Durante la Revolución Francesa, en el enfrentamiento entre el rey Luis XVI y la Asamblea Nacional Constituyente, se pidió a los diputados navarros que acudieran a París en representación de su territorio. No se presentaron. No eran franceses. Navarra era un reino diferente.
Étienne Polverel, síndico de las Cortes navarras, recibió el encargo de explicar el descontento por esta llamada que implicaba asimilar a la población navarra, su territorio y sus instituciones, como parte -provincia- del reino francés. Los revolucionarios parisinos ya apuntaban el imperio. El alegato que presentó ante la Asamblea, publicado en 1789, constituye un documento político de primer orden. El historiador Xabier Irujo ha traducido el discurso de Polverel*. Resulta deslumbrante recuperar esta argumentación que anticipa muchos de los argumentos políticos posteriores de Agustí Xaho, Sabino Arana, Txabi Etxebarrieta o Teleforo Monzón entre otros.
Según Irujo, el síndico se extendió ante la Asamblea de París en torno a veinte principios o argumentos principales. Estas son, resumidas, las tesis de Polverel.
1.- Navarra es una nación libre y soberana.
2.- Solo la nación es soberana y sus derechos están condensados en las leyes fundamentales del Reino (los Fueros).
3.- El Reino de Navarra no fue fundado ni por conquistadores extranjeros ni mediante la usurpación de la soberanía. Los navarros siempre han sido un pueblo soberano y libre.
4.- El Reino de Navarra es un estado independiente desde hace mil años.
5.- El Reino de Navarra es un estado dividido en dos por conquista.
6.- A pesar de ello, Navarra nunca ha perdido su independencia y no forma ni ha formado parte de los reinos de Castilla o de Francia.
7.- Sus reyes no responden al título de Reyes de Castilla o Reyes de Francia.
8.- Las armas del Reino de Navarra se deben utilizar en los sellos, en la moneda y en cualquier otro documento público del Reino (el pueblo que acuña su propia moneda es soberano).
9.- Los navarros no son ni franceses ni castellanos.
10.- La soberanía del Reino de Navarra reside en la nación, representada por su parlamento, las Cortes o Estados Generales de Navarra. En virtud de la Memoria, los Estados Generales eran los únicos, verdaderos y legítimos representantes de la nación.
11.- El rey es solo el administrador de los bienes de los dominios del Reino, que pertenecen a la nación y por tanto no están sujetos a ningún mal fuero ni a dominio señorial o feudal.
12.- En consecuencia, ni el rey ni ninguna potencia extranjera tiene derecho a enajenar, unir o regalar en todo o en parte, las propiedades y el territorio del Reino.
13.- Por todo ello, cualquier cambio constitucional o dinástico en el Reino de Navarra tiene que ser propuesto, discutido y aprobado por las Cortes de Navarra.
14.- Las Cortes de Navarra ni pueden ni deben enviar sus representantes a la Asamblea Nacional porque es el cuerpo legislativo de un país extranjero.
15.- Navarra no necesita una constitución porque ya tiene la suya: los fueros.
16.- Los navarros tienen derecho a la identidad y a la felicidad y solo sus leyes garantizan su bienestar. En virtud del Cuaderno de los Agravios presentados al Rey compilado por Sorhouet, Polverel explica que “Navarra desea ser independiente y preservar su constitución” porque al amparo de estas leyes el pueblo vivía bien y sus derechos, libertades y franquezas civiles y políticas, pero también económicas y culturales, estaban aseguradas.
17.- Durante mil años los navarros han vivido bajo el imperio de la ley y al amparo de la tiranía.
18.- Los Estados Generales de Navarra no debían sacrificar la constitución de su país “cuando Francia no tenía nada que ofrecerles a cambio”.
19.- La lengua de los navarros es el euskara.
20.- Un estado que persigue la felicidad y el bienestar de sus súbditos no debería atentar contra las instituciones de ningún otro estado.
En otro trabajo anterior Polverel identifica el origen de Navarra con la población vascona, sin los reparos ni controversias que hoy nos enredan. En todo caso, como puede apreciarse, su nación no se sostiene en la raza, ni en rasgos étnicos, aristocráticos o discriminatorios. Al contrario, estamos ante una nación de carácter cívico, basada en leyes, constituciones, derechos universales, soberanía nacional y bienestar colectivo.
Polverel escribió uno de los mejores capítulos de nuestra cultura política, en plena Revolución Francesa, uno de los episodios más célebres y transcendentes de la historia de la Humanidad. Y sin embargo lo desconocemos; nos lo han escamoteado; somos el pueblo del olvido, incapaz de entender el valor de la cultura, de la memoria, de ese patrimonio etéreo e inmaterial que nos une.
En un apartado de su alegato Polverel afirmaba que si el rey no respondía a los requerimientos y obligaciones de los navarros lo suyo sería proclamar la república navarra. Hay cosas que no envejecen. Era la época de la Revolución Francesa, pero con los tiempos que corren hoy deberíamos decir lo mismo.
* “Protocolos sobre la independencia del reino de Navarra y sus relaciones con Francia”. Xabier Irujo (Nabarralde, 2020)