La evolución de la pandemia en los últimos quince días ha sido catastrófica. El terrible rebrote de los días 2 al 17 de diciembre ha causado 40.000 muertos en los Estados Unidos. Con 3.157 muertes en un solo día, el miércoles 9 se convirtió en la tercera jornada con mayor número de defunciones en la historia del país, pero este récord ha sido rápidamente depuesto por los registros del 16 y 17 de diciembre, con 3.611 y 3.293 decesos respectivamente.
Aquí en Reno, la pandemia ha azotado severamente a la población. Tal como registra Reno Gazette, el número de muertes por covid-19 se ha duplicado durante tres semanas consecutivas. Entre el 20 y el 27 de noviembre murieron 39 personas. Eso es más del doble de las 15 personas que murieron la semana anterior, y cuatro veces más que los decesos registrados a principios de noviembre. Pero no es sino una pequeña fracción de las personas que han perdido la vida en lo que va de mes: 53 muertos el día 12 de diciembre, 52 el 15 y 50 el 16 de diciembre, entre ellos dos amigos míos. Paralelamente, el número de casos continúa aumentando a un nivel alarmante. La semana que finalizó el 27 de noviembre registró un promedio de 672 casos nuevos por día y el número de casos activos llegó a los 9.000, una nueva marca de la pandemia en el condado de Washoe.
Este aumento exponencial de muertes ha forzado al forense del condado a advertir que las funerarias de la región están a punto de agotar su capacidad para almacenar cuerpos de manera segura. Los hospitales se enfrentan a una situación crítica, el 85% de las camas del condado de Washoe están ocupadas, y el 90% de las de Carson City.
Éste es el funesto balance de la estúpida costumbre de ir de compras en Black Friday, y aún quedan por saldar las compras de Navidad. Nadie duda de que para finales de enero habrán muerto más ciudadanos por covid-19 que soldados norteamericanos en la Segunda Guerra Mundial.
Pero estas cifras no sólo son el resultado de la eficaz transmisión del virus y de la insensibilidad humana. La política gubernamental ha contribuido criminalmente a este caos. Según fuentes de Forbes, Paul Alexander, antiguo asesor de Trump, expresó que era necesario poner en marcha una estrategia de inmunidad colectiva. Según puso por escrito el 4 de julio en una nota a Michael Caputo, subsecretario de asuntos públicos de salud y servicios humanos, “no hay otra forma, necesitamos establecer un rebaño; se trata de permitir que los grupos que no son de alto riesgo se expongan al virus. Punto. Los bebés, niños, adolescentes, jóvenes, adultos jóvenes, de mediana edad sin condiciones, etc. tienen un riesgo cercano a cero… así que los podemos usar para desarrollar el rebaño… los queremos infectados”. En otro correo electrónico dirigido a los principales funcionarios de comunicaciones del departamento de salud, Alexander expresó que “la conclusión es que si ahora (el virus) es más infeccioso, ¿qué importa? Si está causando más casos entre los jóvenes, pienso yo, ¿qué importa?” Tal como denunció Político a principios de septiembre, Alexander pidió que la administración se abstuviese de promover el uso de mascarillas en las escuelas y hacer pruebas de covid-19 entre alumnos. El orden de esta acción debería ser poner a salvo a los grupos de riesgo y sólo después dejar que se contagien los más jóvenes: Pero no hay nada en las notas de Alexander sobre políticas de protección de los grupos de riesgo.
Este genio malthusiano argumentó también que las universidades deberían permanecer abiertas para propagar el virus en un correo electrónico dirigido al director de los centros para el control y la prevención de enfermedades, Robert Redfield. Esto ha tenido un efecto directo en nuestras vidas: hasta hoy un total de 1.000 trabajadores y alumnos de la Universidad de Nevada, Reno, han dado positivo, entre ellos el que escribe estas líneas. En Nevada, son precisamente las personas jóvenes, de entre 20 y 30 años, las que presentan una mayor cantidad de nuevas infecciones y su número ha crecido en diciembre en un 50%. Pero no es el único colectivo afectado, porque estos jóvenes han coincidido con sus familias para cenar o para hacer entrega de sus imprescindibles regalos: el número de casos entre jóvenes de 10 a 19 años ha crecido un 40% y el número de infecciones entre menores de 0 a 9 años ha aumentado en un 120%. También se ha registrado un incremento del 53% entre los padres de 50 a 59 años, que han recibido los regalos de manos de sus hijos.
Tal como señala Bess Levin para Vanity Fair, Alexander no mencionó que su política de rebaño para obtener la “inmunidad colectiva” en los Estados Unidos requería que muriesen aproximadamente dos millones de personas, según el análisis del Washington Post.
Alex Azar, secretario de salud y servicios humanos –y un mentiroso–, testificó en una audiencia ante el subcomité de coronavirus de la cámara de representantes el 2 de octubre que “la inmunidad colectiva no es la estrategia del gobierno” pero que él no está de acuerdo con la política y las afirmaciones de Alexander. Alex Azar miente torpemente al afirmar que esta no ha sido la política gubernamental pero que sí era la política del asesor presidencial en esta materia. Como dijo Cockburn, no debemos creer nada hasta que no haya sido negado de forma oficial.
De un total de 75,8 millones de casos de covid-19 a nivel mundial, 18,8 millones se han registrado en Estados Unidos. Esto supone un 24,8% de todos los casos del mundo cuando la población del país sólo representa el 4,2% del total.
Donald Trump y sus asesores son culpables de negligencia criminal. Los son porque tienen un deber para con la ciudadanía y no la han protegido de la pandemia, lo que ha provocado la muerte de cientos de miles de personas. El presidente de EEUU ha demostrado una absoluta indiferencia por la vida humana cuando ocultó información relevante relativa al virus en la primavera de 2020 y cuando en el curso de la campaña electoral ha promovido por todos los medios posibles la idea de que la situación no era grave y que no era necesario utilizar mascarillas ni observar distanciamiento social. El presidente ha puesto en peligro consciente y repetidamente, de forma activa, miles de vidas humanas. No ha violado la ley, pero ha dirigido la administración de forma ignorante e imprudente y ha causado innumerables muertes.
La justicia es más un espejismo o una ilusión que una realidad y dudo que lleguemos a ver a Trump procesado por negligencia criminal u homicidio involuntario, pero sí vamos a padecer un terrible invierno, con decenas de miles de muertes más. Entre tanto, éste y otros gobiernos seguirán siendo incapaces de colaborar en el desarrollo de curas para ésta y las próximas plagas que nos azotarán en el futuro inmediato. No parece que la humanidad esté aprendiendo mucho de esta crisis. Seguiremos viviendo en un planeta en el que la máxima autoridad mundial en materia de salud no cuenta con los medios ni la autoridad para implementar medidas internacionales en materia de salud: la OMS está tan sumamente impedida que se tiene que limitar a anunciar que, una vez que hayamos contraído el virus, permanezcamos diez días aislados y nos tomemos un par de aspirinas al día: tras 200.000 años de evolución y desarrollo científico, la razón humana ha logrado desarrollar la política del rebaño.
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