Titiritero Sánchez, títere Illa

Confieso que siempre he sentido una profunda alergia hacia el Partido Socialista, tanto al central, el de Madrid, como al chiringuito que tienen montado en Cataluña del que han vivido a nuestra costa toda la vida personajes tan sibilinos y enfermos de autoodio como Miquel Iceta, Salvador Illa, Eva Granados y compañía. Hace falta mucha malignidad, muchísima, para experimentar el placer morboso que ellos experimentan escupiendo veneno sobre Cataluña y urdiendo en la sombra la manera de someterla cuanto más mejor a los designios de Madrid. Por suerte, forman parte de una especie minoritaria, basta con contar los escaños que tiene el españolismo en nuestro Parlamento y compararlos con los del independentismo. Pero todavía hay mucho trabajo por hacer.

Cataluña no tiene futuro alguno en el seno de un Estado que no sea el suyo, lo necesita por dignidad, por razones económicas y sociales y, como es lógico, para poder decidir sobre sí misma, pero también lo necesita para liberarse de esta pandilla de parásitos que comen cada día de nuestro plato y que, ufanos y soberbios, osan decirnos cuál debe ser el corte y cuánta la cantidad que les debemos servir. Siento una profunda aversión sólo con ver en televisión sus rostros malencarados o con escuchar en la radio su palabrería cínica, deshonesta y mentirosa. Hay gente que es alérgica al polen, los hay que son alérgicos a los gatos y yo soy alérgico a esta gente. Ellos son el vehículo a través del cual el titiritero de la Moncloa expresa su ideología, aunque a veces es el mismo titiritero quien, saliendo del guiñol, se nos dirige directamente para intentar convencernos de las excelencias de su tramoya.

Esto ha hecho recientemente Pedro Sánchez en la presentación de Salvador Illa como candidato a las elecciones catalanas. La tramoya se llama “¡A por ellos!”, y Salvador Illa es su títere principal. Pero antes de ponérselo en la mano para empezar a moverlo y hacerle hablar, Sánchez, que es uno de los individuos más falsos que hay hoy en la política activa, ha querido tener un minuto de gloria televisiva valiéndose del sudado repertorio de tópicos que define su discurso sin que le importe mostrar sus contradicciones. Es una obscenidad ver cómo este hombre hace lo imposible para conseguir la extradición de una persona inocente como el president Puigdemont mientras protege y financia a un delincuente internacional conocido como rey emérito. Y es también una obscenidad oírle hablar de “respeto a las normas democráticas” incluso presidiendo un Estado con presos políticos, exiliados y miles de personas perseguidas precisamente por haber respetado la regla principal de la democracia, que es la libertad de expresión ejercida, en este caso, por el pueblo catalán a través de las urnas. Pedro Sánchez encarcela, arrolla y persigue a los que no se someten al principio totalitario de la ‘unidad de España’, y por eso él y su partido tienen planeado aliarse con la ultraderecha -Vox-PP-Ciudadanos- para gobernar Cataluña e imponerle dicho principio dictatorial.

Los socios que escoges en la vida definen tu personalidad y explican a menudo todo lo que pretendes ocultar. Podemos ver que todas las esperpénticas manifestaciones ultranacionalistas españolas hechas en Cataluña tienen idénticos participantes: PSOE-VOX-PP-Ciudadanos. Y es que los cuatro están unidos por el mismo principio. Un principio al que no son ajenas Jéssica Albiach, Ada Colau y su formación, como se hace patente en el Ayuntamiento de Barcelona, donde gobiernan gracias a una alianza con la ultraderecha contra el independentismo. “Todo por la patria”, ¿a que sí señoras Colau y Albiach? Esta gente tan falsa y demagoga que vive a costa nuestra ensucia la política y todo lo que toca. Desde el ‘Gobierno de España’, por ejemplo, Pedro Sánchez y el PSOE han utilizado todo una banda de lacayos que les hacen el trabajo sucio a la hora de manipular las elecciones catalanas para que sean los suyos, desde los despachos, y no el Parlamento de Cataluña, quienes decidan su fecha. No tenemos poder ni siquiera para decidir cuándo celebramos elecciones “autonómicas” y todavía hay catalanes que dicen que la independencia “ahora no toca” y que hay que esperar un par de generaciones. En 2071 podríamos volver a hablar de eso, ¿no es verdad señor Sócrates?

Me repugna ver cómo, haciendo gala de su tradicional obscenidad, Sánchez, Illa, Iceta, Eva Granados y el PSOE, en su conjunto, quieren poner en riesgo la vida de miles de personas obligándolas a ir a votar el 14-F en plena pandemia y en contra de las recomendaciones científicas. Me repugna ver cómo un personaje tan siniestro como Salvador Illa que, como ministro de Sanidad, debería estar al lado de la ciencia, coge la calculadora electoral y exige que se hagan elecciones por el solo hecho que sueña ganarlas él -¿cómo se puede ser tan cándido, señor Illa? ¿Presidir Cataluña usted? ¿Usted? ¡No me haga reír!- Nunca, nunca jamás debe permitir Cataluña que una persona de tanta bajeza moral presida el país. Pronto, sin embargo, una vez abandone la trinchera ministerial, el oiremos hablar por los codos. De momento, ya nos ha aleccionado diciéndonos que los catalanes tenemos que “superar el exilio interior”. Lo dice él, ministro de un ‘Gobierno’ que tiene a medio gobierno de Cataluña en el exilio exterior; lo dice él, que es ministro de un Estado español que los tribunales europeos retratan como profundamente antidemocrático y que no sólo persigue a un presidente de Cataluña legítimamente elegido en las urnas, sino que, por medio de acusaciones falsas fabricadas en las cloacas de el Estado, persigue también a los abogados que lo defienden.

Salvador Illa se lamenta de que la división ha debilitado el nacionalismo español y espera que la unión con Ciudadanos, PP y Vox les “hará fuertes”. Que lo vaya haciendo, pobrecito. Lo que nos debe interesar como catalanes es nuestra unión. Lo que nos ha debilitado es la división del independentismo. Los intereses espurios de partido son letales para nuestro país ante una causa general como es la libertad. Con Juntos por Cataluña, ERC y la CUP unidos por encima de las diferencias individuales y como miembros de un único equipo, la revuelta de los malencarados, es decir, toda la caspa que representan PSOE, PP, Ciudadanos y Vox, será un tigre de papel. Si queremos decidir, empecemos por ser consecuentes.

EL MÓN