El aserradero Echávarri de Olazti

Podría considerarse que el aserradero de Echávarri, junto a la planta de fabricación de cemento Portland, han conformado la mayor y más importante actividad industrial de la población de Olazagutía a lo largo del pasado siglo XX. Aunque el despegue más importante de la empresa maderera, ocurrió en 1921, su historia se remonta a bastantes años atrás cuando el arriero de Artabia Victoriano Echávarri se instaló en Olazti.

Victoriano Echávarri y Barrena nació en Artabia (Valle de Allin) en el año 1843 y ya desde su juventud destacó por su inquietud como comerciante. En los documentos consultados figura inicialmente con la profesión de arriero o carretero. Artabia era, en las Amescoas localidad conocida por sus arrieros siendo uno de los oficios o actividades más corrientes en el pueblo.

Un arriero de la época. Foto: Fondo Príncipe de Viana

Parece claro que pronto inició actividades comerciales con las localidades de la Burunda, especialmente con Olazagutía, justo al otro lado de su cercana sierra de Urbasa. Los frecuentes recorridos a través de la sierra enseguida le descubrieron la importante riqueza de sus bosques, los hayedos de sus zonas norteñas y los robledales de sus carasoles. En aquellos años, entre 1869 y 1881 y según los datos que poseo se dedicaba fundamentalmente a la venta de tablas y tablones de madera de roble con destino a la cubería. Por otra parte, en aquellos años era corriente que los ayuntamientos adjudicarán en subasta pública el comercio de los líquidos, fundamentalmente vino y aceite, a un solo adjudicatario. Este debía abonar al consistorio el valor del impuesto anual por el comercio de dichos productos. Alguno de aquellos años setenta del XIX, Victoriano se adjudica la consabida subasta en su pueblo natal Artabia pero una vez instalado en Olazti en 1873 prácticamente cada año hace lo propio en la localidad burundesa. No teniendo certeza del año de su boda, en 1878 ya figura como residente en Olazti y casado con Juana Martina Mendiluce y López de Goicoechea, que entonces tenía 25 años y procedía de una de las casas fuertes del pueblo, casa Etxeandia.

A partir de entonces año tras año se hace cargo, como decíamos mediante subasta, del arriendo del comercio de los vinos, aguardientes, vinagre, sidra, cerveza, aceites de oliva y de ballena y del comercio de bacalao. Hay constancia de ello al menos a partir de 1884. El aceite de ballena era entonces el combustible más utilizado para alumbrar las viviendas y su comercio iba acompañado al del bacalao al ser ambos productos procedentes de las localidades costeras atlánticas y muchas veces del mismo proveedor. El precio anual de dicho impuesto entonces rondaba las 4.700 pts, unos años un poco más otros un poco menos, valor bastante elevado teniendo presente que, por ejemplo, por comprar una casa de tamaño normal con su huerta adyacente se pagaban menos de mil pesetas. Este tipo de contratos se hacían ante notario y obligaban a la exclusividad, es decir que nadie más podía comerciar con estos productos. En las cláusulas a cumplir había curiosidades como que los productos debían ir siempre por las carreteras marcadas como oficiales, sin desvíos para evitar compraventas fraudulentas y los productos deberían depositarse para su venta en la correspondiente alhóndiga municipal. Otra “curiosidad” es que, ya entonces, la iglesia quedaba exenta del impuesto del aceite para sus lámparas. De esta forma el adjudicatario de la subasta se convertía en el mayor y casi único comerciante de cada localidad.
En el ámbito de la explotación forestal, actividad que iba a terminar siendo la principal a lo largo de los años, se dedica a comprar en las distintas subastas de los ayuntamientos de la zona grandes lotes de haya y roble, por ejemplo, en 1886 al ayuntamiento de Etxarri Aranatz 1.315 robles y 5.560 hayas por un valor de 60.000 pts, en 1889 609 robles al propio de Olazti, y en los siguientes años, nuevos lotes en Bakaiku, Iturmendi o Etxarri Aranatz.

