Esta semana ha nacido una organización que aspira a dejar huella en el orden mundial, incluso a definirlo, ahora que la pandemia todo lo trastoca: la Internacional Progresista (https://progressive.international/). De los dos impulsores principales, uno es el hasta hace poco candidato a encararse a Donald Trump este noviembre, el senador estadounidense Bernie Sanders, que ha propulsado una izquierda durante años medio dormida en su país. El otro, el exministro de Finanzas griego del gobierno de Alexis Tsipras, Yanis Varufakis, Que lo abandonó por discrepancias con la troika europea y con la gestión del primer ministro. La Internacional Progresista nace de un acuerdo entre las entidades que Sanders y Varufakis utilizan como plataforma de acción política, ahora que ninguno de los dos toca poder: ‘The Sanders Institute’, la fundación del senador, y DiEM25, el movimiento del exministro para reformar la Unión Europea con los principios de justicia social.
El espíritu que hay detrás es, de momento, innovador, porque no aspira a canalizar su obra en cada país mediante un partido político, sino que se abre a todos los que quieran adherirse, también los medios, para organizar una gran red de activistas políticos en todo el mundo y coordinar sus acciones. En el manifiesto original, enumeran los ejes ideológicos que deben definir el mundo que quieren. La democracia; la descolonización, porque ‘todas las naciones determinen su destino colectivo liberadas de la opresión’; la justicia, que ‘resuelva la desigualdad social y el legado de nuestra historia compartida’; la igualdad, que sirva a ‘los intereses de la mayoría, y no de la minoría’; la liberación, para que ‘todas las identidades tengan los mismos derechos, el mismo reconocimiento y el mismo poder’; la sostenibilidad, que ‘respete los límites del planeta y proteja a las comunidades más expuestas’; la ecología; el pacifismo, que ‘reemplace la violencia de la guerra con la diplomacia de los pueblos’; el post-capitalismo, que ‘remunere todas las formas de trabajar y abolir el culto al trabajo’; la prosperidad, que ‘erradique la pobreza’; entre otros valores como la solidaridad o la pluralidad.
Pero no todo acaba en Sanders y Varufakis: el consejo estratégico de la Internacional Progresista incluye casi setenta personalidades. Aquí os presentamos algunas.
Julian Aguon, de Micronesia, abogado en favor de los derechos humanos y creador de ‘Blue Ocean Law’, un bufete progresista que defiende los derechos de los indígenas y la justicia ambiental en toda Oceanía.
Vanessa Nakate, la primera activista en promover en Uganda el movimiento ‘Viernes por el Futuro de jóvenes contra el cambio climático’. También ha fundado el movimiento ‘Levantemos el Clima’, que busca dar voz a activistas de todo África al respecto. Impulsó una campaña para evitar la deforestación en el Congo y ahora desarrolla un proyecto para instalar placas solares en las escuelas del continente.
Slim Amamou, activista tunecino y exsecretario de Estado de Juventud y Deportes durante la transición democratizadora, a principios de esta década. Dimitió del gobierno porque creía que el ejecutivo conservaba tics autoritarios y criticó que se censuraran páginas web.
Sariki Sinha, que trabaja en la India con trabajadoras sexuales, chatarreros sin techo, tribus y mujeres musulmanas, y que creó un centro pionero de acogida de mujeres víctimas de violencia machista.
Áurea Carolina, es una diputada brasileña del Partido Socialismo y Libertad que ha promovido el movimiento municipalista ‘Muitas’, ‘partida’ -una entidad política que vela por la elección de mujeres en cargos públicos- y ‘Ocupa Política’, que se dedica a lo mismo pero con activistas progresistas.
Celso Amorim, ocho años ministro de Asuntos Exteriores de Brasil con Lula da Silva, y cuatro años ministro de Defensa con Dilma Rousseff.
Tasneem Essop, fue miembro del primer parlamento provincial democrático en Sudáfrica. Activista contra el Apartheid de joven, más tarde profesora y sindicalista. Ahora dirige la Red Internacional de Acción Climática (CAN-I).
