La gran incertidumbre a la que nos han abocado los últimos tres años de represión despiadada por parte de los aparatos del Estado español -con el riesgo de ir acostumbrándonos a ellos- ha convertido la política catalana en un terreno áspero, especialmente abonado a las especulaciones fantasiosas. Que si el desánimo, que si la polarización, que si el desprestigio institucional, que si la ineptitud y falta de liderazgos, que si la desconfianza… Y cada uno se traga las conjeturas que más encajan con el sesgo previo que le hace sentir más cómodo.
Ante este estado de cosas las elecciones del 14-F, aunque alimentarán nuevas interpretaciones forzadas, como mínimo tendrán la virtud de dejar establecidos algunos hechos que pondrán freno a los excesos retóricos que la campaña electoral habrá exacerbado. Y no hablo sólo de lo obvio, es decir, de saber quién habrá ganado aunque sea por los pelos. O de ver quién tiene la mayoría suficiente para presidir el próximo govern. También de dejar claro qué adversarios deberán compartir victoria para poder gobernar. Y además constatar quién habrá resistido, quién desaparecido o quién se instalará en el mapa parlamentario.
Vistas las previsiones adelantadas por las encuestas, nada de todo esto resolverá el gran conflicto nacional que tenemos abierto con España. Y aunque no tengo muchas esperanzas, ya sería suficiente que encauzara la salida del lodazal donde estamos. Ahora bien, más allá de las consecuencias inmediatas que se deriven, una observación atenta del comportamiento electoral de los catalanes sí que nos dará pistas sólidas en muchas direcciones. Señalaré algunas por si sirven para seguir más críticamente lo que veremos los próximos quince días y, tal vez, para tener una mejor conciencia de las implicaciones de nuestro voto.
En primer lugar, estas elecciones nos darán información sobre la resiliencia de los partidos independentistas. Obsérvese que no digo “del independentismo”, porque, se diga lo que se quiera, esto no es un referéndum de autodeterminación y sabemos que hay quien vota estos partidos y no quiere la independencia, al igual que ya sabíamos que hay independentistas que votan partidos que no tienen la autodeterminación en el programa.
También será interesante, en segundo lugar, ver el comportamiento de los partidos unionistas que sacaron provecho del clima crispado creado por la brutalidad de la respuesta policial al 1-O y la posterior aplicación ignominiosa del artículo 155. Una participación excepcional del 79 por ciento no se repetirá y habrá que analizar, más allá de los efectos de Covid-19, quién se queda en casa y si son los mismos que ya se quedaban habitualmente. Tercero, más difícil de medir pero no menos relevante, se debería poder considerar cuál es el peso -si lo hay- de los cambios en el escenario político español donde hace tres años gobernaba el PP de Rajoy y ahora el PSOE-Podemos de Sánchez e Iglesias.
En cuarto lugar, y visto que con la última encuesta del CEO tenemos un retrato bastante preciso sobre las posiciones en la línea de salida y de los espacios de indecisión, será bueno observar la fuerza de la misma campaña electoral -por tantos motivos, atípica- para atraer el voto de los espacios de frontera y tapar los agujeros de fuga. Y, en quinto lugar, habrá que estar muy atentos al comportamiento de las redes, ahora ya decisivas en la creación de estados de opinión, endogámicos en general, pero no por ello menos relevantes. Y el análisis de los datos masivos -‘big data’- nos permitirá conocer las nuevas dinámicas de decisión del voto.
A grandes rasgos ya sabemos qué escenarios son los más probables. Sin embargo, lo que hace excepcionales estas elecciones es que los grandes horizontes de futuro de este país pueden quedar dibujados por pequeñísimas diferencias: uno o dos diputados de más o de menos, el uno o dos por ciento que fijará o no una mayoría simbólica del 50 por ciento de votos… Diferencias establecidas en un grave marco represivo y condicionados por una pandemia inclemente y despiadada. ¡Ojalá sea la perspectiva larga la que finalmente oriente nuestro voto!
ARA