Miles de traviesas en los terrenos del aserradero

El roble se dedicaba sobre todo a la cubería y el haya para la fabricación de traviesas de ferrocarril, para leña o para carbón. Ya en esa última década del siglo XIX Echávarri figuraba como uno de los principales abastecedores de traviesas y cachas a las dos compañías ferroviarias más importantes del estado, Ferrocarriles del Norte y de M.Z.A. (ferrocarril de Madrid a Zaragoza y Alicante). Fabricaba unas veinte mil traviesas al año en su primitivo aserradero de Olazti, pero otras ochenta mil las hacía en el propio monte, por cuadrillas de obreros aserradores, hasta sumar un total de unas cien mil traviesas anuales.

Cuadrilla de mendimutiles en Urbasa. Foto cedida L. Goikoetxea

El enriquecimiento de Victoriano fue haciéndose cada vez más patente y en febrero de 1886 compró en Olazagutía una casa y 84 pequeñas fincas por un precio de 5.625 pts. En julio del mismo año compra otra casa y una huerta aledaña en la calle San Juan (antes Celaya) por 1.175 pts. y finalmente en noviembre otra casa (c/Mayor 43), huerta, era de trillar y 9 pequeñas fincas por 750 pts. Es decir que va invirtiendo sus ganancias en la compra de casas y terrenos en el pueblo convirtiéndose rápidamente en el mayor propietario de Olazti.

No podemos obviar otro aspecto que queda patentemente documentado, su labor como prestamista no solo en el entorno de la Burunda sino también en su valle nativo Allin. Los archivos notariales están repletos de escrituras de créditos hipotecarios a vecinos, para hacerse una casa, comprar una finca o cualquier otra causa. Esto le llevó a convertirse en corresponsal del Banco de España para la zona con sede en Altsasu. Además, su actividad comercial no solo se limitaba al estado. Se sabe que ya para 1888 exportaba vino y licores a Buenos Aires en donde el urdaindarra Miguel Esteban Goicoechea tenía un almacén en donde vendía sus productos bajo la marca de “La Flor de Navarra” o en La Habana donde uno de sus hermanos Cipriano tenía con un asociado un comercio llamado “Pérez y Echávarri”.  No olvidaba tampoco su tierra natal y hacía frecuentes visitas a Artabia en donde residía alguno de sus hermanos. En 1903 hizo una solicitud a la Diputación para adquirir el aprovechamiento de las aguas del Urederra con objeto de instalar una central eléctrica en Artabia. Años después sus hijos insistieron en conseguir ese aprovechamiento de aguas, aunque finalmente no llegó a efecto.

Con tal curriculum como comerciante, llegó a ser presidente de la Cámara de Comercio de Pamplona y ya poseedor de una gran fortuna, él y su familia se situaron entre la clase más alta de aquella sociedad, entonces tan clasista. Las notas de prensa sobre sus viajes, eventos familiares etc. eran frecuentes. En 1907 cuando Concepción Benitez Ruiz, viuda de Beistegi, acudía a visitar las obras del Hospital de Pamplona, que estaba financiando con su fortuna adquirida en Mexico, se alojaba en Olazti en casa de Victoriano y Martina. La gran amistad que tenía con ellos surgía del sacerdote Manuel Barrena, que siempre acompañaba a la ilustre fundadora del Hospital y que era tío de Victoriano. Otro hecho muy notorio, sucedió cuando en el transcurso de una novedosa carrera de avionetas celebrada en mayo de 1911, el Raid Paris-Madrid, en la etapa Donosti-Madrid el aviador Eugene Gilbert con su Bleriot XI tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia en Olazti. El piloto fue auxiliado por los Echávarri y recogido en su casa hasta el arreglo de su avioneta hecho que fue ampliamente seguido por la prensa rosa del momento.

Soldado carlista en 1874

Oriundo de Val de Allin en donde en el siglo XIX el movimiento carlista estuvo fuertemente arraigado es bastante probable, aunque no he podido documentarlo con certeza, que Victoriano participara en la carlistada de 1872-76 (contaba entonces con 29 años).  En 1897 organizó en Altsasu la recepción de las cenizas del comandante general carlista Francisco de Uribarri, natural de Abarzuza, muerto en combate en Oñati en 1872. Sus restos inicialmente enterrados en Oñati se trasladaron en 1897, via Altsasu a Lizarra en donde fueron nuevamente enterrados. También participó activamente en 1907 en la inauguración del Centro carlista de Etxarri Aranatz. Es decir que desde el punto de vista político podría considerarse como un activo carlista.

