Los puntales monárquicos

Tras la dureza de la sentencia del aparato judicial de la monarquía, y después del nivel de conciencia política del pueblo catalán demostrado estos días y el endurecimiento de la represión que nos ha acompañado, se hace imprescindible trabajar activamente para poner fin al ahogo de este régimen. Empezando por tener claro, sobre todo, quién lo defiende. La monarquía española, de origen franquista, es un sistema político débil (no llega, seguramente, ni al 10% de apoyo en nuestro país); una dominación que no existiría si no fuera porque está apuntalada por unas estructuras parasitarias que se benefician de ella.

Este régimen no se mantiene sólo por unas fuerzas armadas heredadas del franquismo (conocidas como “fuerzas de ocupación”), ni tampoco sólo por el sistema judicial del mismo origen, sino también por el apoyo de instrumentos que son beneficiarios de la misma: las empresas del régimen (del Ibex-35), los medios de comunicación monárquicos y los partidos de la monarquía (con sus aliados autonómicos).

Son partidos monárquicos el PP y Ciudadanos, del mismo modo que el PSOE, uno de los puntales esenciales del régimen. Es un error considerar el PSOE (y sucursales: PSC, PSPV, PSI) como una organización de izquierda o socialista que cada día se pone de manifiesto que defiende los intereses de los poderosos: niega el derecho a decidir del pueblo catalán, y se coloca de una manera incondicional junto al régimen monárquico y su represión. También es sabido que Ciudadanos recibió el apoyo económico y moral de sectores financieros del régimen (Ibex-35) y que practica una propaganda de carácter falangista inspirada en la manipulación ideada por Goebbels, unos métodos diametralmente opuestos al contraste democrático y libre de las ideas. Se puede comprobar fácilmente. (https://www.llibertat.cat/2019/09/principis-de-la-propaganda-segons-goebbels.-46091).

La ideología básica del régimen es muy simple: siguiendo la dictadura que le abrió el camino, se fundamenta en el mito medieval de España, creado por el militarismo expansivo castellano para someter a los territorios anexados por las armas, después de haber aplastado a su propio pueblo. Un mito ideado para vivir de los impuestos arrebatados por la fuerza. Algunos querrían hacer eterna esta concepción obsoleta en el siglo XXI, amparándose en la monarquía. La idea de España no tiene ningún fundamento natural-geográfico: sólo la existencia de Portugal, como Estado independiente dentro de la Península Ibérica, es ya una prueba irrefutable de ello. Es importante tener claro que el concepto de España, en su forma actual, no es otra cosa que una construcción ideológica de la oligarquía. Habrá que rebatir, pues, activamente los mitos y los fanatismos torno a esta invención interesada que es una fuente de graves conflictos y manipulaciones.

Ante esta realidad el neoautonomismo (políticos o periodistas), en lugar de combatirla, da cuerda a los partidos monárquicos y se pone al lado de la represión, como hemos visto estos días en la figura del consejero Buch, un personaje nefasto que ya debería haber sido destituido por haber permitido los abusos de la policía; una responsabilidad que hay que atribuir igualmente al gobierno autonómico, por pasividad y connivencia.

Cuesta entender que haya partidos que autoproclamándose independentistas, hayan facilitado (como lo han hecho ERC y JxCat, por ejemplo) la acción de los partidos monárquicos como el PSOE, que defiende activamente los abusos del régimen. O de otros que, como Podemos o los Comunes, aspiran a aliarse con este tipo de partido dinástico de nuestros días. Los sectores más descaradamente autonomistas se ponen de nuevo en evidencia cuando ahora, por medio de la amenaza y la criminalización, pretenden desactivar la revuelta del pueblo catalán contra la injusticia.

Para poder poner fin a este régimen despótico en nuestro país, será necesario ir desmontando este edificio construido sobre diferentes formas de parasitismo, identificando los diversos elementos que hay que poner a la luz y combatirlos sin vacilación. Es por eso por lo que es tan importante conocer quién está apuntalando este régimen, con todas sus consecuencias opresivas. Y aquellos partidos que lo hacen, favoreciendo a unas minorías en el poder, deben verse privados de apoyo popular. Una idea que habría que tener en cuenta en cualquier política de alianzas o consulta electoral. Ningún apoyo a ningún partido monárquico; ni tampoco a sus aliados incondicionales. Todo por la República catalana independiente. Ni un paso atrás.

EL PUNT-AVUI