Hay que volver a mirar hacia Escocia

“Ha llegado la hora de disolver la Gran Bretaña”, acaba de escribir Adam Ramsay en ‘Open Democracy’ (1) sin que ningún militar jubilado haya escrito a la reina Isabel II para pedirle que lo fusilen. Ramsay se apoya en lo que le confesó Tom Nairn, el respetado politólogo escocés, teórico marxista y pensador clave de la Nueva Izquierda Británica. Nairn ya había publicado ‘The break-up of Britain’ en 1977, es decir, ‘La disolución de la Gran Bretaña’ (la edición española decía ‘desintegración’). Ahora, con 88 años, se ha vuelto muy prudente, pero en conversación con Ramsay ha terminado prediciendo: “En los próximos cinco años, de una manera u otra, la disolución es muy probable que se produzca”. Lo dice por Escocia, donde las encuestas ya dan 12 puntos porcentuales más de votos a los independentistas. Pero también por el independentismo galés, que desde 2012 ha pasado del 10 al 23 por ciento. Y por si fuera poco, en Irlanda del Norte, el apoyo a permanecer en el Reino Unido tal como están ahora ha bajado desde 2014 del 65 al 34 por ciento.

Aunque las graves circunstancias del independentismo catalán han hecho que dejáramos de mirar Escocia, la profunda crisis política en el Reino Unido y el progreso del independentismo escocés deberían seguir despertando nuestra atención. La comparación es un ejercicio útil no para sugerir que los dos procesos son idénticos -allí no hay presos ni represión policial ni judicial, pongamos por caso-, sino para utilizar uno como espejo del otro, como se había anticipado a hacer Xavier Solano en el ‘El mirall escocès’ (‘El espejo escocés’) en 2007. Un caso que, al menos, nos serviría para poner en entredicho algunos de los dogmas que sostienen quienes querrían mantener indefinidamente la independencia al baño maría.

Para empezar, Escocia tiene prisa. Su presidenta, Nicola Sturgeon, ya ha anunciado que en la próxima legislatura volverá a convocar un referéndum tras las elecciones de mayo. Pero Dennis Canavan, el jefe de la campaña por el sí de 2014, acaba de aconsejar hacerlo lo antes posible para aprovechar el ‘momentum’. La salida de la Unión Europea empuja con fuerza. En segundo lugar, la tradición democrática escocesa hace que no se discuta la necesidad de tener otras mayorías que las de ganar el referéndum. En el Reino Unido una decisión tan dura como salir de la Unión Europea se decidió por un 51,9 por ciento de votos a favor. E independizarse con el 53 por ciento a favor, el 41 por ciento en contra y un 6 por ciento de indecisos -tras encuesta de finales de noviembre de Ipsos Mori/STV- no le parece descabellado al Partido Nacional Escocés (SNP).

En tercer lugar, en Escocia también se estudia cómo convocar el referéndum sin permiso de Westminster. La diputada Joanna Cherry, por ejemplo, es favorable a un “Catalonia-style wildcat referendum” -un referéndum salvaje-, aunque haya un cierto debate interno sobre si esta vía podría restarle apoyo. Sin embargo, en una encuesta reciente de Panelbase Survey, el 63 por ciento de los escoceses afirman que quieren un nuevo referéndum aunque tenga el veto del gobierno británico. E incluso el 39 por ciento de los contrarios a la independencia creen que la decisión se tomará en Edimburgo. El secretario para la Constitución, la Unión Europea y los Asuntos Exteriores del gobierno escocés, Michael Russell, ya ha advertido que no sólo tendrán un plan B, sino planes de la A a la Z para poder celebrarlo. Y finalmente, también como aquí, el independentismo tiene sus controversias con la televisión pública, la BBC. Según los últimos datos hechos públicos, la denuncia más repetida es la queja por el sesgo contra el SNP y Nicola Sturgeon.

Las razones profundas del independentismo escocés son similares a las de los movimientos independentistas en todo el mundo. La pertenencia a grandes estructuras ya no es ninguna ventaja; las redes sociales rompen las viejas unidades comunicativas y la globalización de los mercados favorece la emergencia de los espacios regionales. Volver a mirar a Escocia nos proporcionaría una perspectiva menos localista de nuestro proceso de liberación nacional.

(1) https://www.opendemocracy.net/en/opendemocracyuk/its-time-to-break-up-britain/

ARA