Victoriano y Martina tuvieron 4 hijos, Luisa en 1882, Juan en 1884, Miguel en 1886 y Mª Ángeles en 1889. Victoriano falleció el 3 de junio de 1909. Pocos días después su viuda comunicaba que a partir de entonces la razón social de su establecimiento comercial era Viuda de Victoriano Echávarri aunque concedía todo el poder a su hijo varón mayor Juan. Tan solo año y medio después en enero de 1911 fallecería también Martina y el negocio pasó ya a Juan Echávarri Mendiluce con razón social o comercial de Hijos de Victoriano Echávarri. Siguiendo con la política de hacerse con la mayor cantidad posible de fincas en 1915 compró el Palacio de Urbasa adecuándolo como residencia de verano para él y su numerosa familia. Pero como incluso le resultaba demasiado grande y como gran negociante que era, pocos años después convirtió la mitad del palacio en hostal restaurante. (En otro reportaje de esta misma web relato la historia del palacio, http://ondaregia.com/el-palacio-de-urbasa/)

Además de continuar con la importante actividad de la explotación maderera y especialmente como fabricante de traviesas y cachas para las vías férreas, Juan Echávarri siguió con el negocio del comercio de vinos y licores, alquiler de vagones foudres para el transporte de vinos etc. y también hacia sus pinitos en la siderurgia. Ya en la primera década de siglo Victoriano había adquirido los derechos de explotación de al menos tres minas de hierro en los alrededores de Olazti. En un alto horno que instaló junto a su primitivo aserradero fundía metal de hierro para luego venderlo en forma de lingotes. En la Revista de Ingenieria y Construcción correspondiente a agosto de 1925 consta un alto horno al carbón vegetal en Olazti a nombre de Hijos de V. Echávarri para producir lingotes para moldería y afino de pudelaje. Sin embargo, en los membretes de la empresa de 1924 el Alto horno ya no figura por lo que suponemos habían abandonado ya dicha actividad.

  1. Juan Echávarri Mendiluce

En la historia de la empresa 1920 fue un año clave . Ese año Juan Echávarri adquirió en subasta pública el aprovechamiento de los montes propiedad del estado denominados Urbasa y Aralar por un total de casi doscientos mil metros cúbicos de madera y para un plazo de 15 años. Con este gran compromiso necesitó con urgencia mejorar técnicamente su actividad por encima de los procedimientos algo rudimentarios que tenía. Con objeto de poder aserrar tan importante cantidad de maderas y leñas sin descuidar, además, la procedente de los montes de los pueblos de la Barranca, amplió su aserradero que había quedado pequeño y obsoleto.

La nueva instalación ocuparía más de cincuenta mil metros cuadrados del barrio de la Estación, entre la vía férrea y la carretera de Pamplona. Algunos de los terrenos ya eran de su propiedad y otros los compró o permutó aquel mismo año. Situado junto a la estación del ferrocarril una vía auxiliar del mismo entraba hasta sus almacenes facilitando las labores de carga de sus productos que irían por vía férrea a sus destinos finales. Además, se construyó una gran y lujosa vivienda de estilo modernista en la calle Mayor de Olazti, edificio en el que hoy día y desde 1997 se encuentra el Ayuntamiento. Frente a la vivienda habilitó un gran parque ajardinado y un frontón para uso y disfrute de su numerosa familia, mujer y diez hijos.

