencia colectiva, y los intereses del proyecto nacional español, por otro lado. Son proyectos contrarios y, por tanto, inevitablemente se debe mostrar el conflicto en estos términos. Lo que pretende la política de Madrid, la política de la Corte, es lo contrario de lo que le interesa a la ciudadanía catalana.

Ahora bien, la resolución, ya se verá cuál será. Es un conflicto de proyecto nacional contra proyecto nacional, con intereses contrarios, y además Cataluña se enfrenta a un enemigo que te montará operaciones sucias y tiene los instrumentos para meterte en prisión. La situación que vive Cataluña de presidentes legítimos elegidos por la ciudadanía, exiliados, presos o expulsados del cargo por la fuerza es única, no ya en Europa sino en todo y el mundo, que digan cuántos  más casos hay. Es una situación extrema. Hay que partir de este realidad. Pero, ahora bien, la responsabilidad de los políticos es dar salida a las cosas sin destruir al propio bando y deben saber encontrar el equilibrio entre defender el país y hacer lo que se debe hacer, y al mismo tiempo encontrar los límites de la acción.

 

-Las elecciones del 14-F han sido también una nueva imposición judicial en contra del criterio del Govern.

-Cuando el Tribunal Constitucional (TC) decide suplantar en 2010 la voluntad de la ciudadanía catalana, del Parlament catalán, el parlamento español, el Gobierno, cuando suplanta la democracia, a partir de entonces todas las decisiones judiciales no tienen nada que ver con una justicia democrática. Lo que hizo el TC en 2010 fue un golpe de estado por parte de unos jueces que además estaban fuera de plazo. El ejercicio de la democracia fue suplantado por sus decisiones. Desde entonces todas las decisiones desde el TC hacia abajo, pasando por el Supremo, por la Audiencia Nacional y los diferentes tribunales son todas arbitrarias. El Reino de España vive una situación de excepción desde 2010. Por lo tanto discutir ahora las decisiones que puede adoptar el TSJC sobre la fecha de las elecciones no importa porque harán eso, lo contrario y lo que sea necesario, es igual. No hay reglas. La única regla es la arbitrariedad. Y esto lo tolera la UE. La ciudadanía catalana ante ello está inerme. Y además lo que salga de estas elecciones puede ser anulado. Da igual lo que se vote, lo pueden anular y al President que salga lo pueden procesar. Ya lo hemos visto y lo volverán a hacer. Esto no es una democracia, así de claro, sobre todo para la ciudadanía catalana.

 

-¿Serán, sin embargo, unas elecciones útiles a pesar de ello?

-Sí que tiene utilidad votar, la utilidad de seguir luchando, seguir defendiendo poder y de continuar manteniendo la posición. ¿Qué utilidad tiene en el curso de una guerra mantener una posición? Dentro de un juego estratégico con un horizonte histórico toda batalla tiene su sentido. Es más, si abandonas la batalla, entonces has perdido la guerra.

 

-¿Hace falta, por tanto, una masiva participación del independentismo de nuevo?

-No sé si del independentismo, lo que debe ser es de la ciudadanía catalana. Como persona ajena al censo electoral catalán lo que defiendo es el derecho de esta ciudadanía a ejercer la democracia. Si deciden una estrategia realmente independentista o si deciden una estrategia de aceptar los límites que les pongan en Madrid esto ya es cosa de los ciudadanos. Lo importante es que la ciudadanía decida y que una vez haya decidido se respete esta decisión sin más represión.

 

-¿Qué piensa de la operación Salvador Illa?

-Es la clásica operación pensada desde Madrid. Probablemente ya no tienen ninguna otra opción, el PP, el PSOE, Podemos, no tienen ninguna otra posibilidad más que ésta, pero se basa en una sobrevaloración por parte de su fuerza. Creen que los instrumentos del Estado pueden pasar por encima de la ciudadanía catalana. Sobrevaloran el poder que tienen, la fuerza que tienen sus instituciones, sus medios de comunicación, el CIS, la banca. Ponen un candidato del PSC que ellos creen que es fuerte, pero eso ya se verá porque creo que la imagen de Salvador Illa se deteriora día a día, tremendamente, de manera acelerada. Illa es el retrato de un Dorian Gray de pacotilla rompiéndose en pedazos pero la idea que promueven es la de un governo en Cataluña con el PSOE, Podemos y quien se les acerque.

 

-¿Cuándo se dará cuenta España de que no puede domesticar y someter a los catalanes?

-España no puede cambiar porque ha concentrat tanto poder en Madrid con toda la banca, los medios de comunicación, toda la clase dirigente, los intelectuales, todo, yo creo que fue un gran error crear la Comunidad de Madrid que sirvió sólo para añadir más burocracia y más poder y ha creado un monstruo imparable que ha desertizado gran parte de España y ahora harán otra gran operación urbanística que volverá a generar puestos de trabajo en la construcción e hacia allí irá más gente de los territorios más desfavorecidos. Es un modelo basado en en la economía no productiva que vive del presupuesto del Estado y el presupuesto del Estado vive del dinero de Bruselas. Es una econo mía que es una esclavitud para cualquier proyecto colectivo. Es imposible.

