Torniquete para frenar la hemorragia

Pese a la controversia y las in­certidumbres permanentemente asociadas al mercado del petróleo, era previsible que en la reunión extraordinaria de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se haya acordado profundizar los recortes de suministro bajo la condición de que Rusia se sume a estos. Un invierno mucho más cálido de lo esperado, unos niveles de suministro en niveles confortables, unos stocks al alza y las expectativas de un deterioro sin precedentes de la demanda ligado al impacto sobre la economía mundial de la propagación del coronavirus no dejaban otra opción.

En los últimos días, el hecho de que el mercado diera por sentados los nuevos recortes de producción, junto a diversos anuncios de estímulos económicos (como por ejemplo el de la Reserva Federal de EE.UU. de reducir en medio punto las tasas de interés) conseguían, al menos puntualmente, revertir el sentimiento bajista e impulsar ligeramente al alza los precios del barril.

Sin embargo, resulta poco probable que la decisión de la OPEP produzca el efecto deseado de reequilibrar el mercado y aumentar sustancialmente los precios. Posiblemente, las medidas acordadas no pretendan ir más allá de aplicar un torniquete para intentar detener la hemorragia, mientras se confía en que más adelante, en el transcurso del año, se produzca la recuperación de la demanda. No en vano, como consecuencia de la disminución de los viajes aéreos, la menor actividad económica y el cierre de re­finerías (algunas por mantenimiento estacional, otras a causa de la caída del consumo y del deterioro de los márgenes) la demanda de crudo podría caer en varios millones de barriles por día, lo que, junto al consiguiente aumento de los stocks, retrasaría una mejora significativa de precios, incluso hasta después de que las economías hubieran empezado a recuperarse.

La persistencia y propagación del Covid-19 es sólo el último de los diversos factores que desde hace tiempo vienen combinándose para complicar las previsiones sobre el comportamiento del mercado petrolero. A fecha de hoy, el devenir y magnitud de la epidemia, así como su impacto final sobre la actividad económica global y, por tanto, sobre la demanda de petróleo, son una incógnita. Además, por si esto fuera poco, cabe recordar que a lo largo del 2020 el mercado también tiene planteados otros interrogantes, entre los que, al margen de acontecimientos geopolíticos impredecibles, cabe destacar: el resultado de las próximas rondas de negociaciones comerciales de EE.UU. con China y la UE, el ritmo de crecimiento de los suministros de los países no pertenecientes a la OPEP (muy particularmente del petróleo de fracking de EE.UU.) y la evolución de la situación en Venezuela, Irán, Irak y Libia. Un panorama muy complicado para aventurar predicciones.

LA VANGUARDIA