Los jardines. Al fondo se vislumbra la nueva vivienda con su lucido torreón

Las instalaciones de la serrería se realizaron entre 1921 y 1922 en terrenos aledaños al primitivo aserradero.  Tres grandes naves fueron dedicadas al trabajo de la madera y estaban provistos de un doble grupo de sierras de gran capacidad, incluyendo las muy valiosas sierras de carro, todas compradas a la prestigiosa casa Guillet et Fils de Auxerre (Fr). Cada sierra contaba con un pequeño motor eléctrico para su funcionamiento. Además, contaba con varios almacenes para el producto terminado, dos talleres para el secado y estufado de los tablones, un local para una gran máquina soplante, otro para el alto horno, talleres mecánicos y de carpintería, una gran caldera de vapor, edificio de ranchería, pozo de agua etc. etc. En el inventario realizado en 1948 la maquinaria estaba valorada en algo más de un millón de pesetas y el establecimiento contaba con 98 empleados (10 administrativos, 3 técnicos y 85 obreros) A partir de la madera en rollo que se depositaba en los parques de los aserraderos se iba cortando en las sierras de carro cortando la medida deseada según se pretendiera fabricar traviesas, tablones u otras piezas sobre todo requeridas por las fábricas de muebles. El residuo quedaba para leña o para la fabricación de carbón vegetal. Para poner en marcha los numerosos motores eléctricos que hacían funcionar a las sierras, además de la electricidad suministrada por la compañía Fuerzas Eléctricas de Navarra (FENSA) contaba con una pequeña central en el rio Burunda en Alsatsu de 90 KW y en reserva una central térmica con su alternador en la propia factoría.

Uno de los talleres de aserrado. Foto: G. Zaragüeta. Museo de Navarra

Un dato curioso, aunque no importante, es que para poder incluir en la fachada de las instalaciones además del nombre y razón social, una reproducción del escudo oficial de Navarra hubo que solicitar una autorización especial a la Diputación previo pago de una tasa de 1000 pts. autorización concedida el 13 de mayo de 1926. En junio de 1929 obtuvo del Ministerio de Industria el Certificado de Productor Nacional de Traviesas con un volumen de fabricación de 1.000 traviesas diarias.

Muy poco después de hacer las instalaciones de Olazti, en julio de 1927 inauguró un nuevo aserradero en Zubiri. La razón era el haber adquirido en subasta la concesión para 20 años de la explotación de los montes Legua Acotada, Erregerena y Quinto Real. Las instalaciones, aunque algo más reducidas, eran muy parecidas a las de Olazti.  La producción fundamental era también de traviesas para los ferrocarriles (Zumarraga-Zumaia, Haro-Ezkarai y secundarios de Valencia) así como piecerio para distintas empresas del mueble llamado valenciano. El auge de la empresa hizo que pusieran otro gran almacén en las cercanías de la Estación del Norte de Pamplona que incluía también un taller de aserrado, otra instalación similar en Cabezón de la Sal (Cantabria) y un gran almacén en el puerto de Pasaia.

El aserradero de Zubiri. En la torre-depòsito el escudo oficial de Navarra.Foto: G. Zaragüeta M de N.

El golpe militar de 1936 y el inicio de la guerra sorprendió a Juan Echávarri en Madrid en donde fue detenido por las fuerzas republicanas, fue encarcelado y murió en la prisión seis meses después. La actividad en el aserradero se paralizó totalmente durante la contienda y no pudo recuperarse hasta el final de la misma  ahora bajo la dirección de su viuda Mª Luisa Osacar.

Para el transporte de materiales desde el monte o entre sus almacenes en 1947 ya poseían una flotilla de 9 camiones, el primero matriculado en 1931 y los 4 últimos en 1940 y dos coches un Ford y un Studebaker. Además, se contrataba a algún camionero ajeno a la empresa para efectuar alguna entrega.  Juan Echávarri en 1926 había contribuido de forma activa con aporte de dinero y trabajo de sus empleados en la finalización de la carretera Estella-Olazagutia, que se había comenzado en 1876 y por distintos avatares tardó 50 años en estar totalmente abierta. Especialmente dificultoso resultó el acondicionamiento del tramo entre lo alto del raso y la localidad de Olazagutia, tramo que para él era fundamental en su actividad maderera.  Como contrapartida a esas “aportaciones al bien común” en 1947, por ejemplo, la Sra. Viuda de Echávarri a pesar de tener alta solvencia económica solicitó una subvención al ministerio, a través del Sindicato de la Madera de Madrid, para la renovación de su parque móvil, considerando que era de interés general y así se le fue concedida.

