Los esplendidos regalos de Hariri a una modelo africana

Fue gracias al favor de la Casa real saudí que el asesinado primer ministro Rafic el Hariri, padre del que preside ahora el gobierno de Beirut, amasó su inmensa fortuna, se convirtió en uno de los grandes potentados del mundo. Su hijo Saad El Hariri heredo, además, a través  de la poderosa influencia de la monarquía absoluta de los Saud, protegida por todas las administraciones estadounidenses su hegemonía sobre  la comunidad suni libanesa.

Las revelaciones del New York Times en torno a sus  donaciones de dieciséis millones de dólares a la bellísima modelo de bikines sudafricana Candice de Van der Merwe, se han publicado cuando este pequeño país sufre un movimiento de pánico  por el aumento de la cotización del dólar, fijada hace dos décadas por su padre en mil quinientas libras libanesas. Como toda la economía local esta dolarizada, esta incertidumbre ha agravado la frustración, la cólera de la población.

Recuerdo que cuando su padre fue nombrado por primera vez jefe de gobierno en 1992, hubo una gran esperanza popular que, en un abrir y cerrar de ojos, permitió acabar con la especulación del dólar. Con la ilusión de un rápido acuerdo de paz sobre Oriente Medio, emprendió costosas obras públicas -aeropuerto, muelles, carreteras, túneles urbanos- e inició una época de especulativas inversiones inmobiliarias. Los libaneses  esperaban recuperar la confianza internacional perdida, atraer de nuevo capitales extranjeros que habían desertado, volver a hacer de Beirut un cetro financiero del  Mediterráneo oriental.

Saad el Hariri carece de la fuerza política de su padre. Sus  esplendidos regalos a Candice Van der Merwe, comenzaron en 2012 cuando trabajaba en ‘The Plantation Club’ de las  islas Seychelles. Su cuenta corriente se engrosó en muy corto tiempo, de cinco mil cuatrocientos dólares a casi dieciséis millones, con los que adquirió propiedades inmuebles y acciones. Estos súbitos ingresos llamaron la atención del departamento fiscal sudafricano, y comenzó un pleito judicial entre la modelo y la administración de su país hasta que en 2016 alcanzaron un acuerdo. Como este asunto ya había sido ventilado, su reaparición en estas jornadas de inquietud financiera en Beirut han suscitado toda suerte de especulaciones.

No me cansare de repetir que la especulación envuelve las guerras, los conflictos armados, la situación política en Oriente Medio con las hipótesis más descabelladas, las intrigas mas rocambolescas, la habitual costumbre de recurrir a la teoría de la  conspiración o del complot para  tratar de explicar estos hechos de mil caras. Es la gran  dificultad de informar, la gran frustración de los periodistas.

“Pese a todas las campañas organizadas -ha declarado Saasd el Hariri- a todo lo que se pueda, hacer, decir, escribir, continuaré en mi puesto de primer ministro. Es verdad que vivimos una época  económica muy difícil, y queremos adoptar medidas audaces. No podemos permitir el hundimiento de nuestro país”.

No puede haber interpretaciones inocentes y, de ninguna manera es casual que la difusión de este escándalo de la largueza de un potentado primer ministro libanes -es habitual entre testas coronadas, príncipes y gobernantes árabes esta suerte de comportamientos porque no tienen nunca que tener en cuenta la opinión popular- en estas jornadas de toda clase de  rumores.

Según la publicación “RusIa Today” este asunto se había dado a conocer en el año 2003 y se ha exhumado ahora como un mensaje dirigido a Saad El Hariri para que dimita a casusa de “la degradación económica y las protestas callejeras”.

En los permanentes laberintos políticos libaneses  se especula que Hariri se “ha aproximado al presidente de la republica, general Michel Aoun, y al Hezbollah”, objetivo de sanciones económicas norteamericanas. Y que Saad el Hariri no tiene mas remedio que unirse a ellos para constituir un frente ante las tentativas estadounidenses de debilitar la republica libanesa”.

Con  frecuencia se ha considerado a este “zaim” o gran notable de los sunis, como aliado de los EEUU y de Occidente, frente a los partidarios de la republica islámica del Irán y de la vecina Siria.

LA VANGUARDIA