 

-¿Cómo valora que Pablo Iglesias rompiera el dogma español sobre los exiliados catalanes y todo el alboroto que esto generó?

-En un mismo gobierno de PSOE y Podemos, Podemos se ve en una situación incómoda en que se ha de tragar la política del ejecutivo al servicio del Ibex y necesita, para existir, marcar distancias con el PSOE en todo el que pueda. Son socios de gobierno pero tienen proyectos y mercados electorales contrapuestos. Efectivamente dijo una evidencia: que un exiliado es un exiliado por diferentes que sean las circunstancias históricas. Aquí, al president Puigdemont, no sabemos si lo querían matar pero seguro que lo pretendían detener y encarcelar. Quizá no lo quieran fusilar pero todo el odio está presente. Un exiliado es un exiliado y que Pablo Iglesias lo reconozca debe celebrarse pero yo lo encuadra dentro del conflicto de intereses interno: es una manera de marcar perfil propio.

 

-Las victorias judiciales en Europa, ¿ayudan a desenmascarar al Estado español?

-Estas actuaciones desde el exilio son importantes y quizás lo sean aún más en el futuro. Las victorias judiciales son victorias pero otra cosa es que Europa, que es un pacto de estados, reaccione ante ello. Pueden señalar las actuaciones antidemocráticas de países como Hungría, Polonia y España pero la UE no tiene capacidad coercitiva. A pesar de ello el papel del exilio es importante. Cuando comenzó el proceso yo tenía claro que la única posibilidad de intervención europea eficaz habría sido que Alemania apoyara a la ciudadanía catalana en su derecho a decidir pero Alemania lógicamente se mueve dentro de los límites político-jurdídicos de la UE. En su día parece ser que llamaron al orden a Rajoy por la violencia contra los catalanes pero la cosa no pasó de ahí y también en ella hubo una sobrevaloración por parte de los dirigentes políticos catalanes de esta posibilidad que Europa obligara al Estado español a comportarse democráticamente.

 

-Esto es un aprendizaje con vista al futuro, ¿no?

-Sí, es una lección, se debe contar con esta realidad.

 

-¿Cómo imagina Suso de Toro la resolución de la causa catalana?

-En Madrid el gobierno actual continúa recentralizándolo todo. Los fondos europeos para la reactivación económica, que son estratégicos para los próximos años, se gestionarán desde Madrid. Es igual si hablan de una mesa de diálogo o de cualquier otra cosa. Madrid, la Corte, tiene una estrategia clara de continuar haciendo y deshaciendo y no ofrecerán nada de fondo ni a Cataluña ni a nadie. Los únicos que tienen una cierta autonomía de gestión son el País Vasco pero la gestión estratégica de todo lo que mueve la economía está decidido por las grandes empresas situadas en la Castellana.

 

-Ahora decía esto del País Vasco, que en este caso pueden, desde un punto de vista económico, ir tirando, pero en Cataluña sí que es urgente disponer de los recursos propios para salir de la crisis derivada de la pandemia.

-No digo que tengan que aceptarlo, que no, pero los catalanes deben ser conscientes de su realidad y de los límites existentes. Europa tiene una capacidad de decisión limitada y el TC, y el Supremo y todos los tribunales se pasan por el forro lo que les diga Europa. Ante esto, en mi opinión, los catalanes y todos los pueblos deben defender lo que es suyo. Es una situación difícil. Se opte por la rebeldía o por la sumisión, si se opta por una estrategia de confrontacióo por la de confiar en un pacto con España, sea de una manera u otra, los catalanes se enfrentarán a un mismo Estado, con una misma estrategia diseñada, se ha de aceptar esta realidad histórica y actuar en consecuencia.

 

-¿Y en Galicia como lo tienen?

-El PP ha conseguido un placaje muy fuerte de la sociedad, tiene un control territorial, los medios de comunicación públicos y privados, tiene un control muy importante sobre la vida pública. Todo está controlado por Núnez Feijóo. Por otra parte, a la Corte, le interesa mucho que Feijóo se mantenga en el poder. Si antes, por debilitar el liderazgo de Aznar, se potenciaba a Fraga, a quien Felipe González definía como un gran estadista, ahora les interesa contrarrestar los disparates de Ayuso y Casado con la figura aparentemente más moderada y centrada de Feijoó. De vez en cuando vienen políticos del PSOE y de Podemos y dicen que Feijóó o actúa responsablemente en contraste con el PP madrileño porque Galicia ya no les importa, somos una colonia y que padezcamos a Feijoó, que aplica las mismas políticas que Ayuso pero con un talante más razonable, ya les viene bien.

LA REPÚBLICA.CAT

 

Suso de Toro: “A Madrid creuen que Catalunya ja està vençuda però no és cert: Catalunya resistirà”