La flotilla de camiones en Zubiri. Foto: G. Zaragüeta M.de N.

Por otra parte, en los años cuarenta instalaron una destilería de productos químicos, a partir de la cocción de madera en un horno metálico hermético. La llamada pirolisis seca consigue carbón vegetal y permite, con los gases producidos, destilar ácido acético o vinagre de madera. Esta instalación se encontraba unos metros aparte del aserradero en dirección Pamplona. La destiladora sufrió un voraz incendio en el año 1953 y ya no se volvió a poner en marcha. Hoy día queda en pie alguno de sus edificios destinado ahora al negocio hostelero.

Después de años de alta actividad y grandes beneficios la década de los cincuenta marcará el progresivo declive de la empresa. En 1952 en uno de los informes que da a la Delegación de Industria de Navarra se informa de las materias primas consumidas en el año, 8.200 m/3 de madera de haya en rollo, procedente de los montes comunales de Olazti, Yabar, Lezaun, o Ataun pero la firmante Viuda de Echavarri se queja “de la escasez de materia prima debido a que la RENFE ha acaparado los montes que antes explotaba la suscribiente y que el procedimiento de venta es injusto y nada equitativo, por lo que se trabaja a media capacidad y es difícil mantener la actividad diariamente”. En ese año tenía empleados 2 técnicos, 10 administrativos y 77 obreros en Olazti y otros tantos en Zubiri. La fuerte competencia de las Explotaciones Forestales de Renfe, la crisis generalizada del sector por la llegada de maderas importadas, fundamentalmente del pino landés y maderas exóticas van mermando la actividad y de 141 empleados en 1961 pasan a 59 en 1963.  Finalmente, en noviembre de 1963 se solicita al ministerio el expediente de cierre, cierre que se produce poco después.

Cargando traviesas en los vagones de la vía auxiliar. Foto: G. Zaragüeta M. de N.

Un par de años antes, en 1961, en un intento por sobrevivir como empresa se habían asociado con la empresa El Irati S.A. que había fundado Domingo Elizondo en Aoiz y que también estaba en situación crítica. Fernando Echávarri Osacar, nieto del fundador Victoriano, junto con el ingeniero de montes madrileño Jaime Cebriá y el también ingeniero industrial Ignacio Iraizoz en representación de El Irati S.A. iban a constituir la sociedad mercantil anónima El Irati Forestal SA o IRAFOSA. El objeto social seguía siendo el negocio de explotaciones forestales, aserrío y comercio de maderas, fabricación de productos químicos y construcciones de todas clases. El capital social iba a ser de 35 millones, en acciones de mil pesetas de las cuales El Irati suscribió 26.500 valor de todos sus inmuebles e instalaciones de Ekai, Altsasu y Erronkari. Los Echavarri, Mª Luisa Osacar y sus hijos Fernando y Juan aportaron 5.000 acciones al capital total de la empresa.  El Irati Forestal continuó los trabajos en Ekai pero la crisis era imparable. En 1982 se formó una cooperativa con sus trabajadores, Carbones y Destilados del Pirineo SAL que finalmente cerró todas sus instalaciones en 1991.

La casa de los Echávarri hoy sede del consistorio de Olazti. Foto VME

La familia Echávarri, que había marcado fuertemente la actividad económica de Olazagutia durante tantos años, fue vendiendo paulatinamente todos sus terrenos y demás posesiones hasta que su presencia en la localidad ha quedado como meramente testimonial. También en 1984 cerró el establecimiento hostelero del palacio de Urbasa, que a pesar de tener hoy titularidad del gobierno de Navarra se encuentra en estado de absoluto abandono. Alguna de sus edificaciones fabriles de Olazti se conserva aún en pie, su hermosa vivienda es hoy sede del consistorio y en sus jardines se instalaron las piscinas y otras dotaciones deportivas municipales, manteniéndose por ejemplo aun activo el frontón existente. El aserradero de Echávarri había marcado, como decíamos, una buena parte de la actividad económica de Olazti durante la primera mitad del siglo XX, hoy no es mas que un recuerdo cuyo relato histórico he intentado plasmar en estas líneas.

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