Nick Estes, no se adscribe a ninguna nacionalidad: es miembro de la tribu sioux de los ‘Lower Brule’ y ejerce de profesor universitario de Estudios Americanos. Fundó ‘La Nación Roja’, una entidad para la resistencia indígena, y es miembro de la Sociedad de Escritores ‘Oak Lake’, una red de autores nativos americanos que defienden la soberanía, la cultura y la historia de las comunidades indígenas.
Mona Seif, activista egipcia en defensa de los derechos humanos que cofundó el movimiento ‘Ningún Juicio Militar para Civiles’.
Edil Baisálov, el embajador de Quirguísia en Londres que es, además, un reconocido activista y abogado de la defensa de los derechos humanos que ha contribuido a derribar varios regímenes autoritarios y ha combatido durante toda su vida la corrupción y el crimen organizado. En 2008 se refugió en Suecia para escapar de la pena de prisión que le imponían en su país porque discrepaba con la línea gubernamental.
Kavita Naidu, es de las Islas Fiji pero gestiona un proyecto en Tailandia sobre la afectación del cambio climático sobre las mujeres, la ley y el desarrollo.
Nnimmo Bassey, de Nigeria, es el director de la Fundación ‘Salud de la Madre Tierra’, y ha trabajado en diversas organizaciones que velan por los derechos humanos, un sistema económico sostenible para toda África y la justicia climática.
Nanjala Nyabola, escritora y analista política keniana experta en refugiados e inmigración y en las transiciones en situaciones políticas posteriores de conflictos sociales y bélicos. También es profesora universitaria.
Khaled Ali, un abogado egipcio en defensa de la justicia social y los derechos de los trabajadores y en contra de la corrupción, que ha estado al frente de varias entidades que velan por los derechos humanos y que cofundó el ‘Frente de la Defensa de los Manifestantes egipcios’.
Arundhati Roy, la presidenta de la ‘Federación Nacional de Mujeres Indias’, que ha coordinado diversas entidades para fortalecer la democracia del segundo país más poblado del mundo o para defender los derechos a la información y la escolarización.
Giorgio Jackson, promotor de las protestas de estudiantes chilenos durante 2011 y fundador del ‘Frente Amplio’, que ganó las últimas elecciones en votos.
Además, claro, hay nombres que pueden resultar más conocidos o bien que disponen de un altavoz más potente para el gran público occidental. Están, por ejemplo, la célebre periodista Naomi Klein o Noam Chomsky, uno de los grandes referentes de la izquierda mundial. Es considerado el padre de la lingüística moderna y es uno de los pensadores más influyentes en Estados Unidos. O Rafael Correa , presidente de Ecuador entre 2007 y 2017, y Andrés Arauz, su exministro de Conocimiento (un ente coordinador de los departamentos de Cultura, Enseñanza y Ciencia creado por el expresidente y que eliminó Lenín Moreno al expulsarlo del cargo). Y en la misma línea, Álvaro García-Linera, El vicepresidente de Evo Morales, expulsado de Bolivia por el golpe militar. Dirigió la guerrilla rebelde de los Tupac Katari a comienzos de los años noventa y fue encarcelado durante cinco años.
También existe la capitana Carola Rackete, que se hizo famosa el año pasado al ser detenida en Italia tras haber amarrado su barco a puerto para salvar inmigrantes. Asimismo, la primera ministra islandesa, Katrín Jakobsdottir, uno de los más altos cargos mundiales alcanzados actualmente por la izquierda verde; Niki Ashton, una popular diputada en el Parlamento de Canadá; el actor mexicano Gael García Bernal; la ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad de Argentina, Elizabeth Gómez Alcorta; el candidato presidencial del Partido de los Trabajadores que se batió con Jair Bolsonaro, Fernando Haddad; el filósofo croata Srecko Horvat; el chino Wang Hui, considerado el líder de la ‘Nueva Izquierda China’ o Hilda Heine, senadora de las Islas Marshall y expresidente del país, de renombre mundial en la lucha ecológica.